La nueva naturaleza del episcopado mexicano
Campaña cara y afrentosa de la oposición
La orden constitucional a los partidos de refrendar la democracia que asume México, está en peligro en esta campaña electoral. Esa orden queda muy clara en el artículo 41 de la Carta Magna y cual debe de ser el papel de los partidos. Es algo que los órganos electorales están dejando pasar sin intervenir, porque en las campañas al parecer todo se vale. El tribunal electoral sanciona algunos excesos o presuntas promociones fuera de contexto, pero lo real, lo que está liquidando el gran esfuerzo para imbuir la democracia en el país, no se ha tocado. La libertad de expresión no avala el desboque, ni el derecho a la publicidad de los actores implica rebasar los límites del respeto. Hay que recordar que ese sistema propugna la cultura y formas de actuar que eleven esa cultura y el valor de nuestra idiosincrasia.. Derrapar a diario posiciones violentas, degradantes, sucias, agresivas, no combina con el sentir del gran pueblo mexicano, de una cultura ancestral reconocida en el mundo, como lo ha señalado AMLO últimamente ¿Cuánto dinero está gastando la oposición para buscar, desesperada, recobrar el poder? Lo que está haciendo la mujer inventada por ese grupo de políticos ya desechados por el pueblo, es bajar el nivel de una contienda y lo hace con puñados afrentosos de dinero en un pueblo con grandes necesidades, y con una actitud violenta que se trasmina a comentaristas y medios.
CAMPAÑAS QUE SON AGRESIÓN PARA EL PUEBLO, DENUNCIA UN LECTOR
La llamada de atención que hace un lector de La Jornada el 16 de enero, acerca del gasto desproporcionado que se ve en las campañas y las imágenes de la candidata opositora reproducida por todas partes, sin que en ello haya un valor expreso de ser promovido, debe ser tomada en cuenta por los órganos electorales. La gente ve por todos lados la imagen de una mujer que no conocía, cuyas luchas públicas nunca fueron evidentes, una mujer de cuerpo abultado que encubre con vestidos amplios y que echa peroratas sin duda escritas por sus promotores. La lucha política cae en tales dimensiones que una campaña electoral, aparte de costosa, deja en el pueblo el sabor de lo feo, de lo que no debe ser aceptado, la miseria y la degradación de ciertos competidores. El lector, Benjamín Cortés V, pide la intervención de la fiscalía especializada en delitos electorales para que investigue y sancione el paso de esa contienda que denigra y ensucia a la ciudadanía. Faltan varios meses aún y se inicia la verdadera campaña electoral. Por eso se está a tiempo de aplicar principios y responsabilidades que ya impone la ley.