Para Contar
El último encuentro
En esta atractiva novela, Sándor Márai se introduce a un caso de adulterio que involucra a tres amigos. El desconcierto por la traición y el dolor que ésta produce son el origen de una larga reflexión sobre las debilidades del ser humano y sus limitaciones. La maestría del autor para explorar el mundo afectivo de los personajes eleva la obra al nivel de lo sublime.
La vida se vuelve casi interesante cuando ya has aprendido las mentiras de los demás, y empiezas a disfrutar observándolos, viendo que siempre dicen otra cosa de lo que piensan, de lo que quieren en verdad… Sí, un día llega la aceptación de la verdad, y eso significa la vejez y la muerte. Uno acepta el mundo, poco a poco, y muere.
Al hablar de la vejez, dice que ésta llega por partes. Lo que el nuevo día te traiga, ya lo conoces de antemano: la primavera, el invierno, los paisajes, el clima, el orden de la vida (…) no te sorprende ni lo inesperado, ni lo inusual, ni siquiera lo horrendo, porque ya conoces todas las posibilidades, ya lo tienes todo visto y calculado, ya no esperas nada, ni lo bueno ni lo malo…y esto es precisamente la vejez. A cierta edad uno vive hasta que se harta de ella, medita el general.
Márai utiliza la primera persona para su obra. Crea una tensión dramática ascendente, pues a cada párrafo se espera la interrupción, la reacción del amigo, Konrád, que escucha en silencio las acusaciones del general, que como hombre viejo pronuncia un discurso a un ritmo reiterativo y paciente de una persona que se encuentra al final de su vida.
La historia se centra en la amistad. ¿Qué es la amistad? ¿Qué implica? ¿Qué significa? ¿Fueron amigos, son amigos?
Para mi padre la palabra amistad era un sinónimo de honor, dice el general.
La amistad es la relación más intensa de la vida… y por eso se presenta en contadas ocasiones. La amistad es la relación más noble que pueda haber entre los seres humanos.
En la antigüedad, era la ley más importante, y en ella se basaba todo el sistema jurídico de las grandes civilizaciones. Más allá de las pasiones, de los egoísmos, esta ley, la ley de la amistad, prevalecía en el corazón de los hombres.
Cuando el general intenta profundizar en aquello que implicaría la amistad, es cuando la reflexión se convierte en una propuesta osada, sin prejuicios ni limitaciones, en una relación amplia y generosa, y sobre todo libre de ataduras:
“Al igual que el enamorado, el amigo no espera ninguna recompensa por sus sentimientos. No espera ningún galardón, no idealiza a la persona que ha escogido como amiga, ya que conoce sus defectos y la acepta así con todas sus consecuencias… ¿Qué valor tiene una amistad si sólo amamos en la otra persona sus virtudes, su fidelidad, su firmeza? ¿Qué valor tiene cualquier amor que busca una recompensa? ¿No sería obligatorio aceptar al amigo desleal de la misma manera que aceptamos al abnegado y fiel?… Y si uno entrega a alguien toda la confianza de su juventud, toda la disposición al sacrificio de su edad madura y finalmente le regala lo máximo que un ser humano puede dar a otro, si le regala toda su confianza ciega, sin condiciones, su confianza apasionada, y después se da cuenta de que el otro le es infiel y se comporta como un canalla, ¿tiene derecho a enfadarse, a exigir venganza? Y si se enfada y pide venganza, ¿ha sido un amigo él mismo, el engañado y abandonado?”.
Así, un día nos desesperamos, corremos y dejamos todo atrás, como en un ataque de amor, añade el general.
Las palabras vuelven. Todo vuelve, las cosas y las palabras avanzan en círculo, y luego se vuelven a encontrar, se tocan y cierran algo.
Uno construye lo que ocurre, lo invoca. La fatalidad entra por la puerta que nosotros mismos hemos abierto, invitándola a pasar.
La búsqueda de la verdad como fuerza liberadora, como soporte ético imprescindible para sobrellevar el transcurso de una vida, está en el centro de esta novela magistral muy recomendable.
Sándor Márai nació el año 1900 en Kassa, una pequeña ciudad húngara que hoy pertenece a Eslovaquia. Se quitó la vida en 1989 en San Diego, California, pocos meses antes de la caída del muro de Berlín.