Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Richter y el alerta de los tres microsismos
Los tres microsismos ¿Pueden ser un alerta para la gran ciudad? Nos hizo falta Charly Francis Richter, quien además de haber sido un gran físico experto en sismología, tenía un gran sentido del humor. Cuando le preguntaban qué hacer en caso de un sismo, respondía que había que permanecer en el lugar en el que se estaba ¡y encomendarse a dios! No se sabe cuántos de los capitalinos y millones de peregrinos que sacian la ciudad se habrán encomendado a la Virgen de Guadalupe porque la tenían cerca. Pero las zarandeadas en tres ocasiones en la capital sorprendieron y asustaron a gente que ese día celebraba el gran homenaje a la virgen que honra multitud de mexicanos. Fue un susto porque muchos de ellos se quedaron por largo tiempo en la calle. En algunas colonias las calles estaban saturadas y frente a algunas oficinas como la de Hacienda, había pasado una hora y los empleados todavía estaban afuera, como si se tratara de un día de recreo. Aprovecharon los sismos para echar una cana.
LA GENTE SALE APRESURADA, PERO AFUERA PUEDE HABER EL MISMO PELIGRO
Los tres microsismos ocurridos después de las once del 12 de diciembre la verdad es que fueron bastante agresivos en su expresión. Los sismos tradicionales empiezan con un zangoloteo fuerte por lo general rítmico, pero aquí en estos tres hubo una gran zarandeada y aunque han sido calificados por los expertos como de poca importancia, si lo fue al menos anímicamente. Además, un movimiento tan brusco puede tumbar algo y golpear gravemente personas. Lo que llama la atención fue el resguardo que buscó la gente en la calle, cuando al lado de ellos estaban postes, árboles y enfrente el mismo edificio que acababan de dejar, que en caso de seguir el peligro se les podían caer encima. En la capital en donde hay muchas calles estrechas por lo general sobresaturadas de árboles y otras cosas, es difícil encontrar a veces lugares descubiertos como baldíos o estacionamientos, donde se puede tener más seguridad. Lo que más llamó la atención fue la información tardía del fenómeno y el hecho de que se diera en porciones porque el Sismológico todavía no tenía un criterio. Para los que vivimos cerca del epicentro (yo casi esquina con la avenida Revolución parte de ese epicentro) la fuerza de los sismos si fue grande. Pero ahí resistimos.
RICHTER, LA ESCALA SISMOLÓGICA, Y LAS FALLAS EN LA CDMX
El gran físico nacido en Pasadena y fallecido en 1985 en California, fue uno de los que avizoró la escala completa para detectar los sismos, cuando ya existía una más limitada, la Mercalli. Desde muy joven metido en la física, tuvo esa curiosidad como quizá la tenemos nosotros a veces no muy satisfecha, sobre el origen de los sismos, sus causas y qué hacer para evitar los daños que causan. Aliado a su maestro Beno Gutembeg, dedicaron ambos parte de sus investigaciones a este fenómeno. Richter fue siempre muy precavido. Con frecuencia hacía llamados a estar consciente de esa reacción de la tierra y tener precauciones permanentes. La escala sismológica que descubrió y que más tarde allá por 1935 fue llamada precisamente la Escala de Richter, logró investigar del 0 al 9, la causa de los sismos: las fallas geológicas que producen movimientos y terminan por generar espasmos telúricos a veces de gran magnitud y gravedad. Eso sucedió en la Ciudad de México con el sismo del 19 de septiembre de 1985, cuando Richter aún vivía y se enteró del gran terremoto. Murió once días después el 30 de septiembre de ese año. La excelente revista que editaba en ese entonces el Conacyt, dio fe de lo que opinaba y había hecho el gran científico en torno a los sismos. Aunque ya habíamos tenido otros sismos, en esa fecha se empezó a tomar interés en nuestro país por ese flagelo y periódicamente en la CDMX y otros estados, hacen simulacros para alertar a la población en su resguardo. Entre sus muchos aportes Richter dejó uno de sus libros que es fundamental al respecto: Sismología elemental de 1958 (Elizcom S.A. 2021, entre otras ediciones).