Itinerario Político
Culpables con nombre y apellido ¿y el silencio y la complicidad?
El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas aclaró a un comentario del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) que los responsables del 68 y de otros hechos represivos y afrentosos que han ocurrido en el país, tienen nombre y apellido, deslindando de esa manera a las instituciones. AMLO se había referido a la actuación contra aquel movimiento de parte del Estado Mayor Presidencial, desaparecido por su gobierno por ser una mancha para el Ejército Nacional. Si se analiza, una institución en su conjunto no participa en un acto represivo, pero a veces es tan fuerte la agresión emitida por un grupo de sus miembros, que los organismos de esas instituciones caen en descrédito y tienen que desaparecer, o cambiar de nombre y de funciones. Uno de esos casos fue la temible Dirección Federal de Seguridad dependiente de la Secretaría de Gobernación, que ya arrastraba oscuras reputaciones cuando su director José Antonio Zorrilla, instigó el crimen de Manuel Buendía. Con el hundimiento de ese organismo se pretendió salvar a la institución presidencial en manos de Miguel de la Madrid, mencionada en no pocos casos como presunta autora del crimen. Dirigentes y miembros de la Unión de Periodistas Democráticos (UPD), así lo sustentaron; fue un crimen de estado. En países militaristas, dictatoriales, fascistas o nazis, sus instituciones con sus policías secretas han trascendido por la negrura de su proceder, eso si con su nombre pleno, aparte de los nombres de los que los dirigían. Y afectado en sus descréditos a los gobiernos que las crearon. Es el caso de la Gestapo de Hitler, la Ovra de Musolinni, La BPS del franquismo, el M15 del Reino Unido, el Mossad del gobierno de Israel, la CIA de Estadios Unidos, para dar unos ejemplos.
Silencio y complicidad también afectan a las instituciones y partidos
Al ingeniero se le olvidó que existen el silencio y la complicidad. En su interés por deslindar a las instituciones, ignoró que estas son creadas y dirigidas por seres humanos. Y que el comportamiento de persona moral, de una institución, involucra a personas de carne y hueso. Muchos de los integrantes del gabinete de Gustavo Díaz Ordaz sabían –como lo señala Cárdenas–, que quienes cumplieron las órdenes y mandatos presidenciales fueron los generales Luis Gutiérrez Oropeza, Hernández Toledo y Masón. Los que lo sabían ¿por qué guardaron silencio, por que siguieron dentro del gabinete hasta el final en diciembre de 1970, avalando al gobierno? Se silenció el caso de Gutiérrez Oropeza, también culpable del sabotaje en el que viajaban Carlos Madrazo y su esposa –lo señala Cárdenas en boca del general Marcelino García Barragán–, y en la que murieron todas las personas que iban en el avión. Todo esto se supo después y se sabe ahora, pero el sistema con sus instituciones, se quedó callado. Salvo excepciones que por lo general se expresaron años después, el priismo gobernante apoyó las decisiones de Díaz Ordaz y hay personas que lo siguieron defendiendo con los años. Cárdenas tampoco dice que una institución desprestigiada, se puede revaluar por un gobierno que tiene un diferente proceder. Incluso cambiar de nombre. Es lo que se trata de hacer actualmente.
Efraín Huerta, los hechos terribles, ‘y Dios no vio nada’
Efraín Huerta fue uno de los grandes poetas del siglo 20. Hombre de palabra fuerte, no fue un consentido de los regímenes del sistema porque era de izquierda y porque no tenía pelos en la lengua. Les hubiera dicho a los que se callaron:
Desde el miedo, desde el pavor, entonces,
hay que hablar, decir las cosas por su secreto nombre
por el nombre y en nombre del poeta y del artista. (De Raíz amarga)
Nacido en Silao Guanajuato en 1914, atravesó parte del siglo, y murió en 1982. Su poesía ya se expresaba en ediciones en 1935, cuando apenas rebasaba los veinte.
Teníamos pues la negra plata de los veinte años.
Nos dividíamos en ebrios y sobrios,
inteligentes e idiotas, ebrios e inteligentes,
sobrios e idiotas.
Nos juntaba una luz, algo semejante a la comunión, y
una pobreza que nuestros padres no inventaron
nos crecía tan alta como una torre de blasfemias. (De Borrador para un testamento).
En la antología del poeta guanajuatense (Efraín Huerta, Grandes Maestros Mexicanos, Terra Nova S.A. 1985) que hizo Carlos Montemayor, recordado por los 10 años de su muerte ocurrida el 28 de febrero, éste señala que la principal muestra del poeta son sus poemas de la ciudad, en su permanente alusión al alba -que todavía es oscura antes de que aparezca la claridad- más en su poema central, clásico, Los hombres del alba, que lo finca como un gran bardo. De su poema a los muertos y agredidos del diez de junio, A mis amigos y compañeros del IPN, reproducimos su parte final,
Dios nos bendiga
Dios, dieces de junio, dioses de siempre
y compadezcamos a dios
que tampoco vio nada.
Finalmente y para relacionar la forma como las instituciones albergan y seducen a algunos y los involucran en los hechos que de ellas se derivan, vaya un poemínimo – término creación original suya– de este gran poeta:
A mis viejos maestros de Marxismo
no los puedo entender
Unos están en la cárcel
otros están en el poder.