Frente a la guerra/Felipe de J. Monroy
Tormenta electoral copiosa y la lluvia que no cae
Hubo tiempos en los que los niños clamaban en los barrios: “Lluvia, lluvia, vete a España y no vuelvas nunca más”. Pero ahora la frase debe revertirse cuando las lluvias empiezan a manifestar esos porcentajes tan temidos de 60 por ciento y en algunos casos 92 por ciento, de disminución en ciertos estados, que vaticinaron en marzo expertos de la UNAM. Por otro lado, no es una lluvia común sino una tormenta la que se avecina en el plano electoral en estos días. Ataviados como demócratas, los opositores exponen ante el ciudadano un símil de ese sistema que nadie les cree. El propio Marko Cortés líder apabullado del PAN, ya había dicho hace días, según algunos disidentes, que la suerte ya estaba echada por la mujer que escogió Claudio X, González. La faramalla que lanzaron a otros precandidatos de los cuatro seleccionados, solo fue una farsa y eso puede estallar, no sin consecuencias. No obstante, la aludida mujer ya no sonríe tan a menudo y sus bromas han bajado de tono. Se le ve preocupada en los últimos días por el estallido que puede surgir y debe tener los dedos cruzados. Las negociaciones deben estar a todo su nivel en el interior de ese grupo del FAM. Mientras, por otro lado, el país resiente la escasez de lluvia real y se le echa la culpa a la tercera avalancha de calor que elevó las temperaturas a un promedio de 40 grados. Dos calenturas diferentes, pues.
MAUGHAN: LOS ELEMENTOS SE REFLEJAN EN LA CONDUCTA HUMANA
Lo contradictorio es que a veces y en algunas zonas, la lluvia se desboca sin control, lo que lleva a pensar en aquellas posturas de William Somerset Maughan, como reflejo de lo que viven los seres humanos. El mencionó la malignidad de la lluvia, en una de sus obras cumbres, Lluvia (Atalanta 2016) pequeño libro que dio tanto de que hablar desde finales de los años veinte del siglo pasado hasta mediados de los años cincuenta, cuando el personaje central de la trama Sadie Thompson, cumplió su papel catalizador sobre la realidad de la fe. La descripción que hace Maughan de la lluvia que caía implacable día tras día, sobre la isla de Pago-Pago, es el de un elemento distorsionador de la vida normal de los nativos y sobre todo, de quienes encallaban buscado un refugio de aquella precipitación fuera de cauce.”Se percibía en ella la malignidad de los poderes primitivos de la naturaleza”, escribe el inglés que es considerado uno de los grandes escritores del siglo veinte. Sadie, una misteriosa prostituta que convulsiona la conciencia de un matrimonio de misioneros, se convierte en el centro de la polémica, porque todos los refugiados tienen que convivir con ella, mientras prevalece la lluvia. La forma como el misionero Davidson fustiga a la mujer delante de todos para orillarla a que se aparte, recuerda mucho esas actitudes de oscura intolerancia y desprecio, que ocultan algo más profundo. Mientras la lluvia cae sin piedad sobre el poblado, Davidson se aferra a la conversión de Sadie.
LLUVIA QUE ACORRALA LAS POSTURAS, PARA LLEVAR A EXTREMOS
La situación del religioso en la obra de Maughan, va cambiado de tono a lo largo de los días, y el hombre busca en la prostituta entrevistas con un fervor tan extraño e insistente que a todos sorprende el desenlace final. Davidson se suicida en la playa, incapaz de asimilar la pasión que le despierta Sadie. La metáfora de Maughan se vuelve un paradigma y la escenifican en cine y cabaret Gloria Swanson, Joan Crawford y Rita Hayworth, entre otras. Una más de las muchas obras escritas por Maughan llevadas al cine: Servidumbre humana, La luna y seis peniques, El velo pintado, El filo de la navaja, La carta, etcétera, que alimentaron la fantasía a partir de un escritor ahora casi olvidado. Maughan nació en 1874 y murió en 1965. Controvertido por su bisexualidad, envuelto en escándalos y señalamientos de parte de la sociedad inglesa tan asustadiza, él tuvo sin embargo, un destino diferente al de Oscar Wilde. Sus obras se explayaban hacia lo nativo, lo colonizado por la Gran Bretaña y son clásicas las denuncias que hizo en sus novelas, cuentos y obras de teatro, del racismo y discriminación de los ingleses. De vez en cuando se edita alguna de sus obras (un sobrino lo rescató en Burla burlando) o se insiste en un argumento, La carta o Servidumbre humana, por ejemplo, para hacer un remake. Las librerías de viejo son su refugio. Pero ahora que la sequía se precipita como diluvio al revés en México, no está de más recordarlo para distinguir entre la bendición de un recurso que es vital y la malignidad desbocada cuando las condiciones no son propicias. Davidson lo sabía. Y muchos de los que quieren imponer en México lo indefendible en la oposición, deberían también de saberlo.