Descomplicado
El sargazo llega del ancho mar
Dos crónicas he dedicado a Jean Rhys, la escritora dominicana y autora de El ancho mar de los sargazos y ahora su recuerdo se mezcla con las extrañas noticias de la avalancha de sargazos que aglutina las playas del Caribe e invade los entornos turísticos sin que haya soluciones viables hasta este momento. El Mar de los Sargazos está en el Atlántico septentrional, se le considera con la dimensión de un tercio de la superficie de Estados Unidos y en un tiempo fue conocido como cementerio de buques. Los sargazos son conjuntos de algas que empujadas por el viento y las olas, llegan a las riberas de muchos países caribeños, presuntamente originadas en las Bermudas, única tierra bañada por ese mar. Los nutrientes que hay en playas como las de Quintana Roo, por ejemplo, hacen que las algas que expulsa ese mar proliferen, causando serios problemas ambientales, no solo por esa proliferación si no porque al descomponerse generan contaminación, mal olor y muerte de insectos y otros animales. Este fin de semana varios medios –La Jornada, en especial–, se hicieron eco del gran problema que tienen las zonas turísticas del Caribe con esta plaga que siendo útil en ciertos contextos –abonos, medicina, composta, etcétera– no se puede usar en su totalidad por su gran volumen y se entierra, causando erosiones y problemas internos en las playas. Llama la atención que sea una fuerza e invasión vegetal la que afecte con su proliferación esas playas, cuando el problema principal en otras, tanto en playas de México como en el mundo, son los plásticos, la basura y los peces muertos como consecuencia. Las propias playas que Jean Rhys recorrió en su niñez y juventud en la Dominicana, fueron invadidas por más de 800 toneladas de basura, después del paso del huracán Beryl.
Contaminación de mares y playas, problema humano por lo general
Los sargazos llegan y se desarrollan por causas naturales, pero los plásticos, vidrios y demás basura que entra al mar, -solo en plástico 200 kilogramos por segundo-, son arrojados por la irresponsabilidad humana. Se calcula que en los últimos tiempos han entrado al mar 8 millones de toneladas de plásticos, sustancias que se seccionan en pequeños pedazos y entran al entorno alimenticio de las especies marinas. Diversas publicaciones a lo largo de los últimos años, las de la Fundación Ellen Mac Athur entre ellas, señalan que alrededor de 600 especies son las más afectadas. Otras publicaciones calculan el tamaño de la contaminación vista desde el aire, con el tamaño de España, que es de 505 mil 990 kilómetros cuadrados. El problema es mayúsculo. Advierten que hay que considerar, además, que del 70 por ciento de los residuos que son arrojados al mar, solo emerge el 30 por ciento. Las especies más afectadas son tortugas, peces y aves, que no solo se alimentan de las partículas de plásticos, sino que se enredan en los trozos grandes de ese plástico y muchas perecen. La cantidad de botellas y bolsas de plástico se calcula solo con dar el dato de que un millón de bolsas de plástico se usa cada minuto. En 2014 en Estados Unidos se vendieron 100 mil millones de botellas de plástico. En el caso de México, a ese problema se añade ahora el arribo del sargazo, que según los conocedores, se puede extender hasta el mes de septiembre.
Aguas turbias de Rhys y el mar de los escritores y artistas
La premio Nobel Alice Munro ha tocado el Mar de los Sargazos en su literatura, como en su momento lo hicieron Hodgson, Sábato, Julio Verne, Quiroga, Conan Doyle el hijo de Arthur, músicos y otros artistas. Su misteriosa existencia nutrido de algas que semejan racimos de uvas le dio el nombre portugués de sargalo traducido al español sargazo. Que usted la duerma bien, señora (Bruguera 1985), es una colección de cuentos de la dominicana Jean Rhys que aborda en buena parte, los problemas de los afrodominicanos enfrentados a la discriminación, pero al mismo tiempo participando de muchas formas en el entorno complejo y desalentador de su vida. La autora de Ancho mar de los sargazos (1966), mestiza ella misma aunque de escocesa e inglés, no hace concesiones a la debilidad de los negros de su tierra, porque conoce las reacciones que han acumulado en años de convivencia con blancos y el racismo que a su vez aplican a los blancos que arriban a su tierra Roseau. Aguas turbias uno de los cuentos, no se refiere a la contaminación de las aguas, sino a la metáfora de la conducta humana. Es parte de esa doble conducta de los habitantes morenos, hacia un hombre blanco que pasa temporalmente a la isla rumbo a Estados Unidos y es discriminado y ofendido de muchas maneras para que se largue. Y es a través de uno de sus habitantes como lo acusan de la agresión a una niña negra en condiciones que infieren que hay una mala fe en la acusación, pero que aprovecha la parte débil del color de la piel y la edad de una criatura. El hombre blanco, además, es socialista y lo ha pregonado constantemente. Todos estos elementos se juntan, pero la defensa penetra en la realidad del caso y el hombre queda libre y se le apoya a que salga de la isla. Se descubre al final que fue su propio acusador el culpable de la agresión a la niña. Finales sorpresivos de la extraña y conflictiva escritora que fue Rhys –1894-1979–, al poner en el punto de la conclusión la mirada de la esposa del acusador, la que tuvo “…la abrumadora certeza de que el hombre al que estaba mirando era un perfecto desconocido”.