Libros de ayer y hoy
Convalecencias…
La viuda
Terminé de leer la novela La viuda, de Fiona Barton (350 pp). La trama, en sus dos terceras partes no es mala, pero en los últimos capítulos le pasa lo que, a muchos novelistas, no sabe aterrizar y el final es previsible y sin mucha consistencia. Casi de relleno.
Muestra, además, el periodismo agresivo de los diarios y televisoras amarillistas británicas de hoy. En este tema tiene algo rescatable.
A diferencia de los nuevos reporteros, la periodista protagónica no planea sus artículos ni planificaba su día como lo hacen sus compañeros, casi por hora o minutos. Los talentosos, admite, lo escriben en su cabeza mientras toman el café o una cerveza y luego vienten en la página un hermoso y fluido borrador. Recapacita sobre las antiguas redacciones donde el sonido de las máquinas y el bullicio de los reporteros, junto con ese aroma a cigarro y alcohol, era el alma de los diarios. Ahora son oficinas expuestas al silencio, lejos del mal comportamiento y los personajes extravagantes del pasado.
El tema es la mera investigación del aparente rapto y desaparición de una menor, narrado de forma muy plana. No hay sobresaltos, sorpresas ni grandes averiguaciones.
El sospechoso, Glen Taylor es descrito de manera tan plana que se pierde la emoción de la novela. Desde los primeros capítulos la autora muestra pistas que descubren toda una trama en la que los personajes son dispersos.
Hay otros sospechosos, todos involucrados en redes de pornografía y pedofilia. La mayoría son adictos a estos servicios de la Internet, pero no necesariamente secuestradores o asesinos.
Será que siempre preferí el sexo en vivo, a todo color, de común acuerdo y con mujeres que tuvieran su cartilla de mayoría de edad, que la novela no la recomendaría de ninguna manera.