Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
ENTREVISTA CON JUAN DE LA CABADA, ESCRITOR, GUIONISTA, HOMBRE DE CINE. A 85 años de la Expropiación Petrolera, el libro: ¿Qué pasó con aquella expropiación?, recién publicado, actualiza las entrevistas realizadas 42 años después a participantes y testigos directos de aquel hecho histórico. La opinión fue desoladora en ese momento, por la forma como habían sido canalizados esos recursos. Ante el rescate que se realiza actualmente de ese bien nacional, consideré importante traer de nuevo estas entrevistas que realicé, publicadas en un suplemento del diario Unomásuno el 18 de marzo de 1980.
En Europa no se comprendía al México de 1938, recuerda Juan de la Cabada
“Yo no estaba en México en marzo del 38; por lo tanto, no te puedo dar mi impresión” Juan de la Cabada niega por teléfono su presencia, pero termina por invitarnos a su casa. Ahí, entre libros viejos, llenos de polvo, recortes de periódicos y revistas con calaveras que intentan imitar a Posadas, Juan revisa los documentos que retratan la pugna que había contra las empresas Pearce, International Gulf, la Huasteca, Royal Dutch y otras tantas de origen holandés, inglés y estadounidense que se habían apoderado del petróleo mexicano. Algunas tenían concesiones desde principios de siglo.
Una revista de calaveras resurrectas, hechas por el Taller de la Gráfica Popular, cuenta el Corrido del Chapopote entre estribillos que desenmascaran a los traidores.
Nuestro negro chapopote
brota con tal lozanía
que resquebraja el cogote
de toda la cofradía.
Cuates reaccionarios
viejos porfiristas
huertistas, rosarios
de capitalistas
vengan a ayudar
queremos los pozos
les vamos a dar…
“Yo estaba en España por entonces -confiesa Juan-, habíamos ido Octavio Paz, Elena Garro, José Mancisidor y otros, a un congreso de escritores antifascistas, que entre otras cosas tenía el propósito de apoyar a España. En Madrid y otras ciudades hicimos mítines, hablamos por radio y expusimos la posición que nos llevaba al país. Pero de paso hablamos de México y, como no podía ser de otra manera, porque era un tema obligado, hablábamos del petróleo”.
“El 18 de marzo los compañeros ya se habían venido y yo me había quedado sólo en España, de donde salí hasta fines del 38. Como es natural, la noticia me impactó. Se daba en grandes titulares y tenía un significado especial tratándose de México. La gente, los obreros, tanto franceses como españoles, no podían comprender cómo un país que se suponía era revolucionario tuviera casos como los de las compañías petroleras. Y mucho menos entendieron lo de Saturnino Cedillo, cuando sucedió meses después”.
“Al poco tiempo me trasladé a Francia y estuve presente en el recorrido que hacía Vicente Lombardo Toledano para explicar lo del petróleo. Asistí a dos conferencias que él dio, una en el sindicato de obreros de París y otra en la sociedad de químicos. Con Lombardo andaban en Europa casi todos los líderes que después institucionalizaron el petróleo. Fidel, Yurén, Carrillo Marcor y algunos de ellos se habían dirigido a Bélgica para un congreso.
— ¿Cuál fue tu impresión personal de todo aquello?
— Mira, yo me sentía asombrado. De una u otra manera, desde mi juventud, yo había estado ligado al tema del petrolero. A los 20 años trabajé en la International Petroleum Company y conocía lo que era aquello. En 1922, recuerdo que acababa de llegar de Cuba y venía muy dandy, con traje y corbata y así, arregladito, me presenté a pedir empleo en la compañía. Y me lo dieron por recomendación de un amigo, pasante de ingeniero. Inútil es decirte que en mi vida había sabido que era aquello. No conocía ni siquiera qué era un teodolito. Sin embargo, cuando los técnicos lo descubrieron les caí bien y me dejaron.
“Pues bien, yo recuerdo que trabajaba junto al Río Pánuco, en unos terrenos planos, desde donde veía las casas pintadas de almagre de los obreros petroleros. Y junto a aquellas casas rojas y miserables, los chalets lujosos de los gringos de las compañías, celosamente custodiados por guardias blancas. Recuerdo que me quedaba mirando y no podía comprender tanto contraste”.
“Se grabó en mi todo aquello y más tarde, cuando leí obras como La Rosa Blanca de Traven, pude comprender la impresión tan grande que causaba a otros aquel absurdo”.
— ¿Tu habías participado en los actos políticos anteriores a la expropiación?
—Yo ingresé en 1928 al Partido Comunista y desde los frentes que el partido tenía participé en manifestaciones, mítines, huelgas. Escribí algunas cosas alusivas junto con otros compañeros. Recuerdo que desde la Confederación Sindical Unitaria en México (CSUM), estuvimos pidiendo reiteradamente la nacionalización del petróleo. De tal manera que con estas impresiones, imagínate lo que siento allá, en Europa, al ver realizado en parte, algo de lo que había sido nuestra lucha.
Pero ¡mira!, termina de leer.
La calavera ha sido desempolvada.
Las animas petroleras
al verse tan mal paradas
pusiéronse muy groseras
y echaron hasta mentadas
— ¿Y cuándo regresaste?
—Allá en mayo de 1939, justo cuando estaban cerrando las puertas de todas las ciudades de Europa y en todo el continente se veía la asquerosa alianza de la burguesía con los nazis y los fascistas. Cuatro meses después de mi llegada, el primero de septiembre de 1939, estalló la guerra.
“Aquí, todos estaban eufóricos: eran las vísperas de las elecciones y el santurrón Ávila Camacho, era elogiado por todos, como sucede en México cada cambio de régimen. E incluso aquellos quemasantos, que los habían volteado de cabezas durante la época de Calles, los sacaron y fueron a exhibirse a misa para que los viera el futuro presidente. Lo de la Expropiación había pasado a segundo término”.
—¿Y ahora?
—¿Ahora?, no lo sé. Han pasado muchos años y la cosa sigue prácticamente igual. Hace poco estuve en Campeche y ví a un técnico mexicano excelente que ganaba 23 mil pesos y a un maestro gringo de las perforadoras que ganaba 50 mil pesos. Es decir, el contraste que tanto me impresionó sigue siendo el mismo. Además, el resultado está a la vista. Quizá no se ha cumplido la parte final del Corrido del Chapopote que, por otra parte fue hecho por mis compañeros de calaveras, con mucho optimismo.
Así cantan las empresas
pero nada lograrán
se volverán a sus huesos.
y esta guerra perderán
y llenitas de gusanos
al infierno arrastrarán
a los malos mexicanos.
Suplemento de Unomásuno
Martes 18 de marzo de 1980.