Abanico
John Keats. Serpientes opositoras, ofidios en extinción y un escudo raro
Son muchos los temas que tocan a las serpientes. En una de sus obras cumbre, Lamia, el gran poeta inglés John Keats trata de extender un concepto que muchos analistas posteriores expresaron, sobre la concepción de las mujeres volcadas en este caso, en el cuerpo de una serpiente. El concepto vano que se tiene en este momento de esos seres que se arrastran, es bastante triste y utilitario y se aplica más bien a quienes en aras de un veneno simbólico destruyen, calumnian, mienten y agreden a los que no son de su bando. Y cuando se toca el tema de una manera elemental se recurre al Génesis de la leyenda bíblica, que tanto utilizó John Milton en su Paraíso perdido; la maldición contra la serpiente que algunos extienden a las mujeres. Conceptos convenencieros que se han usado para poner a las mujeres por siglos, en capitis deminutio. El interés no se extiende a lo que realmente son los ofidios, su vida en un planeta en donde hay más de 3000 especies, de las que 440 están en nuestro país. Y lo más grave, es el hecho de que una buena parte de ellas, está en peligro de extinción. De acuerdo a biólogos, expertos en el tema, y al Programa de Acción para la Conservación de las Especies, eso se debe a la depredación de la tierra, de los bosques, que ha obligado a estos seres a mudarse a otro lugar con gran perjuicio para la naturaleza. La gran ayuda que prestan estos animales en un equilibrio natural, y su eliminación ha llevado a extremos en sitios en donde fueron devastados y las especies de control crecieron en forma abrumadora y peligrosa.
El veneno opositor de la ASF y las diatribas contra la Reforma Eléctrica
En la dicotomía más usada de los ofidios, está la del ser venenoso que vemos en estos momentos climáticos del país, en todo lo que gira en la divergencia con el actual gobierno. La postura por ejemplo, del gobernador Francisco Javier Cabeza de Vaca al acusar al gobierno federal de persecución política, haciendo caso omiso de los graves señalamientos que le hacen, es la misma actitud que retoma su partido el PAN, sin medir las consecuencias. En igual sentido, la información dada por David Colmenares Páramo que pasó sobre documentos y datos aprobados en su momento y la reculada que dio cuando sus datos se vienen a pique, parece más bien un buscapiés para desprestigiar, unas fake news grandotas que implican delitos. En la misma situación están las críticas sobre la reforma eléctrica. Los datos de medios que utilizaron la información de la ASF, cayeron en la misma falsedad, porque ninguno confrontó los datos anteriores. Veneno puro. El otro uso es el que se refiere a las mujeres ya mencionado arriba. Como simbolismo patrio, el ofidio es ese animal que está permanentemente en el pico del águila para ser devorado, en el centro de la insignia patria. La argumentación que dan se cifra en la leyenda de la llegada al sitio en donde según Huitzilopochtli, estaría un águila posada en un nopal devorando a una serpiente. A partir de ahí se ensalzó al águila imperial, símbolo de los países poderosos y a la pobre serpiente se le enunció como un ser maligno, enemigo de pueblo. Nunca se profundizó más allá, a la veneración que nuestros ancestros tenían al gran dios Quetzalcóatl serpiente emplumada que no es sino un ofidio con alas. El trayecto que siguió nuestro lábaro patrio desde la independencia, incluso con estructuras prehispánicas que muestran a esa águila y esa serpiente, alude todo lo referente al escudo, sobre todo del águila, que cambia la postura varias veces y la serpiente que es cambiada de una de aguas dulces a otra venenosa. Pero la muerte inminente del ofidio en las garras del águila siempre está presente. Ese odio cifrado en el Paraíso perdido del gran poema de Milton y la mala imagen por venenoso que tiene dicho animal, es lo que ha ocasionado que miles, millones de serpientes sean destruidas o simplemente alejadas de su entorno hacia una muerte segura.
Lamia de Keats y la mujer encerrada en el cuerpo de una serpiente
Pese a que vivió solo 26 años, esos le bastaron a John Keats para posarse en la cumbre de la inmortalidad. Los muchos poemas que escribió antes de morir de tuberculosis en 1821, dejaron una herencia romántica que ensalzaron Shelley y Lord Byron y todos los que convivieron con él y precedieron. Obra que se remite en muchos sentidos al pasado griego que él conocía por la profunda educación que le dieron antes de quedarse huérfano. El poema Entrevista con un urna, no es una mención electoral como la que ahora se avecina en México; es el poema que dedica a una urna que vio en un museo y la que al tratar de indagar su misterio le responde: “la belleza está en la verdad. La verdad está en la belleza. Es todo”. Con esa premisa pasó por la vida creando los más bellos poemas y la Lamia así se exhibe desde el principio cuando el dios Hermes aparece en escena. El pizpireto dios buscaba a una ninfa que le habían dicho que era muy bella. Al no encontrarla, se sentó triste debajo de un árbol. Se acercó entonces una serpiente que le dice que ella le puede ayudar si la convierte de nuevo en la mujer que antes era. Está enamorada de un guerrero llamado Licio y quiere ir a buscarlo. El dios accede. En la siguiente escena la mujer es vista en un camino por el guerrero y éste queda prendado de su belleza. La lleva a su casa y enamorado, le pide matrimonio. Mientras, el sabio Apolonio que es un brujo se da cuenta que aquella mujer en realidad es una serpiente. Y le advierte a Licio. La trama sigue y en el día de la boda, entra Apolonio con gente del pueblo y descubren a la mujer. Esta, convertida en reptil huye del lugar. El joven, conmocionado, prefiere morir y se suicida. Lamia, uno de los más bellos poemas que se han escrito, singularmente de un ser, al que los prejuicios, el miedo y a veces la repulsión, han usado para denigrar y en este momento, para enviar a la extinción.