Libros de ayer y hoy
SI tiene cola doña Tichi. Nunca condenó al PRI
“No tengo cola que me pisen”, dijo ayer Beatriz Paredes al entregar los papeles de su registro. Haber estado décadas en el PRI y seguir ahí, pese a todo lo que le hizo ese partido al país, si es tener cola. Es aceptar todo lo que dejaron, pobres, miseria, muertes sin resolver, y sobre todo la antidemocracia implantada, Como era de esperarse, puesto que no había renunciado al PRI, que Paredes se inscribiera como otros, en la búsqueda del más alto puesto del país, devino ayer en la entrega de sus papeles. Ella ha mencionado sus méritos en la esfera pública aunque igual se le puede mencionar también por el uso permanente del presupuesto. Pero en esa exaltación justa puesto que es de ella, se le olvida a doña Tichi que nunca señaló con dedo acusador lo que fue su partido, hoy remedo ínfimo del poderío que tuvo. Todo lo que quedó, aumentado por el PAN en doce años, resuma saqueo, abuso y utilización grupal del país. La muestra está a la vista en el número de pobres que tenemos. Algunos de sus adeptos suelen decir que la república también está a la vista con lo que tiene y se hizo. Pero el argumento se cae si se sabe que en más de 80 años tuvieron a disposición la riqueza del país y mucha se canalizó a haberes personales. Además, había que conocer en esos tiempos, el avance mundial del capitalismo que prosperó solo a medias en países como el nuestro. La deuda que arrastramos no es motivo que pueda enorgullecer a la señora Paredes, ni las fortunas de sus adláteres, entre muchas cosas, respecto a las cuales los viejos priístas como la señora en cuestión, se ponen el dedo en la boca.
DISMINUIDOS, DIECISIETE AÑOS DESPUÉS, SE ENFRENTAN EBRARD Y PAREDES
Aunque procura no mencionarlo en su currículo, Beatriz Paredes no debe de olvidar aquel fracaso electoral que tuvo enfrentada a Marcelo Ebrard. Ella, aún priísta, al no haber respondido a la invitación de Osorio Chong y Marcelo en su momento, pero con resabios, se enfrentaron en aquel 2006 por la jefatura de la Ciudad de México en momentos de un sorpresivo despegue del PRD, que tenía todo el control, en el anuncio de sus votos. Se mencionaba días antes de la elevación de casi el 57 por ciento a favor de ese partido, cuando tanto Paredes y el panista Demetrio Sodi del PAN, casi igualaban entre ellos, con 22 y 21 puntos. Ebrard ganó, pero la priísta siguió ocupando oficinas presupuestales. Recuerdo que parte de su campaña se cifró, como quizá tratará de hacerlo ahora, en mostrar los sectores muy pobres y atrasados de la capital, en videos. En el mundo debe haber existido la sorpresa de por qué se hablaba de la Ciudad de México como la gran capital del imperio azteca, cuando solo se exhibía la pobreza de los suburbios. Lo que no decía la señora en sus envíos, es que esa situación era parte de todos los gobiernos priístas que habían pasado por la capital por décadas. Pero viva y poco veraz, como tratará de hacerlo ahora, le cargaba el pato a AMLO que estaba por dejar el poder.
POLÍTICA INTELIGENTE, PESE A SUS OMISIONES, PAREDES SE COMERÁ A LA PLURI
No hay comparación entre la señora Paredes y la candidata de la ultraderecha. La mención de esta última hasta de personas que causan extrañeza (una de ellas el propio AML0 que la lanzó a nivel nacional), por ser cosa risible que se caerá por su propio peso, le durará un suspiro a la tlaxcaltecana. Se ve difícil no obstante, que se posicione como puntera y lo mas probable es que quede la candidatura en manos de un varón ante las incongruencias que van saliendo de la que apoya Claudio X. González. Será solo un vaivén de los medios que parecen no tener otras ocupaciones que darle vuelo a los oligarcas, Quizá ya están apareciendo los dineros. La mencionada mujer es plurinominal, el alto salario que gana como senadora ni siquiera lo ganó en elección. La única experiencia que tiene en administraciones es la de la alcaldía Miguel Hidalgo en la que tuvo serios tropiezos. Ni siquiera habrá un enfrentamiento entre las dos aspirantes. La de X es puchinqui como dicen los norteños y eso significa ser miserablemente ínfimo.