Abanico
Vive. Pero escucha
Antes, un pequeño paréntesis de aliento a los mentores.
Sí amigos profesores: la educación sin amor, es adiestramiento. Y con violencia, menos. Confiamos en ustedes. No debemos, ni deben olvidar que son nuestros representantes en la escuela. Ojalá y lo entendiera la autoridad que aún cree que con sus modificaciones a la enseñanza “la letra a golpes entra”. Como en el medioevo.
Entre paréntesis nos dicen que la investigación sobre sus agresores en Chiapas, está todavía muy Verde.
Igual ocurrió cuando mataron al general Álvaro Obregón. Le gritaban al pueblo que demandaba justicia: “Cállese. Cállese”.
Y el entonces dictador en México, durante los años veinte, el también general Plutarco Elías Calles, impávido. Como ahora sucede con los aleves del verde.
Y después de esta reminiscencia. Una invocación oportuna. Vive. Pero escucha:
Por supuesto que la muerte es una gran realidad. Y necesario, disfrutarla. Hay que entenderla. Veamos, digo leamos, para con toda lealtad, sin arrogancia, tratar de descifrarla.
Es sólo parte de la vida misma. La transformación. La muerte es una transición. Miras con pánico a la tumba, como si allí todo acabara. No temas.
La única certeza es el cambio. Nada permanece igual. Naces. Mueres. El ciclo concluye. Llegas. Te vas, así de simple.
Debemos ser conscientes de nuestro limitado tiempo en este plano. Sólo así viviremos de una manera intensa y profunda; en celebración. No te asustes, Continua esta lectura.
Aunque cueste reconocerlo, este mensaje llega a tus manos por amor a la vida. Parece contrasentido. La evolución requiere de la mutación de las formas.
Nadie llora por la semilla cuando se transforma en árbol. Ni por el gusano cuando resurge en mariposa. ¿Acaso una madre se apena porque su hijo ya no está en su vientre? La vida fluye como una interminable sucesión de misteriosas transformaciones.
Hasta cierto punto, la ciencia y la tecnología nos permiten ver qué es lo que sucede antes de nacer.
Por ahora, los recursos son limitados. Sólo podemos conocer hasta el instante en que el cuerpo finaliza su ciclo.
De todos modos, ¿cuántas pruebas más necesitamos para darnos cuenta de que lo que llamamos vida y muerte no son más que dos caras de una misma moneda?
Buscamos certezas. La vida es incertidumbre. Porque la materia es necesaria para la experiencia en el mundo de las formas. Fuera de ese entorno, ya no sirve.
Nadie se angustia por abandonar los zapatos a la hora de dormir. Cumplieron una función. Lo mismo sucede con nuestro cuerpo. Nos permite movernos en esta dimensión, pero llegado cierto punto habremos de dejarlo.
Es un proceso natural. Deberíamos aprender a liberar de tanta negatividad a la muerte.
Sólo es transformación ¿Crees que hablamos así porque no somos humanos?
Claro que las ausencias duelen, y mucho. Y tardan un gran tiempo el curar su dependencia. Es cierto que el vacío por los que ya no están es insondable. El corazón queda herido, lo sabemos. Lo sentimos, como testigos.
Pero si vivimos con intensidad cada momento. Amamos y disfrutamos de todo lo que nos rodea. Y reconoceremos la muerte como parte indivisible de la vida. Habremos trascendido las fronteras de nuestras limitaciones. Ya lo comprobamos.
Seremos conscientes de que simplemente se nos adelantaron en el camino para seguir la evolución. No los podemos ver, es cierto, pero los podemos sentir. Sabemos que están. Mira hacia tu fuero Interno. Agradece, desde lo más profundo de tu alma, por los momentos vividos.
Envíales millones de besos y tus más puras intenciones. Libéralos. Ellos deben seguir su camino y encontrar su luz, ya llegará el tiempo del reencuentro.
Sigue vivo. También nos iremos cuando llegue la hora. No cierres tu corazón. Aún queda mucho por aprender, mucho por disfrutar.
Sólo quien te ama te dice lo que a veces no te gusta escuchar. Nunca lo olvides.
Este mensaje llega a tus manos por amor a la vida. Y en respuesta a quienes están temerosos de encontrarse con la muerte, que ya no es misterio.