Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
Elecciones y el entierro de un sistema
Los que quieren exhibir a Morena en un entrevere priista en estas elecciones, se les olvida que un día, ahora ya lejano, casi todo el país era priísta. Llegar a un alto puesto, la presidencia pues, sin tener a un ex priísta cerca, sería raro. El propio titular lo fue. Y a la hora de incorporar a la gente, se tornaba difícil no poner a uno del tricolor, porque eso era lo que había. Hasta algunos panistas se colaron. Fue un país priísta y católico. Los priistas y los católicos siempre coincidieron en este país. En determinado momento, la gran mayoría de los mexicanos eran priístas y la misma cifra tuvieron los católicos. Aunque había diferencias y los segundos les echaron montón en la Cristiada a los revolucionarios en despegue, después hicieron las paces y se veía a algunos de los políticos de alto nivel, asistir a una misa y llegar incluso a los años noventa cuando el famoso artículo 130, que agonizaba la reforma de Juárez, fue reformado. Hoy defenestrados los primeros y muy en picada los segundos, se miran las caras y en sus propias defensas, recuerdan aquellos tiempos de gloria. El sistema fue, entonces, no solo un partido, sino lo que lo alentaba con preceptos y dogmas católicos, que prefiguraba la familia priísta, la mujer sometida y el macho mexicano.
EN EL FIN DE UN CICLO, SIEMPRE SIEMPRE IMPERA LA PEQUEÑEZ. HOY: ALITO
La gran aliada que insertó en su vida el que se llamaba el partidazo, fue nada menos que la Revolución. Se hizo dueño de ella cuando repuntaba el PAN y el PCM se movía desde 1919 como hijo ajeno, aunque en su interior con la de 1910, se insertaba la gran Revolución de octubre de 1917. Los dueños del país en ese momento sonorenses sobre todo, (los bárbaros vienen del norte solía decirse) desdeñaron la cercanía de los comunistas, los persiguieron, los golpearon y solo Lázaro Cárdenas les dio cabida en el amplio esquema que creó dentro de lo que ya se avizoraba como un partido institucionalizado, convencional y en alas del capitalismo en proceso. Así nació el PRI aquel año de 1946, aunque arrastraba otros partidos. Toda la grandeza la centró en un personaje como en las monarquías se ensalza a su dios y por eso al siglo XX se le llama el del ejecutivo. A este se le miraba como a un dios, como intocable y si ahora lo desnudamos, vemos hombres comunes, un poco avezados por la edad y sus mañas. El descenso se empezó a dar y fue escandaloso en el 68, en el 88 con el gran fraude de Carlos Salinas y con la sorpresa del PAN en el inicio del XXI, su repitición en la oscura persona de FECAL, hasta llegar a este momento: hundimiento, pequeñez, son las terribles debacles de lo que fue, de un gran poder y personajes que son caricaturas del pasado. Ese es el PRI que se enfrentará este 5 de junio en elecciones en las condiciones más precarias de su existencia.
LA VIEJA HISTORIA DEL PRI YA SE ESCRIBIÓ, ESTÁ EN LIBROS Y EN HECHOS
Multitud de libros se han escrito sobre la historia del PRI, y aunque es difícil escribir una historia cuando se está viviendo, lo fundamental ahí está. Los retazos se evidencian en todo caso en crónicas,. Pero los recuerdos vivos están ahí, en ciertas leyes, ciertas obras, ciertos personajes notables y sobre todo, el final que nubló una larga trayectoria, exhibida a diario en robos, saqueos, casas en el extranjero con rasgos dorados obtenidos con nuestro dinero y todo lo que se desliza hacia un tramo irreparable. Aunque quizá todavía reciban algunos votos en estos comicios.