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CIUDAD DEL VATICANO, 16 de octubre (Quadratín México).- El Papa Benedicto XVI advirtió que aunque parecen “fuertes” e “irresistibles” las ideologías tienen el tiempo contado, porque después de un cierto periodo se consumen por una falta intrínseca de verdad profunda.
“Las ideologías tienen el tiempo contado. Parecen fuertes, irresistibles, pero después de un cierto periodo se consumen, no tienen más la fuerza en ellas, porque les falta la verdad profunda. Son partículas de verdad, pero finalmente se consumen”, indicó en una entrevista televisiva.
En opinión del pontífice “el deseo de Dios y (su) búsqueda están profundamente escritas en cada alma y no pueden desaparecer. Ciertamente, por un tiempo se puede olvidar a Dios, embodegarlo, ocuparse de otras cosas, pero Dios no desaparece jamás”.
Joseph Ratzinger hizo este y otros comentarios en la grabación del documental “Las campanas de Europa”, realizado por el Centro Televisivo Vaticano sobre el tema de las relaciones entre el cristianismo, la cultura y el futuro del “viejo continente”.
Para el Papa, Europa será cristiana aún durante mucho tiempo porque la fe en Cristo es “simplemente verdadera” y la verdad no envejece, aunque también ella se puede olvidar por un cierto tiempo, pero igualmente no desaparece.
Dijo tener esperanza en el futuro de Europa gracias a los jóvenes quienes, y a pesar de haber visto tantas cosas, como las ofertas ideológicas y del consumismo, se dan cuenta del vacío en ellas, de su insuficiencia.
“El hombre está creado para el infinito. Todo lo finito es demasiado poco. Las nuevas generaciones descubren la belleza del cristianismo, un cristianismo no a precio moderado, no reducido, sino en su radicalidad y profundidad”, apuntó.
El pontífice admitió que Europa tiene un problema de identidad y se debate entre dos almas: una inspirada por la razón abstracta que es anti-histórica, que pretende dominar todo porque se siente por encima de todas las culturas y busca deshacerse de los valores.
En tanto que la otra alma cristiana, que se abre a la razón y a la libertad de una razón crítica, pero permanece enraizada a los grandes valores, en la visión de la fe, concluyó.
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