Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Despenalizar el aborto y la presión católica
A propósito de los cambios que se avecinan en el Código Penal Federal, planteados por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la ONU ha celebrado el hecho, sobre todo por la protección a adolescentes y niñas que por edad y sus condiciones tienen que someterse al aborto. El absurdo de que las mujeres dueñas de su propio cuerpo sean penalizadas por decidir no tener hijos, es considerado por el organismo internacional, como en efecto lo es, como algo ilegal. Los artículos que agreden de esa manera a las mujeres serán derogados según ese mandato, de los pocos en los que en los últimos tiempos la Corte ha tenido sensibilidad. Como era de esperarse, ya respingó la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), al señalar que no es obligatorio para todos y que los congresos de los estados no tienen porque acelerarse para que los códigos eliminen la penalización. Como siempre en su conservadurismo que ataca a las mujeres, la CEM se opone a lo más humano y legal que debe hacerse con las mujeres que han abortado de su propio cuerpo.
LA IGLESIA CATÓLICA PONE FRENO PARA SUSPENDER EL CASTIGO AL ABORTO
Las décadas pasan y las mujeres siguen llevando la letra escarlata en el pecho, señaladas por un conservadurismo que se apropió del cuerpo femenino para ponerle marcas, como si fueran vacunos. En su momento, el papa les hizo la concesión de perdonarlas por haber abortado, con un perdón limitado además, para colocarlas en una especie de limbo existencial. El papa Francisco ha ido transitando del involucramiento inicial con los militares argentinos, a una imagen más abierta, más consecuente, sin llegar a ser progresista. Ha tocado temas cruciales en la forma, sin llegar al fondo y sin convertirse realmente en un reformador. La iglesia católica que ha utilizado en siglos de vida las creencias en un dios externo del que también se ha apropiado, cifra su poderío -a veces tambaleante y desacreditado-, en la fe de sus fieles. Sin esa fe, que trata de alimentar cada día a veces con amenazas de condenación y excomunión, dicha institución no existiría. Y en el caso de las mujeres alimenta en forma permanente una culpabilidad que penetra arrasante en las que creen, sobre todo cuando se trata de emociones personales o decisiones fundamentales como tener o no tener un hijo. Según esa iglesia, ellas no tienen porqué decidir, si para eso están los curas.
EL OSCURANTISMO EN LAS LEYES, ES EN CONTRA DE LAS MUJERES
Ahora, después de la resolución de la Corte, la jerarquía pretende portarse generosa “Porque hay un problema social evidente que debemos atender como pastores”, lanzando de paso la advertencia de que los congresos locales no deben acelerarse a realizar los cambios ordenados a los artículos 330, 331, 332, y 333 del mencionado código federal. Ha sido parte de esa religión, su condena contra aquellos que promueven leyes a favor del aborto. Con un manto de oscuridad cubren al mundo, que como en aquella obra de Nathaniel Hawthorne solo alcanza a las mujeres, aunque el escritor estadounidense da un giro para juzgar como un gran cuestionador. Hawthorne publicó por primera vez La letra escarlata (Editorial Valdemar 2006) en 1850, y desde entonces ha sido profusamente editada, pese a que muchos prefieren sus cuentos, como La hija de Rapaccini por ejemplo, que inspiró a algunos famosos escritores mexicanos, entre ellos Octavio Paz. Pero aquella es su obra maestra, por la que se mantiene como uno de los grandes escritores estadounidenses del siglo X1X. El tema, llevado al cine en 1995, cuestiona las prácticas oscurantistas que aplicaban los puritanos de Nueva Inglaterra en el siglo XV111 contra la mujeres, cuando habían cometido alguna falta moral. Hester Prynne, mujer independiente es obligada a llevar una A escarlata en el pecho, acusada de adulterio. La cárcel, el escarnio y el desprecio público a que es sometida, no doblegan su posición y el autor la rescata y la envía a Inglaterra a rehacer su vida. Hawthorne, nació en Salem en 1804 y murió en 1864, una cuna de quema de brujas por los propios puritanos, de la que recreó los oscurantismos que manaban de las religiones protestantes, que en lo referente a las mujeres no desmerecen en nada de la iglesia católica.