El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
Estar preso del miedo
Luego de enterar al pueblo de México de sus intenciones con las amenazas del norte, tal parece que la paloma, de pronto, comenzó a despertar al Águila que arriba del nopal devora a la serpiente, en nuestro Lábaro Patrio.
No es malo creer que el mandatario desertó de un mal sueño, y enfrenta la realidad, ya despierto. Porque hay que recordarle lo que dijo.
Eduardo Galeano, con tanto conocimiento de la crisis de Latinoamérica:
“Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen”.
Hablar de crisis económica en pleno problema resulta muy complejo. Incluso la doctora Rosa Chávez Cárdenas, escritora, poeta y periodista, se dio a la tarea de preguntarles a sus amigos cuál crisis les había afectado más.
Insiste que en cada que inicia el año nos asustan con el incremento de precios y del dólar. Pero, reconoce, que muchos ya nos acostumbramos a vivir en crisis, al fin que cada día trabajamos más y ganamos menos.
El coraje se acumula por las malas administraciones, la corrupción y el clientelismo de los cuates del gobierno en turno. Dice.
Inmersos en el gasolinazo, predomina una sensación de desánimo y apatía, de resistencia y rebelión. No solo tenemos una crisis energética. Son varias, como en otros países: laboral, alimentaria, ambiental, política, cultural y la pérdida de legalidad asociada a crisis de valores. Si la crisis ambiental fuera un banco ya lo hubieran rescatado.
El capitalismo en el que estamos inmersos es un sistema económico y social en el que las crisis son inherentes a su expansión, bajo la conocida fórmula de privatizar los beneficios y socializar las pérdidas. Para los griegos la crisis invitaba a pensar en la superación, la veían con optimismo, ya que provocaba la reflexión y distintas posibilidades de cambio.
Para Aristóteles, las crisis eran fracturas de racionalidad de los asuntos civiles que obligaba a nuevas alternativas para mejorar los desacuerdos sociales. No pensaban la crisis como estancamiento.
En tiempos de crisis, por el clima, la guerra y las enfermedades, los griegos se lanzaban a los torneos, al teatro, al deporte, a los festivales de oratoria y las artes.
Los romanos lo cambiaron por el circo.
En la edad media el aprendizaje de los griegos cambió. La caída del imperio romano dio paso al Feudalismo. La riqueza en manos de unos cuantos.
Se dio el lugar al Poder de Dios, y desde entonces se le ha dejado al Creador la solución de la crisis.
En la cultura occidental se ha olvidado que la crisis exige cambio. Compromiso para resolver los asuntos de la sociedad con la fuerza de la esperanza y la confianza en el poder humano para resolver conflictos.
La burguesía avariciosa, poco reflexiva convirtió a la crisis en una tragedia, lloraban sus pérdidas.
Hoy en día los que acaparan la riqueza se sirven del despojo y de la explotación del que menos tienen.
La acumulación de riqueza es fundamental en el sistema económico de una crisis total, que trata de salir adelante. No como lo hacían los griegos, en la algarabía de la esperanza. Ni los monjes medievales, en medio de rezos. Se servían del despojo de los que menos tienen.
Siempre se acumula a costa de otros y cuando así no sucede, aparece la crisis.
La característica del capitalismo como sistema económico es su inestabilidad. Ocasiona una gran incertidumbre, depresión, desánimo, coraje y desconfianza.
Siempre acumular riqueza en las manos de unos cuantos, provoca explotación laboral, despojo y deshumanización.
El capitalismo nos volvió compulsivos: consumistas, dependientes, hedonistas y nos deja un gran vacío.
El Presidente Trump es otra excusa. No el origen del problema en nuestro país.
Sino el gasto excesivo, la deuda tan elevada y sin control de lo que reciben y roban, es la palabra, ya hay denuncias y persecuciones, algunos gobernadores.
Debe ajustarse el gasto a tiempo.
Los dueños de los partidos políticos son como los señores feudales de la edad media. Llegan a servirse. No a servir al pueblo, que les paga.
Eso entre otros, es lo que tendrían que ajustar, el financiamiento a los partidos políticos.
Concluye ella.