Fortaleza digital con el aguinaldo
Un tamal, para calmar ánimos, no está mal
El dicho “El que nace pa’ tamal del cielo le caen la hojas” más que una burla o señalamiento, es un elogio, si se parte de un alimento histórico, místico y ritual. Estamos en la fecha clave en la que el tamal impone su presencia y se mezcla como parte de ese aprovechar que hacen las religiones, el festejo del llamado Niño Dios y la celebración a la santa de la luz, La Candelaria. Pero para ese rebullir estomacal, el llamado más urgente es para comer un tamal, y el saber que se cubre una parte de un camino que seguirá en el curso del año: no hay momento mal para comer un tamal. Es un alimento tan singular que ya se desparrama por todo el continente americano y se extiende a otros confines y comederos. Hasta los más puntillosos suelen comer ese manjar aunque sea con otros ingredientes. La certeza de que fue México el que domesticó el maíz, incluye en esas etapas ancestrales, la de la existencia de una semilla que se podía moler en la piedra y hacer manejable con un poco de agua, hasta ir creando las muchas variedades de ese comestible. En sus guisos, hubo en ese imponer en ellos, casi siempre la hoja de la milpa que es la que da el sabor clásico. Canta el poeta mexicano Blue, Carlos Alberto Maldonado Badillo:
De la tierra venimos
y a la tierra un día nos vamos.
Pero contentos a ella,
nosotros regresamos,
si un buen tamal en la vida
¡…nos zampamos!
EL GRAN TAMALLI SALTA A LA HISTORIA UNIVERSAL, CON EL FRAILE SAHAGÚN
El descubrimiento del tamal (y desde antes el maíz) de parte de los españoles, confirmó su aporte alimenticio ante su asombro. Los recién llegados agregaron a la masa otros ingredientes, pusieron otras grasas, quesos y más complementos a lo que Fray Bernardino de Sahagún transcribe en la Historia General de las cosas de Nueva España, en la que resalta al que llamaban tamalli, como alimento y un elemento ritual de mexicas y aztecas y otros grupos. En la historia del uso del maíz y sus derivaciones, el tamal se yergue como importante creación no solo doméstica, sino ritual, de veneración, de festival de principales, de regalos y sobre todo de ayuno a los dioses a través del Atamalcualiztli. Se consumía un alimento que sustituía cualquier carne, solo con masa y agua por varios días, especie de limpieza del cuerpo y liberación de toxinas. Esos tamales en la era moderna, de masa y agua, se llaman tontos. Dice Blue:
Tamal coloquialmente ahora te llamamos
y del náhuatl, tamalli atinadamente te nombraron.
Significa envuelto,
y en variadas hojas, siempre te enrollamos
MESOAMÉRICA SE APODERÓ DEL TAMAL Y MÁS TARDE APARECIÓ EL NIÑO DIOS
La moderna inclusión del Niño Dios en la fiesta del tamal, fue por la costumbre de comer ese alimento en las festividades de la Virgen de la Candelaria que en México tiene varios templos y asientos en barrios sobre todo en la capital. Incluso hay barrios que se llaman así y es clásico el barrio de la Candelaria a un lado de la Merced. Estas festividades son religiosas del catolicismo e incluso éste ha incorporado al Niñopa de Xochimilco que siendo una fiesta de origen popular fue incorporada por esa iglesia a sus festejos. El tamal solo es para ellos parte de alimento que se sirve abundantemente durante días y semanas. En la CDMX hay incluso festivales en los que se muestra toda la variedad de ese exquisito alimento, muestra de sus variedades en el país. En el resto del continente la gran mayoría de los países lo llaman tamal retomando nuestra palabra náhualt aunque igual también aceptan la palabra humitas cuando el tamal es de maíz tierno, el llamado choclo argentino. Aquí ese tamal se llama tamal de elote. Pero los nombres en la diferentes etnias son variados y de lista larga, no solo en los otros países, sino en las comunidades indígenas de México. Estados Unidos está incluido en el consumo del tamal y se utiliza el mismo nombre, no solo en los grupos migrantes sino en la población en general. Como final les dedico mi versito:
Tamalito, tamalito,
¿Por qué eres tan exquisito?
Voy a darle un pedacito,
a mi querido amorcito.