Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
“No soy buñuelo”
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Con entusiasmo a mi nieta Ana Sofía.
Moraleja: cada persona en el planeta tiene una historia. No juzgues antes de que realmente las conozcas. La verdad puede sorprenderte.
El dueño de una tienda de mascotas colocó un letrero sobre su puerta que decía: «cachorros a la venta». Signos como este siempre tienen una forma de atraer a los niños pequeños y uno vio el letrero. Se acercó al dueño y le preguntó: «¿señor, por cuánto va a vender los cachorros?» El dueño de la tienda respondió: «cada cachorro vale 50 pesos».
El niño sacó cambio de su bolsillo. «Tengo 2.45 «, dijo. «¿Por este precio puedo mirarlos por favor?». El dueño de la tienda sonrió. Silbó y apareció Lady, una perrita que corrió por el pasillo de la tienda, seguida por cinco pequeñas bolas de pelo.
Un cachorro iba considerablemente por detrás. Caminaba con dificultad. Inmediatamente, el niño señaló al cachorro rezagado y cojeando y preguntó: «¿qué le pasa a ese perrito?» El dueño de la tienda explicó que el veterinario había examinado al cachorrito y descubrió que tenía un defecto en una pata. Siempre sería cojo. Agregó.
El niño pequeño se emocionó. «Ese es el cachorro que quiero comprar». El dueño de la tienda dijo: «No, no te voy a vender a ese perrito». Si realmente lo quieres, te lo regalaré». El niño pequeño se enojó bastante. Miró directamente a los ojos del dueño de la tienda, , y respondió:
«No quiero que me lo regale. Ese pequeño perro vale tanto como todos los otros perros y pagaré el precio completo. De hecho, le daré 2.34 pesos ahora y 50 centavos por mes hasta que lo tenga pagado por completo».
El dueño de la tienda respondió: «Pero… nunca podrá correr, saltar y jugar contigo como los otros cachorros».
Para sorpresa del tendero, el niño pequeño se inclinó y se subió la pernera del pantalón para revelar una pierna izquierda retorcida y lisiada, sostenida por un gran tirante de metal.
Levantó la mirada hacia el dueño de la tienda y respondió en voz baja: «¡Bueno, yo no corro tan bien y el pequeño cachorro necesitará a alguien que lo entienda!»
Por eso, en estas fechas, se nos ocurrió la moraleja. Y la explico mejor con un ejemplo que nos dictó doña Maru Cruz de Raúl Ríos: Se encuentran dos amigas, una víctima de la diabetes. “Oye, qué bien te ves. No se te nota que tengas azúcar” afirma la dama sana. Quien recibe, cordialmente la siguiente respuesta:
“Por supuesto, no soy buñuelo…..”