La nueva naturaleza del episcopado mexicano
Estimado lector en torno a las celebraciones internacionales del Día Mundial de las Librerías y del Día Nacional del Libro, te comparto una de mis obras llamada El Lector, creado en la técnica del pastel. Esta imagen representa la transformación de un hombre al leer y de cómo los libros multiplican nuestro potencial al ir acumulando más conocimientos.
Las librerías son aquellos establecimientos que tienen a la venta una gran variedad de libros de gran diversidad temática. El placer que produce visitar una librería es indescriptible, porque da la posibilidad de descubrir nuevos temas, autores y por ende obtener nuevos conocimientos. A pesar de las circunstancias de nuestros tiempos donde todo lo digital domina el mundo, las librerías buscan ser nuevos centros culturales de esparcimiento, con el fin de mantener a su público y atraer a las nuevas generaciones.
En nuestro país contamos con librerías legendarias como la librería de Cristal que alguna vez fue parte de la Alameda Central de la Ciudad de México, demolida en 1973, o las tradicionales librerías de usado en la Calle antigua de Donceles, nombrada así desde 1524, calle repleta de librerías que resisten a las excesivas rentas del Centro histórico o a la creación de nuevas placitas comerciales. Además, las independientes que también sortean a nuevos autores y proyectos sin mucho presupuesto, y las que son grandes cadenas como por ejemplo la Gandhi, famosa por su publicidad en espectaculares, presente en varias tiendas departamentales y es un referente en el país con 43 librerías y la primera en vender de forma electrónica libros desde 1996. Otras más respaldadas por el gobierno como el caso de librerías Educal, o el Fondo de Cultura Económica que cuenta con 28 librerías en el país y ocho filiales en el extranjero como Estados Unidos, España y algunos países latinoamericanos.
En nuestro país el Día Nacional del Libro se celebra el 12 de noviembre en honor al nacimiento a Sor Juana Inés de la Cruz, conocida como La Décima Musa, quien con dotes extraordinarios de inteligencia desde los tres años aprendió a leer y a los ocho años escribió su primera obra literaria en náhuatl y español Loa al santísimo Sacramento.
Por las razones antes mencionadas queridos lectores, los invito a visitar estos centros del saber. Porque en la medida que las librerías continúen con su loable labor, existirán polos de encuentro para que la gente ávida de ojear un buen libro pueda sumergirse en otras realidades, alejados de las parafernalias multimedia de las nuevas plataformas digitales.
La mejor manera de no repetir los errores del pasado y homenajear y recordar a los que ya no están con nosotros, es repetir sus voces y las victorias de otros tiempos a través de la palabra y la poesía dentro de los libros.