Desafíos: 3 de diciembre, día de la persona migrante con discapacidad
El país que se estancó en un aeropuerto
Muchas guerras se han iniciado por un quítame estas pajas. Pero en todas el gran iceberg asomaba su enorme cabeza. La debacle por el aeropuerto que algunos llaman capitalino –NAICM– y otros internacional –NAIM–, no es sino la disputa por el país de sectores poderosos que se creían dueños, dispusieron a su antojo y que ante la llegada de un nuevo gobierno desconfían de sus decisiones. El aeropuerto parece el único gran problema y pocos hablan de otra cosa, como no sea resolver si Texcoco o Santa Lucía son los adecuados. Ayer, 19 de octubre, conté en un solo medio doce notas aparte de menciones en columnas, artículos, etcétera. No importa que en el país haya miles de problemas, que el número de pobres haya aumentado, que así como en Atenco, en multitud de lugares de la república, etnias y grupos marginados estén afectados por mineras, taladores, constructores abusivos, productores que explotan la mano de obra indígena, destructores de pueblos originarios, ladrones de tierras, parcelas de cultivo en el abandono por la falta de apoyo, sistema de salud por los suelos aunque se den el lujo de festejar sus 75 años, cuando días antes hablaban del desastre que le dejan al próximo gobierno. Nadie duda que un gran aeropuerto puede resolver problemas de traslado, de turismo, de presentación de un país en la comunicación global. Pero un país que se finca en eso y en la ganancia contra todo recato de los capitales, poco tiene que exhibir hacia el exterior, como no sea su miseria.
AMLO por Santa Lucía. Ante la consulta, se lanzan duro los opositores
En un juego de palabras, el presidente electo señaló que: “Quiero ser imparcial, pero con Santa Lucía habrá ahorro”. Ante la inminencia de la consulta para definir al nuevo aeropuerto, los empresarios sacaron las uñas en los últimos días, apoyados por burócratas de largo vuelo que han vivido del presupuesto, como Pedro Joaquín Coldwell, secretario de Energía (Sener). Y por otro lado, como si tuvieran las agallas de antaño, los priístas de la Cámara de Diputados han lanzado sus dardos contra la consulta coincidiendo con la gente de Atenco. El Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) que incluye a pobladores de Atenco y de comunidades aledañas, se deslinda de la consulta, pero advierte que no se opondrá. Estos cuestionadores a la consulta y al aeropuerto, marcharán en protesta, el día que se inicie dicha consulta el 25 de octubre (durará hasta el 28 del mismo mes). Versiones sostienen que con este deslinde a la consulta, el FPDT les hace el juego a los que quieren imponer el terreno de Texcoco. Lo dicho, todo parece indicar que el aeropuerto es el sustratum del país y que las diferencias abismales entre los que quieren Texcoco y los que se oponen a la consulta por un lado , y por otro, los que aprueban Santa Lucia y la consulta, es un lago insondable que está exigiendo volver a la superficie.
El aeropuerto,»juego de la claridad y las sombras»
El lugar del aire, en el que esperan estar muchos si los aviones salen algún día del nuevo aeropuerto, es el título de una de las novelas del humanista español Carlos Pujol fallecido en 2012. No se refiere desde luego a nuestra ciudad como aquella ciudad transparente que mencionaba el barón de Humboldt, sino a París. Caso extraño porque la Ciudad Luz debe de estar igual de contaminada que la nuestra. Pero él juega con la metáfora en el último eslabón de una triada novelesca en la que recorrió dos siglos de literatura y filosofía y desde luego conoció por sus obras a los más grandes escritores y filósofos de la época. Caso extraordinario, Pujol fue historiador de literatura francesa, editor, maestro, traductor, ensayista, investigador y novelista. Nació en 1936 en Barcelona. El lugar del aire (Editorial Bruguera 1984) es una novela compleja que juega con el tiempo, con personajes famosos -va de la mano de Proust-, y con otros que son cotidianos en remembranzas del pasado, en sueños y acontecer diarios “que no son lo que parecen”. Igual que en el famoso asunto del aeropuerto, en el que se plantean cosas en la superficie que esconden las más oscuras sombras en el interior.