Visión financiera/Georgina Howard
Esto es para ti
A veces es necesario vivir ciertas experiencias. Caernos. Nos levantarnos y seguimos el camino. Dejamos pasar los años para darnos cuenta de lo maravilloso que es tener la posibilidad de estar otro día vivos. Estas inspiradoras palabras, obvio, están dedicadas para las eternas luchadoras que hacen que cada fracaso se convierta en una victoria. Esto es para ti, mujer. Se les dedica. Lo merecen.
Dicen ellas, que, a cierta edad, después de los cuarenta, nos hacemos invisibles. Que nuestro protagonismo en la escena de la vida declina, y que nos volvemos inexistentes para un mundo en el que solo cabe el ímpetu de los años jóvenes. Así lo dice una. Que atañe a todas, creemos: “Yo no sé si me habré vuelto invisible para el mundo. Es muy probable.
“Pero nunca como hoy fui tan consciente de mi existencia. Nunca me sentí tan protagonista de mi vida y nunca disfruté tanto momento como ahora. Ahora sé que no soy la princesa del cuento de hadas y que no necesito que me venga a salvar un príncipe azul en su caballo blanco, Porque ni soy una princesa, ni vivo en una torre, ni tengo a un dragón que me custodie. Hoy me reconozco mujer, capaz de amar. Sé que puedo dar sin pedir, pero también sé que no tengo que hacer nada, ni dar nada que no me haga sentir bien. Por fin encontré, hasta ahora, al ser humano que sencillamente tiene miserias y grandezas. Descubrí que puedo permitirme el lujo de no ser perfecta. De estar llena de defectos. De tener debilidades, y de equivocarme. De no responder a las expectativas de los demás y a pesar de ello, sentirme bien. Y por si fuera poco, saberme querida por muchas personas que me respetan y me quieren por lo que soy. Si, un poco loca, mandona y muchas veces terca. También cariñosa, platicadora, besadora, abrazadora y a veces, por algún motivo, triste, porque esos momentos también son inevitables.
“Cuando me miro al espejo ya no busco a la que fui en el pasado. Sonrió a la persona que veo en el presente. Me alegro del camino andado, y asumo mis aciertos y errores. Hoy sé, por ejemplo, que no puedo retener el mar, aunque cuando estoy con él, quisiera nunca tener que dejarlo. Hoy solo lo contemplo, me lleno de él. Y cuando llega el momento de partir me despido diciéndole. ¡Hasta pronto! “También hoy sé que mis amigos y amigas son peregrinos del mismo camino, y que en cualquier momento nos encontraremos y nos querremos.
“Hoy sé que nadie es responsable de mi felicidad solo yo. Hoy sé que el viento extiende sus brazos cuando camino por la calle. Y que solo depende de mí, sentirlo. Hoy sé que la vida es bella porque la he visto partir ya muchas veces. Hoy vivo la vida así como es, bonita con sus idas y vueltas. Con sus amores y desamores. Con sus ratos de marea baja. Con sus puestas de sol, con su ruido incesante. Sólo quiero dejarla correr. Vivir y disfrutar de cada etapa, sin arrepentimientos, porque mi pasado, con todo lo que implica, me hizo la mujer que soy en el presente”.
Por todo ello, Bety, mujer, que ya no estás, te lo dedico con infinito amor.