Descomplicado
Comercio menor y su enemigo principal: las tiendotas
El neoliberalismo que penetró rampante en nuestro país, eliminó o disminuyó muchas de las viejas tradiciones que fincaron los pueblos y les dieron vida y sustento. Una de ellas las tienditas de los barrios, lugar de víveres y pertrechos, de reencuentro vecinal, de chismes, de amores y de solidaridad, entre muchas expresiones. La entrada de tiendas de conveniencia como se les llama, tiendas de “formato pequeño”, como también se les tilda, a veces son, en efecto, del mismo tamaño de las tienditas de barrio, muchas de las cuales cerraron por la pandemia y ahora según el editorial de La Jornada del miércoles 7 de julio, solo están reabiertas en el país 150 mil de las trescientas mil que permanecieron canceladas. La situación económica y el encierro las golpeó, pero su principal golpeteo llegó desde antes, con la proliferación de Oxxo, 19 mil 558 contabilizados por el director general de Fomento Económico México (Femsa), Eduardo Padilla. Esas tiendas, si bien disminuidos, siempre tuvieron clientes. En la misma situación están los llamados 7-Eleven, considerados por sus capitalistas las tiendas de conveniencia más grandes del mundo contabilizadas en 68 mil en 17 países, con solo una parte en cierre por la pandemia. El director de Femsa fue claro en datos a América Retail, los bajones en sus ventas se debieron a la escasez de cerveza que atravesó buena parte de este tiempo, pero la recuperación llegó pronto con la apertura. Las tienditas de barrio tradicionales, que no venden licores y otras mercancías de las tiendas tipo Holding, como las arriba mencionadas, se hundieron más con la escasez de compras. Esas tienditas sobreviven en barrios proletarios o zonas de clases medias y en condominios en donde se deja un espacio en los habitacionales para las compras urgentes, pero no tienen la ventaja de los Oxxo y 7-Eleven, situados en todas partes, en la esquina o “a la vuelta”, como es el slogan rojo de las tiendas Oxxo.
Las tiendotas de autoservicio, mayor sepulcro para tienditas de barrio
Las llamadas “tiendas de formato pequeño” han sido depredadoras de las tienditas de barrio, pero las que realmente han enfrentado esa pequeña economía, son las grandes tiendas de autoservicio, situadas en todas las ciudades y sus colonias. La superioridad en sus ofertas y pertrechos enfrentan a sus pequeñas rivales, las que además compran en esas tiendas sus abastecimientos, a veces. Lo que poco se expresa de esos grandes capitalismos encubiertos en las tiendotas, es que se nutren de proveedores, que pueden ser las grandes transnacionales, algunas de las cuales la Coca cola la impulsa Femsa, pero en realidad la mayoría de proveedores son de nivel medio, o de pequeños artesanos. Son proveedores que generan la ganancia de esos grandes capitales, muchos de los cuales si bien siguen surtiendo a tienditas, tienen su mejor oferta en esas tiendas. Es una mezcla, en esas tienditas, de la expresión más cruda del neoliberalismo, el enriquecimiento a costa del despojo de pequeños comerciantes y de la utilización de proveedores que vienen del mismo nivel a veces proletario, que les producen ganancia.
Por eso se yerguen como los principales enemigos de lo que fue la gran tradición del país, la presencia surtidora y salvadora del abarrotito que siempre estaba a la mano.
José Rubén Romero y las tienditas, tradición pueblerina
En la literatura mexicana, las tienditas surgen como un personaje propio en el que ocurren los más distintos acontecimientos, no solo la compra frugal y cotidiana. Las citas, los encuentros furtivos e infieles, las miradas ofrecedoras, el dependiente procaz, el dueño de la tienda, por lo general un señor robusto muy llevado, son unas de las muchas escenas y ocurrencias diarias, además del regateo. En una época, el pequeño comercio chino que dominó parte del norte, creo una serie de costumbres como el pilón, el fiado o el descuento, sucesos costumbristas que se desparramaban en el país y daban, además envidia. Los chinos pagaron caro su liberalidad con infames agresiones de la gente. En las historias dibujadas expandidas desde los cincuenta, se contaban todo tipo de historias y amoríos en esas tienditas. José Rubén Romero, el escritor y diplomático mexicano que murió este mes de julio, hace 69 años, incorpora en su libro Mi caballo, mi perro y mi rifle (Editorial Arte y Literatura, Habana Cuba, 1976) las tienditas como algo natural en la vida de los pueblos. Su padre tenía dos, en las que se vendían “lo mismo una vara de longaniza que el ungüento doble del soldado”. De su padre recuerda las historias del siglo XIX, cuando se reunían los liberales del pueblo en una tiendita llamada La Sonámbula, a los que llamaban masones. Ellos le pidieron al gobierno, decisión tomada en aquella tiendita, el cumplimiento de las leyes de Reforma. Y es que esas tiendas de Cotija de la Paz donde nació Romero, no solo servían para las compras diarias sino para otros menesteres. Ahí divisó y saludó varias veces Romero al que sería su gran personaje Pito Pérez, protagonista de su obra más famosa La vida Inútil de Pito Pérez.