El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
La opereta
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Hace cuarenta y un años, cuando José López Portillo, Presidente de México, reanudó relaciones diplomáticas con la monarquía española, se tomó la fotografía. Allí, como reportero de Excélsior, entrevistamos al Rey Juan Carlos en el Palacio Real, ante el asombro de sus acompañantes. Algo insólito, me dijeron entonces. Se publicó en primera página.
El 12 de octubre de 1977. De México era canciller don Santiago Roel. Y don Manuel Bartlet, su asesor. Ambos, en Paris, Francia, en el hotel George V, concretaron la relación diplomática con el nuevo monarca español, de la dinastía del conde de Barcelona. Padre del Rey Juan Carlos, que hace poco abdicó en favor de su hijo Felipe, actual monarca.
Se dio por terminada la relación oficial, no sentimental, con la España Republicana, con quien nos vincula una fraternidad invaluable, en ambos lados. Por cierto nos preguntan si asistimos a la presentación del embajador Gustavo Díaz Ordaz, meses antes. No. El 5 de abril de 1977, publicamos a ocho columnas, su nombramiento como representante de México en España.
Sí a las obras de teatro en que las canciones, el dialogo hablado y la música, ligera y atractiva, se entrelazan en torno al argumento que puede variar desde la comedia popular hasta un sentimentalismo de tono elevado. Las canciones de melodía pegadiza, las escenas de baile y finales de gran lucimiento son características de la opereta. Esta forma teatral tuvo su origen en la ópera bufa italiana y en la ópera cómica francesa, en el vaudeville y en el singspiel alemán. Se han establecido distinciones entre la opereta vienesa y la comedia musical.
Dentro de la opereta francesa el primer compositor que alcanzó el favor del público en 1848 en París con sus cuidadas musiquetes en un acto, fue Florimod Hervé. Pero el verdadero precursor de la forma fue Jacques Offenbach, cuyos alegres ritmos y brillantes galops y cancanes trajeron a la opereta una frescura natural, salpimentada frecuentemente por un delicioso sentido de lo jocoso y lo ridículo.
Con un brillante colorido orquestal que subraya astutamente cada matiz del dialogo, Offenbach creó parodias chispeantes, mordaces e irónicas de la pequeña burguesía (petit bourgeois). Charles Lecocq fue otra figura significativa en la opereta francesa. Sus obras, interesantes rítmicamente, denotan una gran destreza técnica, pero carecen del ingenio musical de las de Offenbach. La opereta vienesa nace gracias a que la primitiva opereta francesa se apoderó de Viena en 1850, época en que Lanner y Strauss habían convertido al vals en el baile de moda. Por eso era natural que las obras vienesas de este género fueran típicas operetas bailables.
La primera combinación del ingenio de la opereta francesa y el atractivo popular de la farsa vienesa se encuentra en la obra La bella Galatea del afamado autor Franz von Suppé en la que se revela claramente la influencia de Offenbach.
El verdadero creador de la opereta vienesa fue Johann Strauss el joven, (recordemos que hay dos Johann Strauss: padre e hijo). Sus valses elegantes y acompasados y sus melodías cálidas y tentadoras nos hacen revivir los días del Congreso de Viena, con sus lujosísimos saraos y su despreocupada manera de gozar la vida.
Strauss estrena El murciélago en 1874. Von Suppé Boccaccio. El príncipe de Palermo en 1879. Strauss El barón gitano Leo Fall La princesa del dólar en 1907, e Imre Kálmán Koppstein La condesa Maritza en 1924. Operetas de un romanticismo y una belleza insuperables interpretadas por extraordinarios cantantes de la época. En 1905 y toda esa época, las clases pudientes, sobre todo de Alemania, Viena y en conjunto del Imperio Austrohúngaro antes de que viniera la Primera Guerra Mundial, habían convertido sus lugares de vida en una fiesta continua.
En 1870 nace Franz Lehár, quien sería de los más famosos en el terreno de la opereta. En 1905 da a la luz la estupenda opereta titulada La viuda alegre y así introduce la opereta vienesa en un segundo periodo de esplendor.
Las características del nuevo tipo de opereta eran un estilo más naturalista, un aire más sentimental y brillantes números a solo escritos especialmente para los astros de la época como el elegante tenor austriaco Richard Tauber, casi un intérprete rey en esa época de los años veinte y treinta. La opereta alemana moderna es iniciada por Paul Linke y Eduard Künneke, quienes intentan reverdecer la opereta histórica de la época y el singspiel.
Cuando a partir de 1920 los ritmos modernos de baile empezaron a rivalizar con la popularidad del vals, algunos compositores como Ralph Benatzky, Paul Abraham y Robert Stoltz empezaron a poner en práctica una combinación de este nuevo estilo con elementos de la última época del romanticismo.
Sus operetas apenas eran otra cosa que un popurrí de canciones famosas y melodías de baile, pero alcanzaron gran popularidad por su sencillez y atractivo. Entre ellas tenemos Victoria y el Abraham (1931) y Violetas silvestres de Stoltz (1932). La península española no se queda atrás y lanza un género lirico semejante, la zarzuela, y brilla en Europa con La Verbena de la paloma, Gigantes y cabezudos, Molinos de viento, etcétera.
La opereta inglesa tuvo su época de fama en el siglo XIX sobre todo con Sir Arthur Sullivan, quien inmortalizo una por nombre La geisha. Otros autores importantes fueron Sir Edward German y Vivian Ellis quien fue el más prolífico compositor en este campo. La comedia musical en Estados Unidos de América usa elementos del jazz y de la música popular. Al trasladar todo el sentimentalismo de la opereta europea a personajes de la vida cotidiana, los estadounidenses encontraron una nueva fuente de inspiración para el género. Sus comedias musicales triunfan en el mundo entero, tanto en la escena como en la pantalla.
Como ejemplos tenemos La canción del desierto lanzada en 1926 y escrita por Sigmund Romberg e interpretada magistralmente por Mario Lanza. El extraordinario dúo de Nelson Eddy y Jeannette McDonald en Rose Marie. La fantástica Show Boat, un drama de las tierras del sur, la esclavitud negra y los barcos de paleta que bogaban por el río Mississippi, escrita por Jerome Kern y llevada a la pantalla en varias ocasiones.
La última, Magnolia, con Katherin Grayson, Ava Gardner, Howard Keel y Paul Robertson. Kiss me Kate de Cole Porter. La popular Porgy and Bess de George Gershwin. Oklahoma, de Richard Rodgers. Y West Side Story, de Arthur Laurents y Leonard Bernstein, La opereta ha sido tan popular, agradable al público y bien aceptada que en el siglo pasado en las termas de Caracalla se realizó un concierto con los tres tenores. Ahí se cantaron múltiples fragmentos de ella, lo que despertó un gran gusto en el público.
Ulteriormente, en el festival de Berlín, el gran tenor Placido Domingo, junto con Anna Netrebko y Rolando Villazón interpretaron una multitud de operetas (el disco correspondiente se vendió en México bajo el título Tributo a la opereta y a la fecha no es posible encontrarlo). Posteriormente ha salido un nuevo intérprete, Priort Beczala, que interpreta las canciones de las operetas de Richard Tauber.
En fin, la opereta es un género musical para disfrutar sin límites y hacer más agradable la vida en los momentos de intenso trabajo o de ocio en la senectud.
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