Corrupción neoliberal
Un ángel pintado y el repudio a valores religiosos
La figura del Ángel pintado y lleno de borrones, del Paseo de la Reforma, fue asumido por grupos feministas horas y días después de los actos vandálicos del 16 de agosto, con el nombre de una fémina simbólica llamada Ángela que se les incorporaba. Ha aparecido en muchas imágenes. Extraño comportamiento después de actos de destrucción. Ensañarse contra esa estructura ¿fue un acto fallido del feminismo, mientras vociferaban en contra del gobierno? ¿Qué diría Freud? ¿Había en el fondo un repudio al ángel como símbolo religioso y a sus valores misóginos, mientras vociferaban en contra del gobierno, que después las llevó a arrepentirse? Muy extraño todo. Se ha creado cierta polémica sobre ese comportamiento. Algunos, sobre todo jóvenes, celebran la situación y estimulan actos del mismo tipo. En redes hay intelectuales que llaman a dejar los borrones como un aporte de vivencias en una estructura. Pero ninguno de esos que opinan dicen que han hecho ellos para aportar soluciones. Feministas participantes que llevan a cabo un diálogo con la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum, exigieron de ésta una disculpa cuando quienes vandalizaron fueron algunas de ellas. Se toma un tema, terrible en si, para expresar posiciones políticas propias.
Símbolo religioso en la avenida que conmemora la reforma en contra
Pese a haber sido construido e inaugurado en el porfiriato, la primera piedra del Monumento a la Independencia, como en realidad se llama el Ángel, se colocó en 1843 de acuerdo a datos históricos. Se volvió a poner otra piedra en 1902 y siguieron los trabajos hasta 1910, cuando fue inaugurado por Porfirio Díaz el 16 de septiembre de ese año. La propuesta y el diseño estaban acordes con la concepción del dictador y su cercanía a los valores occidentales, en especial el francés. Como una paradoja, los restos de varios de los libertadores que están en ese mausoleo, fueron sustraídos de donde se encontraban, la Catedral Metropolitana y llevados al monumento que se elevaba, también como una contradicción, en la avenida más famosa del país el Paseo de la Reforma, que ratifica con su nombre, las tesis juaristas. Para algunos es victoria alada símbolo griego, para otros es un ángel, símbolo religioso. Y nuestros libertadores, con las figuras simbólicas en la parte del pedestal en la Apoteosis del padre de la Patria, arriba Miguel Hidalgo y un poco más abajo, José María Morelos y Pavón, Nicolás Bravo, Francisco Javier Mina y Vicente Guerrero, están junto a símbolos y culturas externas. Cuatro de ellas, la llamadas esculturas sedentes, cuatro diosas griegas. Ninguno de nuestros dioses indígenas destacan en ese monumento, quizá porque se les hacían feos a Antonio Rivas Mercado, Enrique Alciati y Roberto Gayol, los artífices de la obra. Nuestra gran cultura no tenía para ellos, la concepción de la belleza europea de los blancos, ni la idea figurativa de los grandes escultores y pintores europeos.
La salida no es violentar: Laura Esquivel
Hay sectores que advierten sobre el peligro que existe al tolerar actos de violencia así puedan justificarse por su gravedad. En una entrevista publicada en la página cultural de La Jornada el jueves 22 de agosto, la escritora Laura Esquivel, advierte que no es una solución de graves problemas, violentar, o “…la fragmentación, las diferencias, la exclusión, el castigo, el juicio, ni entrar en una escalada de violencia”. La autora, que se hizo famosa por su novela romántica Como agua para chocolate (Editorial Debolsillo 2015), señala que “El dolor no está bien, pero tampoco se va a suprimir con otro dolor igual o peor. Podemos sentir como propio el dolor ajeno pero poco abonaríamos si dijéramos que la salida es violentar”. En la misma edición, el editor del Fondo de Cultura Económica Carlos Roberto Ramírez Fuentes advierte en la página del lector, sobre los malabarismos retóricos que hacen algunos comentaristas de medios para justificar la violencia. Menciona entre éstos a Lorenzo Meyer y a Denise Dresser. La permisividad puede ser peligrosa porque otros harán lo mismo o peor. “La protesta es válida, pero por mucho que los grupos que protestan hayan sido víctimas de décadas de abuso, no hay argumentos para justificar los delitos, ni el quebranto del estado de derecho”.