La nueva naturaleza del episcopado mexicano
Invisibles, dueños de partidos y la mujer inventada
Menos mal que pese a que hay tantos problemas en el país, los medios tienen mucho tiempo para dedicarle a las inconsecuencias del Frente Amplio. Es la vicisitud de la esterilidad mediática. Pero bueno, nos vamos sumando porque el peligro asoma en sectores que tienen la capacidad para llenar todo un tinglado, usar dinero a montón para crear una farsa y tratar de adaptarse a leyes que de un plumazo pueden ser adaptadas o desaparecidas por el poder judicial. Los ciudadanos comprobamos como la farsa se adapta a la realidad y los sectores que buscan el poder se adhieren a la demanda y órdenes de uno (aunque tiene otros poderosos atrás) como Claudio X. González y en el argumento aparece el señuelo de la democracia con tres protagonistas: el de un partido en el hundimiento y otro acobardado que se entrega a las órdenes. Y el que aparece en escena (lo que parece increíble que toleremos) el dueño de un partido, un hombre como Dante Delgado que tiene una empresa propia que vive de nuestros recursos y hace y deshace y logra algunas victorias que le sirven de acomodo. Mismo que se le presenta ahora, cuando el PRI parece entorpecer su relación con el mencionado Claudio.
DANTE SE APODERÓ DEL JUNIOR COLOSIO Y LO HA TENIDO A RESGUARDO
Luis Donaldo Colosio Riojas ha estado en los conteos de encuestas desde hace meses, pero su presencia ha sido discreta a nivel nacional. Hay quien sostiene que es la carta que esgrime Dante para seguir con su negocio y que se apoderó de él y le dio pautas en todos estos meses para permanecer en la discreción. Pero pese a su salida no ha despuntado mucho y su conteo que era alto dentro de su organismo ha descendido al nivel de la mujer inventada por González. Aunque en los últimos días hay medios como El Financiero, que han aumentado como por arte de magia a esta última para ponerla al nivel de quien realmente les preocupa, Claudia Sheinbaum. Es una mentira que provoca risa esa actitud del medio derechista, pero es la misma mentira en torno a una mujer que anduvo décadas en la capital de puesto en puesto y nadie encontró nada extraordinario en ella. Aunque mientras, claro, ella se enriqueció con todos los negocios que tenía y lo hacía desde el poder. No es rara esa creación utilitaria, porque de hecho parte del poder se alimenta de seres que no existen, que tienen una biografía alterada a la que pocas veces responden. Los personajes creados por los autores tienen más validez y a veces se reproducen en la vida real ¿Cuántas mujeres inventadas vemos en las películas o leemos en los libros? Y a seres que aparte, tienen doble creación, porque son invisibles. Eso se puede aplicar también en la vida real con los que llegando al poder ocultan su visibildad positiva, para sacar la invisible y saqueadora.
EL HOMBRE INVISIBLE, COMO UN PRECANDIDATO, SE EXHIBE AL FINAL
El británico Herbert George Wells (H, G, Wells) no solo se hizo famoso por El hombre invisible, pero es una de sus obras que más ha conmocionado. Un hombre que no es visto por nadie, pero que de pronto exhibe lo peor de un ser humano. Metáfora de lo que llevamos dentro de nuestra visibilidad y en los peores momentos aparece. En su entrega de 1897, el científico Griffin creado por Wells, se dio a conocer al mundo como un personaje que buscaba el llamado índice refractario. Y que era eso sino la búsqueda de un ser que pudiera moverse pero vivir como un ser humano sin la penetración de la luz y el impacto del aire. Aplicando el experimento en su persona, el doctor Griffin consiguió lo que quería, pero lo malo es que no pudo revertirlo, Y ahí lo encontramos (como candidato triunfador ya en el poder), en el pueblo Iping de West Sussex, vestido normalmente pero con todo cubierto en manos y rostro. La curiosidad de la gente y la insistencia por conocer sus motivos, lo lleva a la radicalización y es cuando conocemos lo que realmente llevaba en su interior el doctor Griffin. Agresiones, robos, todo tipo de conductas en persecución y crimen, hasta el final sorpresivo. La visibilidad de G. Wells quedó expuesta con este personaje y la posteridad tuvo el ejemplo de esa duplicidad en que vivimos a diario sin necesidad de que se aplique el índice refractor. Sobre todo en políticos y mujeres políticas que le ocultan a la gente, lo invisible con lo visible.