Tregua verbal
A México y países del mundo, su pasado los condena
Lo que hubiera sido. México tendría otro presente y otro futuro en este momento, si los grandes capitales que se extrajeron de un país tan rico, se hubieran invertido equitativamente. Cuando faltan el alcohol y los cubre bocas en las farmacias y la gente enloquece depredando tiendas, los quejumbrosos elevan la voz para atacar. Pero ¿alguien pensará en un avión presidencial que costó 218 millones de dólares? ¿Alguien se acordará de los vestidos de diseñador que durante seis años utilizó la esposa del presidente más cercano? ¿Y en los millones de dólares invertidos en una casa blanca que se desmorona en la soledad de Las Lomas? ¿Cuánto costaron las incongruencias de Martha Sahagún antes y después de la aventura presidencial, con nuestro dinero? ¿Cuánto derrochó Felipe Calderón entre amigos y familiares de un capital que era patrimonio de millones de mexicanos y en esa absurda estela de luz que solo representa la corrupción? Antes, ¿cuánto gastó Carlos Salinas de Gortari en sus estancias por años en el extranjero con residencias –Reforma publicó una en primera plana–, que debieron costar al año, solo en rentas, millones de dólares?; mientras millones vivían en humildes tejados de rama o de cartón en su país. El “yo se los dije”, tan repetitivo, aparece ahora como la frase molesta que retumba en los oídos de los advertidos. Ahora quieren actualizar sus enojos y reniegan de un pasado que los condena, por haberse dejado, cobardes. Ahora la adversidad se nos echa encima y nos cubre con un velo de incertidumbre. Volver la vista atrás no tiene sentido para los omisos. Prefieren atacar el presente.
El mundo invirtió más en guerras que en la ciencia que lo puede salvar
Imposible escapar del pasado como decía Wilde. Los países del mundo que vivieron en las altas esferas la primavera de sus existencias, se enfrentan a un presente de desastre en el que tratarán de escapar como siempre, sacrificando a los más débiles. Por ejemplo, evadido en su momento del fascista Benito Mussolini, Italia se topó a la vuelta de la esquina cuando los países capitalistas como Estados Unidos a la cabeza, celebraban al fin de la Segunda Guerra Mundial, con Silvio Berlusconi. Este, un capitalista que ha dominado la escena económica italiana en las últimas décadas. Italia es el país más golpeado por el Covid-19 y exhibido sus muchas carencias. Yo recuerdo haber recorrido allá a mediados de los ochenta del siglo anterior, parte del underground trastocado en pornografía, que alimentaba Berlusconi este hombre nefasto, mientras –de cara a la gente–, era el gran empresario, el político que se movía y trataba de acaparar un poder ilimitado. Mario Puzo ya exhibía en sus libros en los años sesenta la doble faceta que se movía en las sombras del poder y que daba la cara con rostros más visibles. La dicotomía. Y Berlusconi ha sido las dos cosas. El neoliberalismo agazapado en el blanco de los sepulcros, ya transitaba por el mundo y en lugar de dar lecciones de prudencia, se inició un proceso guerrerista en el que se hundieron los grandes capitales que podían haber hecho de este, otro mundo. Aquella guerra que arrasó casi 40 millones de seres humanos, veinte de los cuales los puso la URSS, fue utilizada por los aliados como un desahogo corporal. Florecía en Estados Unidos el conservadurismo, los cánones morales y el anticomunismo. Los presidentes gringos se querían librar de aquella ofensa que les hizo la URSS: ganar la Segunda Guerra Mundial. Y no han parado. Donald Trump se mueve entre las excrecencias de sus acciones y pone en peligro a su país queriendo abrir fronteras y levantar medidas, mientras avisan que ahora vuelve los ojos a Nicolás Maduro para recuperar los votos perdidos con el Covid-19 .
El pasado que condena es tema de libros y de películas
Como una demostración de que el pasado nunca nos va a dejar, la literatura ha buscado en sus recovecos los arquetipos que puedan servir de aliciente para cambiar. Pero por lo general el ser humano no aprende. En la sucesión de gobernantes que hubo en México y que sabían del despilfarro de sus antecesores, algunos pudieron haber puesto tope e iniciar otra etapa como la que ahora se pretende, pero el poder y la ambición pudieron más. En el cine hay muchas películas que tocan el tema. Famosa es la de Fritz Lang el gran cineasta alemán, que hizo un filme con ese tema, aunque después le varió el título a Solo se vive una vez (en algunos países se exhibió con el título primero) Con guion de Gene Towne y Graham Baker. Lang dirigió un clásico con la actuación de Henry Fonda en el papel de un hombre que delinque y que ante su intención de cambiar, siempre se topa con su pasado que lo condena. El filme fue exhibido en enero de 1937. Alan Pakula hizo otro filme con el mismo nombre original de Lang, en 1971, Mi pasado me condena pero ahora con la hija de Henry, Jane Fonda. El guion, sobre una prostituta que recibe cartas mientras se producen asesinatos de otras prostitutas, es de Sandy Lewis y Dave Lewis. Ambos filmes –aparte de otros que se han producido y escrito–, señalan la imposibilidad de cambiar un pasado, cuando ha sido como en el caso de México, devastador y difícil, para un presente como el que tenemos.