No olvidemos las periferias/Felipe de J. Monroy*
En supina ignorancia, la candidatura principal del grupo Fuerza y Corazón por México, está redondeando un futuro de megaprisiones para cercar al infractor en una condición de ahogo.
Si la oposición conociera el humanismo en el derecho, sabría que hay una tendencia de décadas para abrir espacios a la rehabilitación y fijar condenas justas que lo permitan.
No tiene nada de raro, porque fueron grandes humanistas de siglos pasados los que descubrieron que el infractor puede redimirse si se abre una esperanza en su vida.
Resulta paradójico que con ese antecedente todavía haya muchos países que aplican la pena de muerte (Estados Unidos entre ellos) y haya cerebros cerrados que proponen el endurecimiento de las leyes con añadidos para los que cometen crímenes más atroces.
Sería un retroceso de siglos.
La cerrazón ante la evidencia de que es la sociedad la que crea a los que delinquen, hace que por el contrario, la propia sociedad proponga penas duras, avaladas por políticos ignorantes y acelere la distancia entre la integración social de un infractor y su propia destrucción cuando el medio lo crea.
Pero el hecho de que se permita el trabajo en las prisiones, el deporte, los estudios incluso universitarios con reconocimiento, las expresiones del arte, en teatro, música, lectura, es parte de ese humanismo que se fue incorporando en las prisiones, aunque haya desviaciones lógicas en medios intrínsicamente complejos.
Cuando la candidata de FCM promete una gran prisión para los infractores más graves, está plateando la concentración de una criminalidad en alto, que carecería de cualquier salida humana y derecho a una esperanza.
Sería como esas cárceles de países que aplican la pena de muerte, que mantienen durante años a presos condenados a esa muerte, en una situación sin salida humana y de destrucción en vida de muchos de ellos. En esa situación están miles y miles en el mundo, porque son muchos los países que aplican la pena de muerte.
Casa vez que aparece alguien que quiere endurecer las prisiones, se piensa en aquel gran humanista italiano que fue Césare Marqués de Beccaria, que fue influido por grandes como Locke, Montesquieu, Helvetius y Condillac entre otros.
En esas corrientes en las que participaron los enciclopedistas, hubo grandes defensores de los encarcelados, no por la exacerbación del delito sino por lo que representaba para una sociedad, el que alguien cometa delitos, En ese tiempo las prisiones aplicaban con crueldad las sanciones y la rehabilitación era escasa.
Todos esos grandes humanistas pensaron de inmediato en primer lugar, en la prevención, algo que los ignorantes de ahora han olvidado y solo piensan en endurecer las penas, en encerrar, pero no en sistemas de prevención del delito que fue la propuesta principal de esos personajes mencionados.
Y en primer lugar las tesis de Beccaria, dadas a conocer en su breve texto De los delitos y de las penas, publicado en 1764.
La tesis de este hombre que nació en 1738 y murió en 1794, en su patria Italia, se concentran en el hecho de que ningún ser humano puede disponer de la vida de otro, tesis que se aplica asimismo al estado. Este no es dueño de la vida de sus integrantes.
Y sobre todo, el principio que fundamenta esas tesis: primero la prevención.