Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
¿Las exequias del PRD?
La elección de una nueva dirigencia del PRD por la renuncia de Agustín Basave, después de los comicios en doce entidades, parecía estar resuelto a favor de Alejandra Barrales, secretaria de Educación de la Ciudad de México, pues el camino estaba aparentemente pavimentado por los amarres de las principales tribus, ADN, Foro Sol, Vanguardia Progresista y Nueva Izquierda.
Sin embargo, las fuertes presiones que se acrecientan entre los grupos perredistas, algunos de ellos con evidentes intereses en subirse a un proyecto presidencial, como es el caso de los gobernadores de Morelos y Michoacán, Graco Ramírez y Silvano Aureoles, respectivamente, han metido de nueva cuenta al partido en una crisis, como ha sucedido en prácticamente todos los procesos de renovación de la dirigencia nacional.
Ambos gobernadores aparecen hoy públicamente como los adversarios más fuertes a las aspiraciones presidenciales del jefe de Gobierno de la CDMX, Miguel Ángel Mancera Espinosa, que al paso del tiempo parece alejarse por la crisis interna que vive el PRD en la capital del país, en donde la competencia electoral de Morena, partido nacido de sus entrañas y encabezado por el ex jefe de Gobierno y virtual candidato a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, se fortalece constantemente.
En el escenario del 2018, es claro que la batalla electoral en la Ciudad de México será una de las más cruentas entre el PRD y Morena, en ella confluirán intereses y actores que buscarán bloquear al contrario, pero las posibilidades de una alianza electoral no está descartada en el horizonte de ambas organizaciones de izquierda, particularmente en el PRD, pues muchos de sus dirigentes y actores, lo ven como la única posibilidad de alcanzar un éxito relativo y una garantía de sobrevivencia partidaria para el futuro.
La tarea no será fácil, porque el actual gobierno de la CDMX tiene enfrente a una ciudad que enfrenta a graves dificultades, una metrópoli que vive en los límites de recursos fundamentales para su sustentabilidad como son el agua, el transporte, la basura, la seguridad pública, la movilidad y la crisis ambiental que ha desgastado el capital político del propio jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera Espinosa.
No obstante, el escenario político de la izquierda, más allá de las encuestas cuestionadas y de las contradicciones entre los grupos y tribus que conforman al PRD, hay un conjunto de factores políticos objetivos en el país que podrían aprovecharse si las diversas organizaciones, evidentemente de Morena, logran tender los puentes y los acuerdos para ello.
La incertidumbre económica, la inseguridad y el malestar social por la corrupción de gobiernos estatales priistas, que tienen en bancarrota a sus entidades federativas y que podrían ser sujetos de procesos judiciales, y la fractura interna del PRI que propició la mayor derrota electoral de 7 gobiernos estatales, la más grave después del año 2000, sin olvidar el peso de los factores externos, que como nunca gravitarán en la política interna: una probable agudización de la crisis europea y la derechización del próximo gobierno de los Estados Unidos, principal socio comercial de nuestro país.
Todos estos elementos representan desde la perspectiva de la izquierda una oportunidad de reposicionamiento electoral, por ello cala fuerte en los grupos tradicionales de la derecha que su principal adversario ideológico y electoral mantenga su “clientela política populista” al solidarizarse con los movimiento sociales, algunos altamente radicalizados como el de los maestros de la CNTE.
Por lo pronto el conflicto magisterial en el sur del país que amenaza extenderse a otras entidades y los costos que ha tenido la derrota electoral priísta de junio pasado ya cobró su cuota, pero que podría ampliarse ante el evidente desgaste del equipo presidencial y una banca que parece no espantar a sus adversarios.