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CIUDAD DE MÉXICO, 22 de octubre de 2016.- Para el padre Alejandro Solalinde el grupo de mujeres conocidas como Las Patronas –que desde 1995 han asistido a los migrantes centroamericanos que van colgados del tren La Bestia, a su paso por la comunidad La Patrona, en el municipio de Amatlán de los Reyes, Veracruz– son “un signo del México solidario que podemos ser; un esquema de amor, servicio y humanidad”.
Así lo planteó, se informó en un comunicado, durante la charla Labor Humanitaria con las Personas en Tránsito, en la 16 Feria Internacional del Libro en el Zócalo de la Ciudad de México, donde se reunió por primera vez en este evento con la coordinadora de este voluntariado que da alimentos y agua a los migrantes, Norma Romero, y la colaboradora Karina Aguilar.
“Las Patronas no son cocineras que dan comida a los migrantes y no son simplemente asistencialistas; Las Patronas son una buena noticia y son un signo del México solidario que atiende y apoya a quienes prácticamente son ignorados o violentados”, expresó Solalinde.
Nominado al Premio Princesa de Asturias y ganador del Premio Nacional de Derechos Humanos 2015, este colectivo también es un ejemplo de rebelión ante poderes establecidos que han venido perjudicando de muchas maneras a este sector vulnerable –consideró–, puesto que se han levantado valientemente para defenderlos.
“Se acercaron a la experiencia de los migrantes, los escucharon, perdieron el miedo hacia ellos y descubrieron sus necesidades. Sobre todo, descubrieron que son hermanos nuestros con muchas necesidades y sueños, pero también con muchas amenazas”.
Frente a un vasto público que llenó el Foro, este sábado, Solalinde destacó que hay dos fuerzas en tensión ante el fenómeno migratorio de aquellos hondureños, salvadoreños, nicaragüenses, guatemaltecos, e incluso paisanos del sur de México, que se dirigen hacia Estados Unidos en busca de un mejor futuro para su familia.
“Algunas personas están demasiado contaminadas del capitalismo, del amor al dinero o la adicción a él a costa de quien sea, a costa de sus propios hermanos. Suelen comerciar con los seres humanos con fines de explotación laboral, sexual, secuestros, violaciones y feminicidios.
“Pero hay otras que se están solidarizando y reconociendo lo más valioso como seres humanos. La buena noticia es que se está formando una corriente solidaria con las personas migrantes y sus derechos humanos. Es una cuestión de fe y espiritualidad, no sólo de religión”, agregó el sacerdote católico.
Solalinde reconoció que la Arquidiócesis de México ha estado ausente ante el problema de los migrantes y muchas veces no abre sus puertas para solidarizarse con ellos.
“Es tiempo de definiciones y necesitamos de todos; los migrantes en los últimos 12 años han ayudado a definir a la sociedad en derechos humanos y estamos obligados desde la sociedad civil a aprobar leyes que cada día protejan más a las personas migrantes. Nosotros somos la Iglesia y estamos cambiando desde abajo”, aseguró.
Las Patronas, una labor espontánea
A pesar de los problemas que Las Patronas han encontrado al asistir a los migrantes a su paso por México, siendo acusadas incluso de accionar ilegalmente, no quitan el dedo del renglón y continúan cada vez más comprometidas a seguir difundiendo el mensaje en apoyo a estas personas en tránsito.
En entrevista, Norma Romero, coordinadora del grupo Las Patronas, platicó sobre el surgimiento de esta brigada, que durante 21 años ha apoyado con alimentos y agua a los centroamericanos y nacionales que muchas veces son violentados en su tránsito por México, y sufren de enfermedades y hambre.
“Nosotras no teníamos idea de lo que iba a pasar ni a lo que íbamos a entrar. Esto nació como obra de Dios, porque no teníamos la idea de dar de comer a los migrantes que venían de Centroamérica. Fue algo que se dio espontáneo, nos llamó la atención el voltear a ver el tren y escuchar a la gente con un acento extraño”, relató Norma Romero.
Dos hermanas que salieron a comprar pan y leche vivieron la experiencia de ver cómo la gente pedía comida, por lo que se cuestionaron quiénes eran, de dónde venían y porqué estaban ahí. “Tuvimos la oportunidad de acercarnos a ellos, perderles el miedo y platicar sobre los motivos por los que salen de su país, como la falta de trabajo, la violencia y su sueño de una mejor vida”, compartió.
Comenzaron por repartir comida para 30 personas, pero fueron aumentando la cantidad y perfeccionando el proceso de recolectar alimentos, como frijol, arroz, tortilla y diversas frutas de temporada de la región, así como en el proceso de cocinar y entregar el apoyo.
Fue a través de un documental realizado por jóvenes del Tecnológico de Monterrey que su labor comenzó a ser difundida y reconocida por los medios y la población, obteniendo con ello apoyo y voluntariado, que se transformó en una red en favor de los jóvenes, mujeres y familias completas que viajan en el tren conocido como La Bestia.
“La migración centroamericana era un tema que desconocíamos, incluso los países de donde venían, pero el reconocimiento nos ha llevado a no sólo dar comida sino a estudiar sobre el tema de derechos humanos e inmigración para poder defender la causa y hacer las cosas mejor”, expresó Norma Romero.
“Quiero decirles que la respuesta de la gente fue sorprendente al compartir este mensaje de hacerle ver a las personas que deben valorar lo que tienen; y no estigmatizar a los migrantes como delincuentes”, agregó la representante de las 12 mujeres que actualmente trabajan en la comunidad La Patrona, además de voluntarios.
La difusión de su labor ha llevado a Las Patronas a visitar otros países, cuestionar el trato que recibe el migrante en otras partes del mundo y apoyarlos en sus denuncias. “Tenemos muy claro que la situación no iba a ser fácil, pero vimos que esto iba a funcionar en la comunidad si teníamos el apoyo del sacerdote”, detalló Norma Romero.
Y agregó que esta iniciativa de solidaridad les ha dejado una gran recompensa adicional. “Las satisfacciones son muchas. Primero, el poder ayudarlos y que logren el objetivo de llegar a Estados Unidos; después, la gente que ha creído en nosotros y nos mandan mensajes hermosos que no creemos merecer”.
En los últimos meses, Las Patronas han participado en encuentros binacionales entre México y Estados Unidos, conociendo a compañeros con proyectos similares y con la convicción de seguir formando redes de colaboración. “Creo que los gobiernos tienen mucho que hacer sobre el tema, sentarse a dialogar y entender que se trata de seres humanos”, concluyó.