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Cien años del PCM, de la clandestinidad a ente histórico
El Partido Comunista Mexicano, el primer partido fundado en el país, cumple cien años de su creación el 24 de noviembre de 2019. Ha sido el organismo de ese tipo más relacionado a nivel internacional, que el resto de los que han sido registrados y también el más perseguido. Con registros intermitentes en diversas épocas logró el más importante en mayo de 1978 y desapareció en 1981. Partido en toda la expresión de la palabra como lo calificó su emblemático ex secretario general Arnoldo Martínez Verdugo, tuvo la capacidad de autocriticar errores y renovarse. Fundado en 1919, en la decena revolucionaria a la que impulsó como movimiento obrero y campesino, con notables constituyentes en la Constitución de 1917 y en un cúmulo de luchas en los grandes sindicatos ferrocarrileros, petroleros, obreros de fábricas y empresas y en la defensa de hechos históricos como la Expropiación Petrolera, duró 62 Años. A excepción de Lázaro Cárdenas, fue un partido perseguido por los gobiernos ya establecidos desde mediados de los años veinte en el poder. Orillado a la clandestinidad, pagó por sus luchas con muertos, encarcelamientos y agresiones diversas. La apertura que se dio con la Loppe en 1977, lo llevó a su registro con participación en jornadas electorales. En 1981 declinó ese registro y fue parte de la alianza que formó el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) y posteriormente integrante de otros partidos hasta llegar al PRD. Su centenario celebrado por miles de comunistas, gente progresista y nuevas generaciones que buscan el cauce de una real transformación en el país, ha sido retomado por antiguos dirigentes, intelectuales, cuadros comunistas y simpatizantes, para proseguir una lucha que pervive en la sociedad mexicana y que busca allanar el camino hacia una verdadera y comprometida izquierda que rescate al país. La historia comunista en México, sus luchas y sobre todo la autocrítica, han estado presentes desde hace varias semanas con encuentros y conmemoraciones en varios estados, con libros, conferencias, charlas, reuniones, crónicas y sobre todo, con el ánimo de reconstruir un sector que por derecho propio, debe participar en el país.
La presencia internacional del PCM ningún partido la ha tenido
Con el fin de dar una idea de la presencia que llegó a tener el PCM en sectores de la izquierda a nivel internacional y para recordar parte de sus concentraciones masivas ya abiertas –en este caso en el Auditorio Nacional–, reproduzco como crónica en esta ocasión, la que escribí hace cuarenta años al cumplir el partido su 60 aniversario. Es una crónica que fue publicada en su órgano, el periódico Oposición, el 2 de diciembre de 1979, y retomada en el libro La isla que brillaba (Instituto Sonorense de Cultura, premio de crónica 2007), también de mi autoría.
No existe fuerza capaz de doblar a los que luchan: Martínez Verdugo
Eran la 11.32, cuando las primeras palabras abrieron el acto y aquello fue como un estallido, un toque de rebato en medio de un fuego que parecía prendido por las seis mil gentes que llenaban el Auditorio Nacional. Las matracas, los gritos, las consignas, se escuchaban en el ambiente cerrado y las banderas empezaron a flotar en un rojo ininterrumpido que fue el acontecer sucesivo de aquel día. El Partido Comunista Mexicano celebraba sus 60 años de vida.
Todos fuimos ahí, impulsados por algo. Como en un estallido de júbilo, la gente se fue juntando y al poco tiempo la explanada estaba llena de comunistas. Llegaban las células, los seccionales, los grupos regionales. Junto a los árboles del bosque, los camaradas descendían de camiones, banderas en las manos y se juntaban con amigos y simpatizantes de otros países y de otras regiones y formaban un todo.
Adentro y distribuidos por regiones, los camaradas fueron llenando esa caja fría que es el auditorio y mientras entraban con sus banderas en alto, gritaban la consigna central de la fiesta: ¡Aquí se ve, la fuerza del PC!
«Ganar a la clase obrera para el partido de la Revolución”, decía una gran manta en el centro del estrado y junto a los telones franjas rojas circundaban el escudo rojo y amarillo que tiene una hoz y un martillo en el centro.
A los costados, el escudo de aniversario florecía por todos lados. Un círculo es el cero y adentro tiene la hoz y el martillo. Y el seis es un puño estilizado levantándose retador. Junto a él, las mantas de varios regionales, seccionales y de células y de organizaciones infantiles y juveniles.
A los extremos de la gradas, algunas sillas vacías parecían lunares entre el gentío, pero repentinamente se llenaban con contingentes que parecían marchar hacia la victoria. Uno de ellos, el de Tlalnepantla, llevaba las cabezas de sus miembros cubiertas con cascos rojos y al andar gritaban con el puño en alto, ¡Tlalnepantla presente, en la lucha combatiente!
El programa se inicia
¡Vivan los 60 años de lucha!, dijo Claudio Obregón al iniciar el acto, pero no lo dejaron seguir, ¡Dame una P!, decía un compañero desde la nave central. Y la P se elevaba grandiosa repetida por miles de gargantas. ¡Dame una C! Y los puños se alzaban, ¡Dame una M! ¡Y el estallido seguía al júbilo! ¿Qué dice?: ¡P…C…M!
Pero luego el Himno Nacional símbolo que la burguesía quiere hacer suyo, resonó cantado al unísono por voces que entendían el carácter bélico de la canción patria como una guerra de clases. En la que hay que defender a la patria contra el imperialismo y los explotadores internos.
El programa se inició con una hora de retraso, cuando el Comité Central en pleno se hallaba en el centro del estrado y los invitados nacionales e internacionales cubrían las sillas de los costados. Claudio leyó los saludos y presentó a los invitados, entre ellos Santiago Carrillo el legendario dirigente del PCE y junto a él, los cuatro patriotas puertorriqueños Lolita Lebrón, Óscar Collazo, Irving Flores y Rafael Cancel Miranda.
“Y luego, los representantes de Bulgaria, RDA, Etiopía, Nicaragua (desbordamiento total), Hungría, OLP (gritos y aplausos de solidaridad), Polonia, Rumanía, URSS (¡PCUS PCUS!), Vietnam( aplausos interminables al pueblo heroico), Cuba (los ánimos crecen), Yugoslavia, Puerto Rico y otros partidos amigos.
Y en el otro costado, amigos y camaradas, la gente de la Coalición (PSR, PPM y MAUS) y del PMT y del PST Y Nicolás Olivos del SUNTU (¡SUNTU, SUNTU!) y José Chávez Morado el pintor militante y don Natalio Vázquez Pallares del Comité Mexicano por la Paz.
Y luego los saludos largos y nutridos de los partidos hermanos de otros países, el PCUS. Vietnam Polonia, Nicaragua, Guatemala, Portugal, Japón, España. Y de Doris Tijerina la valiente revolucionaria del FSLN y de El Salvador y del Movimiento 19 de abril de Colombia.
La reseña histórica partió del 24 de noviembre de 1919 fecha de la fundación del partido y mientras las claras palabras del reseñador se deslizaban a lo largo de 60 años, los viejos y valerosos militantes que aparecían en los asientos de honor, debieron recordar como en un filme de luchas y represiones, el papel que les tocó vivir en esa historia.
Y del mito de una revolución deformada hecha por las masas, pero aprovechada por la burguesía que hasta hoy se nutre con el sacrificio de la clase obrera y el campesinado. Y de una oligarquía sedienta que se enriqueció sobre los postulados de la revolución burguesa para antes reprimir y matar a sus oponentes.
“No existe fuerza capaz de doblegar a los que luchan” decía una voz y ahí están ellos, –con más de 40 años en el partido– mirando cómo se transforma y evoluciona y autocritican sin traicionar sus ideales”
Y ahí, ante seis mil comunistas, ellos que tuvieron que esconderse en las buhardillas y atravesar la ciudad de incógnito.
En las voz del actor, los años de lucha, la formación en el brumoso noviembre y la influencia notable que el partido tuvo a finales de los años treinta cuando el grupo en el poder decidió institucionalizar el movimiento popular para mantener controlada a la clase obrera y darle al país un enfoque burgués.
¡Valentín Campa!, dijeron y el auditorio estalló. Las matracas dejaron su momento de silencio y sonaron a todo lo que daban mientras las manos se ensamblaban y los gritos repercutían en el local. Las banderas volaron sobre las cabezas, como enormes palomas rojas y todos se pusieron de pie. El viejo magnífico, de frente, en la Comisión Ejecutiva, también se puso de pie y gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas. Cincuenta y cuatro años de lucha combatiente habían pasado ante él
Presos por querer ser libres
De los cuatro puertorriqueños que estuvieron en cárceles de Estados Unidos durante 25 años, Óscar Collazo tomó la palabra. Tiene el pelo blanco pero aún mantiene su cuerpo enérgico. Los otros tres se ven combativos. Lolita, menuda, de dulce expresión, pero todos ellos su juventud ida entre cuatro paredes, pero ganado ese sacrificio para la causa de la liberación.
“Nuestra lucha fue contra el imperialismo agresor y asesino”, dijo Collazo y todos callaban. Impulsos de furia, de coraje, de destrucción del enemigo, debieron de nacer en las entrañas de los presentes.
“Querían a Puerto Rico como botín de guerra” exclamaba y Lolita asentía con la cabeza y el compañero Collazo, con la ecuanimidad que da la edad, la combatividad meditada, explicaba el porqué Puerto Rico debe ser libre y el porqué “el imperialismo agoniza entre las cenizas de su maldad”.
“¡Hermanos mexicanos!, –gritó–, en la unidad está la victoria solamente! Y todos gritaron con él ¡Puerto Rico, Puerto Rico, libre!
Y llegó lo más emotivo de nuestro internacionalismo manifestado con palabras de coraje, las resoluciones del partido en relación a la lucha de liberación que sostiene Puerto Rico: apoyo total, condena a la prepotencia imperialista, demanda del disfrute de la soberanía, apoyo a la autodeterminación, retiro de las bases norteamericanas y reprobación al exterminio de los militantes y a la esterilidad de mujeres.
Y a continuación la lista de las organizaciones amigas presentes en el auditorio, de Argentina, Bolivia, Chile, Perú, Brasil, Guatemala, Uruguay, Canadá, Inglaterra, Portugal, Suiza y otros que se sumaron al júbilo de los comunistas mexicanos, que en esencia es el júbilo de toda la izquierda que sueña con caminar alguna vez unida y fortificada para luchar contra el enemigo común.
Y en el corazón hervía, fervorosa, la frase de Marx y Engels lanzada a los explotados: Proletarios de todos los países, ¡uníos!
Nada nos detuvo: Arnoldo Martínez Verdugo y autocriticó errores
Y mientras aún las matracas sonaban, fue anunciado el secretario general del partido, Arnoldo Martínez Verdugo, cuyo discurso elevó más los ánimos y fijó la posición del partido al concebirlo como un ente con historia, pero renovado.
Y todos se quedaron reflexionando cuando el líder, usando la palabra, elevaba la voz para criticar los errores, porque “el arma de la autocrítica y la renovación de nuestras concepciones estuvo presente”.
Y hablaba de la renovación de las escalas de dirección. “comenzando por el Comité Central” y de que los comunistas no somos un pequeño grupo de agitadores, sino un partido en toda la expresión, capaz de disputar la dirección de las masas a la pequeña y gran burguesía.
El secretario general se refirió a algunos de los camaradas presentes, Santiago Carrillo y los patriotas puertorriqueños y agradeció la presencia de todos y sus saludos.
“Ninguna represión, ninguna intriga lograron paralizar o detener nuestra actividad” dijo y la presencia de todos y la demostración de pujanza y la influencia creciente entre las masas –pero sin haber logrado aún su dirección total–, eran una muestra palpable de lo que decía.
Y todos escuchaban desde sus asientos. Algunos niños caminaban por los pasillos y el escudo rojo y amarillo brillaba bajo la luz intensa de los reflectores.
Que el 60 Aniversario vuelva a ser el punto de partida dijo y luego gritó: ¡Viva el Partido Comunista Mexicano!
Y todo estalló. Una paloma de la paz en minúsculas flores rojas y blancas, llegó a las manos de Arnoldo. La gente se puso de pie y los niños corrieron en los pasillos. Y durante 20 minutos todo fue algarabía y bullicio. El auditorio rebosaba.
A la lucha proletarios
El acto político cedió lugar a la canción política. Y las voces del grupo Víctor Jara vibrantes y enérgicas y la maravillosa voz de Zitarrosa pidiendo solidaridad para su país, Uruguay, y después los Folkloristas en aquella fiesta de domingo en la que se renovaron los ánimos y se robusteció la fe en la lucha.
Todavía afuera, junto a las escaleras, los pasillos y las frías columnas del auditorio, voces armoniosas conjugaban el estado de ánimo:
A la lucha proletarios
al combate final
y que se alcen los pueblos
con valor
por la Internacional.