La nueva naturaleza del episcopado mexicano
Ciudad del Conocimiento (II)
La fiesta en la Ciudad del Conocimiento no se detuvo. En la mañana asamblea. Qué banquete al mediodía en la escuela de Enología y Gastronomía de la Universidad Autónoma de Baja California, campus Ensenada.
Después, ya en la noche, a festejar. Sí, a quienes sus pares de Fapermex, otorgaron el Premio México de Periodismo Ricardo Flores Magón. XIII reconocimiento a su capacidad en prensa, radio, televisión e internet. Del periodismo nacional. Dos por estado. Dos por cada ciudad: 128 Esculturas y diplomas de metal.
En el salón de banquetes del hotel Paraíso Las Palmas atestiguaron el suceso nuestro anfitrión el edil Gilberto A. Hirata Chico, Ejecutivo Municipal. Roberto Karlo López Páez por el Ejecutivo Estatal. Y José Arnulfo Domínguez, en representación del Ejecutivo Federal.
Al hablar. El primero concluyente. El segundo muy prudente. Transmitió, en película, el saludo de su jefe. El tercero pertinente. Coincidieron en un punto: “No más muerte a periodistas”.
Juan Ramón Negrete y Moisés Mora Cortes, a nombre de Fapermex y Conalipe, dieron lectura a la declaración de honor, que, en síntesis, para no repetirla, clama por la defensa del periodista. El esclarecimiento de asesinatos. Identificación y captura de los culpables. Apoyo a nuestro ejercicio de comunicación y aprobar la ley en el Congreso Federal.
El diputado Exaltación González, periodista de profesión, se comprometió a trabajar con denuedo para que el Congreso Federal apruebe tales preceptos.
Todos en pie fueron testigos del compromiso que la nueva mesa directiva de Fapermex, encabezada por la maestra María Consuelo Erguía Tonella, asumió ante el presidente saliente Tedy Raúl Rentería Villa.
Ella pronunció un discurso al final. Breve. Muy breve. Humano. Sentido. Cordial. Agradeció a sus pares el voto. A sus hijos y nietos, dedicó su amor. Y se comprometió con esta noble profesión honrarla con la verdad. Cubrirla con dignidad. Ética y honestidad. Tal como es su costumbre al ejercer su trabajo.
Trece horas antes, la organizadora, Zahady Nolasco Rodríguez, aguardaba a sus colegas. 7.30 desayuno. Diez la Asamblea del Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo, Conalipe. A las quince el banquete de mariscos.
En su turno, Teodoro Rentería Arroyave, presidente, dio a conocer que, a petición del Colegio, varias Universidades del país, comenzaron a impartir Cátedra para obtener la maestría, de la licenciatura en periodismo.
Habló de becas obtenidas. Del trabajo que desarrolla Conalipe, única Institución reconocida por el Gobierno Federal, a efecto de ampliar al comunicador su campo de cultura. Y dimensión.
Cuarenta y dos licenciados tendrán al concluir el curso, su diploma de maestría en la materia.
Habló durante treinta minutos a un auditorio sin luz, sin sonido. (Una interrupción eléctrica, en todo el Estado, lo mantuvo así por horas) A viva voz explicó. Y la asamblea aprobó con aplausos el informe.
Luego vino el tesorero, yo, a dar razón del dinero. Sencillamente expusimos: “Esto en verdad no es informe. Mejor llamarlo lamento. En la caja no hay dinero. Para cubrir compromisos. Arrancamos desde cero. Clamamos hoy por su cuota, colegas de Conalipe. En la caja los espero”.
También aplausos y risas, de una fraterna Asamblea.
Antes de concluir, el periodista mexicoamericano, Pablo Castro Zavala, de la Asociación de Periodistas de Nevada, USA, dio grata noticia.
Su agrupación confirió a tres comentaristas mexicanos –les llamaría reporteros– la presea “Diamante”, como máxima distinción, cuyo trabajo se escucha y lee en Las Vegas. En abril, 2017, será la imposición.
Los nombró así: Carlos Ravelo Galindo, por En Las Nubes. Teodoro Rentería Arroyave, por Comentario a Tiempo y Pablo Rubén Villalobos, por Carta Abierta, opinión. Bien por la colega Eva Virginia Castillo, periodista de Puebla: “Al burrito por delante, para que no se espante”. Asiste la razón.
A las 15 horas llegamos, no menos de ciento veinte comunicadores al campus Ensenada de la Universidad Autónoma de Baja California.
En la escuela de Enología y gastronomía aguardaban nuestros anfitriones: veintidós estudiantes que prepararon los alimentos. Todos vestidos de blanco. Escrupulosamente limpios, con cofia y delantal, ellas. De ellos, no recuerdo.
Depositadas en grandes ollas de metal, las revisé, langostas, ya preparadas. Atún de diversas formas. Camarones con almejas. Ostiones ya gratinados. Filetes, de res y pescado, bien recortados. Tasajo. Verduras de mil colores. Agua fresca de guayaba y, por supuesto, el vino. Solamente tinto. No hubo blanco. O no nos dieron. Fue una delicia. Comer de todo un poquito.
Al término de los postres, extraordinarios, perdón por tanto adjetivo, Tedy Raúl Rentería Villa, explicó a la directora general del plantel, la función de Fapermex y del Conalipe. Antes de concluir, ya restituida la luz, por el micrófono abierto, invitó a un colega agradecer el convivio.
Carlos Ravelo Galindo, improvisó y dijo a la maestra:
“Doña Norma Angélica y todos sus alumnos que nos ofrecen suculentas viandas. Estamos conmovidos también por los excelentes vinos. Como bien dijo don Teodoro, hijo, fuimos, somos bien recibidos con estos, estupendos guisos. Déjenme decirles a todos, muchas gracias amigos anfitriones, porque han hecho felices a este grupo de simples y humildes, casi todos, comunicadores”
Por último, les platico que después de cada gira, como buen creyente, confieso a un Padre mis pecados. Y él, después de oírme, en lugar de perdonarme. Me bendice.