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CIUDAD DE MÉXICO, 14 de junio (Quadratín México).- Además de los graves efectos que provoca la obesidad en la salud de las personas, este padecimiento también trae consecuencias psicológicas que se reflejan en la baja autoestima, escaso rendimiento escolar y alteración de la autoimagen y rechazo social, aseguró el presidente del Colegio Mexicano de Bariatría, doctor David Montalvo Castro.
Ante tales circunstancias, el especialista consideró que las madres deben estar siempre alertas para evitar que la familia padezca obesidad, ya que esta enfermedad puede iniciar desde antes del nacimiento.
Explicó que las mujeres que cursan con diabetes durante el embarazo, ya sea que desarrollaron diabetes gestacional o que ya eran diabéticas antes de embarazarse, suelen tener hijos de tamaño y peso mayor al normal con probabilidades elevadas de mantenerse obesos por el resto de su vida o dar a luz niños con bajo peso, pero quienes también son vulnerables a desarrollar obesidad posteriormente.
Es fundamental tener presente que el niño obeso que llega con esa condición a la adolescencia, seguramente, después será un adulto obeso, porque está a expensas de la acumulación de una cantidad excesiva de grasa.
Respecto a la obesidad infantil, el bariatra señaló que la información y formación que se dé en la escuela y en la casa, respecto a los hábitos saludables, es fundamental y decisiva para ayudar a frenar el desarrollo de este padecimiento.
“La labor de formación e información alimentaria que puedan dar los maestros será decisiva para el futuro del niño mexicano estándar, y la que aporten sus padres tiende a ser complementaria; el niño aprenderá más de lo que vive, que de lo que escucha”.
De muy poco servirá que en la escuela se le enseñen conductas higiénicas saludables, si en su casa no se llevan a la práctica. La educación del binomio padres-hijos es fundamental para poder frenar en el futuro el avance de la obesidad, alertó Montalvo.
“Un niño obeso es un niño enfermo”, por ello debe recibir atención médica para no dejar que evolucione el padecimiento, pues generalmente se le deja “con la ilusión y la esperanza de que adelgazará cuando crezca, “cuando dé el estirón”.
Sin embargo, dijo el especialista, un niño obeso crecerá como un adolescente obeso.
Refirió que es importante recordar que el niño obeso no es responsable de lo que come ni del peso que haya alcanzado.
Un adulto le da de comer en casa; le da dinero para que compre en la escuela o en la calle; autoriza el tipo y presentación de productos de consumo que se expenderán en la tienda escolar; un adulto le pone cada día el ejemplo en la vida real.
Subrayó que la salud y el bienestar de los hijos está en manos de los padres, por ello consideró necesario buscar ayuda profesional que sólo los médicos bariatras podrán ofrecer, ya que son los especialistas en el control de peso y los que con el apoyo de otros profesionales pueden indicar la mejor estrategia de tratamiento del niño obeso.
El tratamiento para la curación definitiva de la obesidad debe estar enfocado al cambio en el estilo de vida, y debe incluir recomendaciones respecto a la alimentación y a la actividad física, horas de sueño, etcétera, consideró.
Recordó que es importante dar atención médica no sólo al niño obeso, sino a cualquier persona que padezca sobrepeso u obesidad, pues las consecuencias físicas de esta enfermedad implican un aumento del riesgo de desarrollar otros males como aumento de la presión arterial (hipertensión), de los niveles de colesterol y otras grasas en sangre.
Además, provoca niveles elevados de glucosa y de insulina que suelen conducir a la diabetes mellitus; problemas respiratorios y ortopédicos -como pie plano y lesión de articulaciones-; mayor probabilidad de desarrollar algunos tipos de cáncer; problemas de la piel como estrías; micropene en los varones; quistes en los ovarios en el caso femenino, entre otros.
Montalvo concluyó que a menor edad del niño obeso, mayor es el riesgo de desarrollar las complicaciones mencionadas.
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