Corrupción neoliberal
¿Qué hacemos con Ricardo Peralta?
En otras administraciones hubiésemos tenido su renuncia “por motivos personales” de inmediato.
Los nuevos tiempos traen, también, una extrema tolerancia con las equivocaciones de los funcionarios públicos. Incluso aquellas que implican actuaciones fuera de la Constitución.
Porque, diga lo que diga en sus entrevistas, eso fue lo que hizo el subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta, al reunirse con delincuentes.
Especialmente si nos referimos a los de la Huacana, Michoacán, que como todos sabemos secuestraron a militares para obtener, a cambio de su libertad, un arma calibre 50.
¿Qué sentido podía tener esta actuación? Que, sobre todo, ya enterado el primer mandatario expresó su repulsa.
Se trataba de llenar el vacío de la insulsa actuación de la titular de Gobernación que parece dedicada a “recibir” a personas para “platicar”. De trepar por cualquier medio en el organigrama, de hacerse “necesario”, de hacer política en el más antiguo y perverso estilo.
Que, todo indica, es el favorito de Ricardo Peralta.
Aparecer en público, además, con estos delincuentes llevaba la intención de los reflectores, a los que es tan afecto el funcionario.
Todo comenzó con declaraciones de gobernadores, indignados por esta actuación, que hicieron del conocimiento público que el gobierno federal, en la persona del subsecretario de Gobernación, estaba en negociaciones oscuras con personas que actúan fuera de la Ley, a quienes llaman abiertamente criminales.
La pobrecita de Olga Sánchez Cordero, que por más que intenta vestirse como hombre, que pretende disimular su natural encorvamiento, no logra conseguir respeto, hizo una “ingenuas” declaraciones sobre estas “negociaciones” que, a continuación, fueron negadas gritando que habían sido “editadas”. De ahí, controversia grande en redes sociales, el tema se fue a las mañaneras.
El Presidente, que es un excepcional comunicador, de entrada “bateó” la pregunta. Supongo que pidió información. Extraño que no fuese enterado de un tema tan delicado, con todas sus implicaciones, entre ellas la indignación hacía el interior de las fuerzas armadas. Y, con la apertura que tiene, López Obrador procedió, en la “Mañanera” del jueves, a desaprobar esto.
Ricardo Peralta no renunció, pero algo debe haberse movido fuerte cuando López Obrador dijo: “… él tomó esta decisión porque lo invitaron a participar, pero se le ha pedido que se ajuste a lo que establece la Constitución y las leyes”.
¿No conocía las implicaciones graves de estas reuniones? ¿No le avisó a su jefa directa? El gobernador Silvano Aureoles afirmó: “Me duele que los que ultrajaron y maltrataron a los soldados de México, los premien. Viene el Subsecretario Peralta a darles dinero a los delincuentes”.
Simplemente estos señores de la Huacana, Michoacán, actuaron como criminales. Y de esto existe un testimonio que todos vimos. ¿Con quién está el subsecretario que cuando era titular de Aduanas nombró a otro delincuente?
A Peralta le resultará muy difícil remontar esta cuesta. Al gobierno de López Obrador lo metió en un problema sin necesidad. Lo que nos resta es esperar que las palabras del Presidente sean una orden para todos. No queremos funcionarios que actúen fuera de nuestras leyes, por ningún motivo.
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