Visión financiera/Georgina Howard
Gastón Leroux y las vicisitudes del color en los semáforos
Gastón Leroux autor de El fantasma de la ópera tiene otro libro famoso, El misterio del cuarto amarillo, y en la obra quizá fue un simbolismo el efecto que ese color puede causar en el ser humano. Los tonos de los semáforos usados como sistema de monitoreo para el Covid 19, igualmente tuvieron un origen específico que denotara el nivel de lo que se estaba monitoreando. Los colores más evidentes son el rojo y el verde. Los lineamientos que dieron origen a la creación de esos semáforos coloridos, engloban la materia civil porque se dirigen a los ciudadanos como sujetos de derecho común. Los estableció el gobierno federal a través de la Secretaría de Salud para uso nacional y se especifica “para los estados”. Fue un mandato administrativo, legal por lo tanto, que fue discutido fieramente por algunos de los llamados gobernadores federalistas. A querer y no, se han aplicado. Su delineado es impreciso, porque es difícil separar un color de otro sobre todo cuando las diferencias dejan de serlo. Pero ahora resulta que algunos columnistas que quieren extender su ámbito a anuladores de normas, están diciendo que los tales semáforos ya no existen, que son cosa del pasado y que debe de actuarse a partir de otras circunstancias, como la económica por ejemplo. La vida, la salud pasan a segundo término. Dicen también que son los opositores los que están presionando a la jefatura en el caso de la CDMX, pero eso es falso. Personas que están con la 4T, está llamando también a la jefa de gobierno a delimitar ya y regresar al semáforo rojo. Los columnistas que están desconociendo los semáforos, han olvidado que en los primeros meses se actuó con prudencia en materia económica, permitiendo la apertura sensata, el trabajo personal con medidas estrictas, un cuidado que operó por muchas semanas. La señora Sheinbaum declara a diario que ya se está a punto de regresar al otro nivel, el rojo, pero las cosas siguen y no vemos cuando el actual nivel terminará, para regresar al otro.
Debe haber definición plena de la autoridad en los semáforos
EL desborde de las multitudes, el abuso e irresponsabilidad de la gente, se han querido paliar de diferentes formas, pero hasta ahora se ha logrado poco. Se controla en ciertos lugares, pero surge en otros. Las propias iglesias ya están abiertas con el presunto señuelo de la sana distancia y el cubrebocas, pero los cohetones siguen y las bengalas zumban en las noches. La exigencia de que se aplique la ley de manera más estricta, ha sido en medidas de conteo, vigilancia y desvío, pero no se ha actuado contra la desobediencia masiva que es un peligro criminal. Hay delitos en grado de tentativa. Las compras decembrinas han abundado la presencia para adquirir baratijas y regalos, que si se analiza, no tienen razón de ser: no habrá cenas suntuarias, ni posadas, ni fiestas, ni vestidos deslumbrantes, ni vinos o champañas para brindar desaforadamente. Serán reuniones familiares, tranquilas, sin relumbre. Al menos es lo que debería de ser. Las 16 alcaldías han acordado con la jefatura no aceptar fiestas ni dejar que haya romerías, ni posadas, pero ya se han pescado muchas en sótanos y lugares escondidos.
Llegará alguna vez el amarillo a nuestras vidas ¿o el verde?
Si la curva del Covid-19 no hubiera subido, estaríamos entrando al color amarillo. No se si Gastón Louis Alfred Leroux, caballero de la legión de honor francesa, tenía una idea cierta sobre el color de su famoso El misterio del cuarto amarillo (Alianza Editorial 2017, Editorial Andrés Bello 2001), escrito en 1907, pero a lo largo del tiempo muchos se han devanado el cerebro para definir un color cuya estridencia y belleza deslumbra, sobre todo a partir del color del sol. Los colores de los semáforos que definen el estrato del Covid-19, tienen características especiales, pero los sicólogos y los que se meten a la profundidad del colorido, como los pintores, coinciden en destacar que el amarillo propugna alegría y buen humor, pero su insistencia conduce al nerviosismo, perturbación, inquietud y puede exacerbar y causar irritación. Lo mismo que sucede con el exceso de sol. La novela del francés causó impacto en su tiempo, cosa que ha sido diferente con El fantasma de la ópera, que lo sigue causando. En la que fue su primera novela, Leroux crea una detective extraordinario, Joseph Rouletabille, un jovencito, casi un adolescente, que utiliza en otras novelas, una de ellas la continuación de El cuarto… El perfume de la dama de negro. En la primera Rouletabille, que compite con Larsán el detective genio de la época, descubre cómo, en un cuarto cerrado, un hombre pudo tratar de asesinar a una científica, sin que se supiera como huyó. Muchos autores han plagiado la forma como el joven, que era reportero, descubre el misterio. Sinclaír el abogado que lo acompaña y narra los hechos, es el alter ego de Leroux que fue abogado, periodista, y escritor y murió en 1928. Se sostiene que Agatha Christie tomó las referencias personales de Rouletabille para crear a su detective Hércules Poirot, 13 años después, en su primera novela El misterioso caso de Styles. Lo extraordinario de El misterio del cuarto amarillo, es que el autor deja en la duda al lector, al insinuar que tanto el detective Larsán, como la científica agredida, eran sus padres. Se pone uno amarillo de sorpresa Y ante la incertidumbre colorida y para generar un poco de alegría. no dejaré de repetir aquel viejo dicho que causaba tanta risa:
El que de amarillo se viste,
a su hermosura se atiene
o de sinvergüenza se pasa.