Frente a la guerra/Felipe de J. Monroy
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Al celebrar su cumpleaños el Papa Francisco, este 17 de diciembre, y a siete días del nacimiento de Jesús, hijo de José y María la Virgen, aseveró que “la alegría de los niños es un tesoro”. Y Su Santidad llamó a hacer todo lo posible para que continúen alegres.
“Un alma con alegría es como tierra nueva que hace crecer bien la vida, con buenos frutos. Y por esto se hace esta fiesta, conmemorativa con el nacimiento del hijo de Dios.
“Se busca siempre la cercanía de la Navidad para reunirnos, para hacer fiesta con ellos”, dijo, en italiano.
Cuiden la alegría de los niños. No los entristezcan, cuando los niños ven que hay problemas en casa y que los padres se pelean, sufren. No los entristezcan, deben crecer siempre con la alegría y paz”, agregó.
Más adelante señaló que para hacer crecer bien a los niños, ellos deben hablar con los abuelos, porque son ellos quienes tienen la memoria y las raíces.
Pidió que ningún pequeño crezca sin memoria de su pueblo, de la fe y de los valores.
Bromeó con los pequeños preguntándoles si ellos eran alegres, hablaban con sus abuelos y con otros mayores. Y recomendó “enseñar a los infantes hablar con Dios, aprender a rezar y a decir lo que sienten en el corazón”.
Luego de estos consejos aprovechamos también una pequeña y bella enseñanza sobre lo que realmente se necesita para alcanzar la verdadera paz.
Aunque esta historia parece simple al principio, su mensaje nos incita a pensamientos y reflexiones. Como lo hace continuamente el Sucesor de San Pedro, hoy Papa Francisco.
El Sabio maestro y el río:
Un día un hombre mayor y sabio maestro camina desde una ciudad a la siguiente con algunos de sus alumnos.
Durante el camino se detuvieron a descansar cerca del río. El hombre muy adulto se acercó a uno de sus alumnos y dijo: ”Estoy sediento. ¿Me traerías un poco de agua del río?” El estudiante obedeció y fue hacia el río.
Cuando llego al río, allí había gente que lavaba sus ropas en el agua mientras que un carro lo cruzaba. El casco del caballo agitaba el lodo del fondo y ensuciaba el agua.
”Cómo voy a dejar que mi maestro beba de esta agua lodosa?” Pensó para sí mismo. Y volvió hacia el maestro para decirle que el agua estaba sucia y que él no pensaba que fuera apta para beber.
Después de media hora el maestro llamó al mismo estudiante y le pidió un poco de agua.
El estudiante volvió al río.
Para su sorpresa, esta vez encontró un lago de agua clara y limpia. Todo el lodo se había asentado, y el agua estaba nuevamente apta para ser bebida.
El alumno recogió un poco de agua y volvió hacia el maestro.
El maestro miro el agua, se volvió hacia el estudiante y dijo:” Mira lo que has hecho para que el agua este limpia. Solo la dejaste tranquila, el lodo se hundió y obtuviste agua limpia.
”Date un poco de tiempo, las cosas se calmaran y se hundirán solas.”
Lo mismo se puede decir para la paz. Es un proceso sin esfuerzo. Y apto para darlo a conocer a los niños.
Cuando tienes paz interior, se expande por fuera y alrededor tuyo, y surge del dejar pasar, de no aferrarse.
¡Que tengas un hermoso día! Hoy, mañana y siempre, con tu familia y por supuesto tus niños. Feliz Navidad.
Te lo desea un amigo: [email protected]