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La quema de libros destruye el conocimiento
La decisión tomada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de presentar una denuncia contra los que agredieron a la casa de estudios el pasado 21 de de julio y saquearon la librería Julio Torri, quemaron libros y destruyeron parte del Museo de Arte Contemporáneo, es importante ante el ascenso de la actitud agresiva en manifestaciones. Es urgente detener esos actos. La acción que realizaron, como siempre pasa, personas encapuchadas, fue rechazada por la Presidenta Claudia Sheinbaum y la jefa de gobierno de la CDMX, Clara Brugada. Es importante que las agresiones en general tengan como punto central el derecho. Ya no se puede aceptar que en cada acto de manifestación, que se realizan casi a diario en una ciudad que es también un estado y que merece tranquilidad y respeto, los culpables queden libres. Por eso vale recalcar lo que hace la UNAM, acudir a la ley. Una denuncia para que los culpables sean sancionados. No es represión, es la aplicación de la ley.
LA QUEMA DE LIBROS DE LARGAS HISTORIAS, LA HACEN IGNORANTES Y FASCISTAS
La quema de libros es parte de la historia negra de la humanidad y la lista es larga a través de los siglos. Ya la hemos sufrido aquí con los libros de texto gratuito impulsada esa quema por la derecha. Pero hay una destrucción aunque no sea quema que es incomprensible en un mundo de los negocios. La que hacen los dueños de editoriales cuando sus ediciones no se venden en tiempo. Destruyen riqueza y conocimiento al mismo tiempo. El rescate de libros que se venden en el monumento de la Revolución en festivales, puede ser el de una o varias de esas evitadas destrucciones. Los que destruyen embozados, son personas que carecen de todo conocimiento de lo que es el libro o bien quieren agredir con sus acciones a los que sufren ante esos hechos. Tal vez eso pasaba con las encapuchadas en las marchas del día de la mujer, porque también hubo quema de libros varias veces.
QUEMAS HISTÓRICAS QUE VALE RECORDAR PARA EVITAR QUE SE REPITAN
Aquí recordamos a menudo la quema de 8 mil libros hecha por el estado islámico, en pleno 2015. Siempre hacemos mención de una de las más famosas e impresionantes, la realizada en decenas de plazas el 10 de mayo de 1933, con el repunte del nazismo en Alemania. Fueron quemados miles de libros entre cuyos autores estaban Brecht, Marx, Remarque, Hemingway, Gorki, dos de los Mann, Jack London y hasta los libros del mítico Bruno Traven, entre muchos. Como no podían quemarlos a ellos, quemaron sus ideas. La hoguera de las vanidades se llamó esa barbarie, en recuerdo de la que ejecutaba el fraile dominico Savanarola en la Piazza de la signora en Florencia a fines del siglo XV, para incinerar lo que él consideraba cosas malditas. Incluso en México se realizaron quemas de libros en concordancia con aquel acto, de parte de los nazis que vivían en la capital. Y vale recordar otra vez a Tom Wolfe.
El LIBRO LA HOGUERA DE LAS VANIDADES, DENUNCIÓ EL FASCISMO ACTUAL
Como metáfora de aquellas infames quemas de libros, usa el título el escritor estadounidense Tom Wolfe, en su famosa novela satírica, La hoguera de las vanidades (1987, Anagrama 2002), que después fue llevada al cine. Es un best seller que se adhiere a la línea de los grandes narradores que desnudaban a una sociedad superflua, torpe, con gobiernos corruptos y autoritarios. Como ahora pasa en su país con Donald Trump. Y es a partir del entorno de todas las clases sociales, como Wolfe va exhibiendo también las miserias que yacen en todos esos ámbitos, gobernantes, magnates, abogados, periodistas, mujeres vividoras, líderes religiosos, la familia convencional, activistas, grupos sociales demandantes, etcétera. Cada quien incinerado en esa hoguera de vanidades que Wolfe hace larga y quemante y en la que desde luego no se incluye ¡Como se extraña la prosa de Faulkner!, pero Wolfe era encantador, todo un personaje, era de 1931 y murió el 14 de mayo de 2018 a los 87 años. Se recuerdan los aciertos y los muchos nombres de sus tesis que miles leyeron en El nuevo periodismo (Anagrama 2012), mientras se indignaba con todos esos trogloditas que emulan la quema de libros. Y lo haría con esos encapuchados que lo están haciendo en México en estos días.