Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
La consciencia (uno de dos)
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Con especial dedicación, sin excepción, a quienes cobran en el gobierno, federal y estatal. Claro a los que disfrutan del dinero del pueblo, sin conciencia. Don Fernando Calderón Ramírez de Aguilar nos comparte un estudio sobre la conciencia, a la que denomina una gran interrogante. Nos dice que si bien comienzan a conocerse los circuitos y las proyecciones del tronco del encéfalo que albergan y sustentan la conciencia, no es sorprendente que los aspectos neurológicos descubiertos aun sean insuficientes. No satisfacen a filósofos, teólogos y científicos dedicados a las neurociencias e interesados en las cuestiones más amplias y escabrosas que plantea el difícil problema para poder evaluarlo y desechar lo intangible. No llegar a conocer íntegramente a la conciencia: Cómo se inicia en un órgano físico como el cerebro. Qué es lo que genera la percepción consciente. Cómo funciona y cómo responden el individuo o el grupo ante los estímulos que la producen. Es indiscutible que la conciencia como parte de la estructura cerebral continua en evolución, pero esta evolución es tan lenta que no la apreciamos en su totalidad. La conciencia es algo tan esencial que sin ella la vida no tendría sentido, frase que suena de una crudeza inmensa, pero es una auténtica realidad y que nos pone a pensar sobre ello todos los días y a todas horas.
Los datos relevantes de la anatomía encefálica que se asocian con la aparición de la percepción consciente hasta ahora conocidos son principalmente la actividad neuronal de la corteza cerebral y especialmente la de los lóbulos frontales, los cuales están asociados con el despertar de la experiencia consciente. Hace falta una fracción de segundo para que un estímulo se vuelva un ente consciente tras haber sido registrado en el encéfalo. En un principio, la actividad neuronal desencadenada por el estímulo tiene lugar primero en las áreas más primitivas del encéfalo como la amígdala (núcleo del área límbica del lóbulo temporal que es crucial para las emociones) y el tálamo (par de grandes masas de sustancia gris situadas entre el tronco encefálico y el cerebro, que constituye la estación retransmisora clave para la información sensorial que fluye dentro del cerebro) y luego en el cerebro superior, ubicándose en las partes de la corteza cerebral que procesan las sensaciones. La corteza frontal sólo puede activarse cuando una experiencia se torna consciente, lo que sugiere que la participación de esta parte del cerebro podría ser uno de los componentes esenciales de la conciencia.
Para que el individuo pueda ser consciente, el encéfalo tiene que poseer sus percepciones, es decir, reconocer las cosas por medio de las impresiones que comunican los sentidos y que ocurren dentro de él. Para ello tiene que generar un sentido del Yo (como opuesto a la percepción inconsciente) sin el cual no sería posible la conciencia. Requisitos de la conciencia. Cada estado de percepción consciente lleva asociado un patrón de actividad cerebral especifico. Por ejemplo, ver una mancha amarilla produce cierto patrón de actividad, mientras que y oír hablar produce otro. De estos patrones de actividad suele decirse que son correlatos neurales de la conciencia. Si el estado cerebral cambia de un patrón a otro, la experiencia de la conciencia hace lo propio. Suele suponerse que los procesos relacionados con la conciencia deben buscarse en las células cerebrales y no en las moléculas o los átomos. Con todo, aunque es probable que para que surja la conciencia tengan que estar presentes los cuatro factores que a continuación se describen, también es posible que la aparición de la conciencia se produzca a nivel atómico o cuántico y que, por lo consiguiente, esté sujeto a leyes muy diferentes.
La atención involuntaria supone desplazar la atención hacia un estímulo, pero sin dirigir hacia él los órganos de los sentidos. Puede parecer continua, pero mantener concentrada la atención es una tarea difícil que no se consigue a menudo. También resulta difícil desplazar la atención de un objeto a otro: cuanto más atentos estemos a un estímulo tardaremos más en dejar de prestarle atención. Es por ello que un acontecimiento que capta nuestra atención “borra” todo lo demás durante una fracción de segundo. La atención se puede dividir en cinco tipos. Atención concentrada. Es la capacidad de elegir un objeto del entorno y de responder a él.
Mañana seguimos