
Des7ruye Seattle a Cruz Azul en Leagues Cup
Han Kang nació en Corea del Sur, el año del mundial y, por lo tanto, dos después de los acontecimientos de Tlatelolco. En 2024 recibió el Nobel y su obra apareció en todas las librerías. Se puso de moda, como sucede cada año con quien la Academia Sueca premia. Algunos son conocidos para quienes, siendo amateurs, tenemos la adicción de la lectura, y de otros, solo tienen referencia los sumos sacerdotes de la literatura.
Mis cuates de la universidad me disculparán, pero el Nobel para Bob Dylan es un exceso, como también el que recibió por sus infumables textos el primer lord del Almirantazgo: sir Winston Churchill. Sin embargo, en los últimos años hay una secuela que refresca: Annie Ernaux, el católico Jon Fosse y la coreana Kang.
Entre compras y regalos llegó a mis manos Actos Humanos, obra que narra mediante historias enlazadas el levantamiento y masacre de Gwangju. Eran los días del régimen autoritario de Chun Doo-Hwan, quien tomó el poder después del asesinato del legendario presidente Park Chung-hee.
En la historia aparece la inevitable oficina de censura de cualquier dictadura eficaz y en un párrafo se describe la acción de los burócratas encargados de calificar un texto que les fue sometido a su revisión: “Más de la mitad de las líneas que aparecen en las primeras diez páginas aparecen tachadas. En las siguientes treinta páginas, más o menos, está tachada la mayor parte del texto. Al pasar la página cincuenta, como si el trabajo de tachar les hubiera resultado molesto, han borrado la totalidad de las páginas con un rodillo humedecido en tinta negra. Como las hojas han quedado empapadas, el libro se ha hinchado y ha tomado la forma de un prisma triangular”.
Morena, un partido que mezcla el estalinismo con el desmadre, al llegar al poder nos muestra su naturaleza intolerante. Quienes, en algunos casos, fueron reprimidos, se han transformado en implacables persecutores. Hay que agregar que a las filas de López Obrador se sumaron todo tipo de personajes, entre ellos, los que, cargados de resentimientos, solo piensan en la venganza y la desventura del opositor y, claro, los tránsfugas del peñismo y otras experiencias, que, conversos, viven urgidos por demostrar su falsa fidelidad.
En Oaxaca, Guerrero, Tamaulipas y Sonora, la izquierda de cuarta que nos tocó en el gobierno usa tribunales a modo y argumentos falaces para perseguir a periodistas y ciudadanos; en Puebla, vota leyes que envidiaría el georgiano que se apoderó de los soviets y en Campeche designa censores para periodistas incómodos.
Todo en el marco de un Estado militarizado y con herramientas para espiar y bajarle el switch a los medios de comunicación.