Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Dicen que la elección presidencial en Estados Unidos no está definida. Que las encuestas entre Barack Obama y Mitt Romney, registran un empate técnico.
Pero, en qué beneficia a los mexicanos que un Demócrata o un Republicano acceda a la Casa Blanca. Nos atreveríamos a responder que en nada. Por el simple hecho de que la historia registra una relación bilateral asimétrica. Es decir de ventaja para unos y desventajas para otros entre los gobiernos de Estados Unidos y México.
Por ello, resulta extraño y no pocas veces kafkiano que el proceso electoral norteamericano despierte enormes expectativas en nuestro país.
Sin pasar por alto que, hace cuatro años, la candidatura presidencial Demócrata recayó en Barack Obama, quien como afroamericano despertó muchas simpatías a nivel internacional, pues se daba por sentado que las cosas cambiarían en las relaciones internas y externas de la vida de los estadounidenses, todo sigue igual, pues los cambios esperados no se dieron como millones de personas consideraron y es que en política norteamericana, obvio, dos más dos no son cuatro.
La historia en el caso de las relaciones bilaterales México-Estados Unidos, es como la verdadera matemática, absoluta. Vamos al recuento:
Durante la administración del Republicano Dwight Eisenhower (1953-1961), que sepamos, los gobiernos, primero, de Adolfo Ruiz Cortines y, después, de Adolfo López Mateos, no se establecieron nunca ni se concretaron proyectos reales para problemas reales, como fue, capitalizar un campo mexicano para evitar que empezara incubarse el caso de los migrantes mexicanos a ese país.
El Demócrata, John F. Kennedy, llegó a la Casa Blanca en 1961 y en 1963 fue asesinado en Dallas, Texas, por lo cual no pudo concluir su gobierno. Lyndon B. Johnson, otro Demócrata, asume la responsabilidad en 1963, se reelige y la concluye en 1969. En este lapso (1961-1969), Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz, enfrentan dos problemas:
1.- López Mateos, mantuvo relaciones comerciales con Cuba, pese a la decisión adoptada por la Casa Blanca, en el sentido de embargar económica, comercial y financieramente a Cuba (octubre de 1960). Sin embargo, en 1962, declararía que la política de Cuba era “ajena a las aspiraciones y valores de los pueblos latinoamericanos”.
2.- En 1964, con Lyndon Johnson, Washington canceló el Programa Bracero de manera unilateral, y surgió una nueva etapa. El gobierno mexicano insistió en la renovación del programa. La Casa Blanca no estaba interesada, porque los trabajadores inmigrantes siguieron llegando sin papeles y fuera de los acuerdos negociados.
El recuento de esta relación sigue:
Las administraciones de los Republicanos Richard Nixon (1969-1974) y Gerald Ford (1974-1977), no dejan algo positivo a México y a los mexicanos.
El saldo de los gobiernos del Demócrata, Jimmy Carter (1977-1981) y del Republicano, Ronald Reagan (1981-1989), no fueron positivos; con Jimmy Carter (Demócrata) se inició, como el mismo o había prometido (“pasos agresivos y de gran alcance, para frenar a los indocumentados mexicanos”), el proyecto del “Muro de la Tortilla”. Hoy, “La Operación Guardián”, continúa.
Miguel de la Madrid (Cambio de Rumbo, agosto 1986), definió cómo son las relaciones bilaterales con Estados Unidos, al recordar una entrevista, de 15 minutos que le concedió el mandatario norteamericano, Ronald Reagan:
“Todo esto muestra la fragilidad del clima de confianza entre México y los Estados Unidos. Nuestra relación está preñada de riesgos y conflictos. Es, en el fondo, una relación crecientemente difícil, porque México es un país crecientemente débil, en términos relativos, frente a Estados Unidos”.
Con el Republicano, George W. Bush, padre (1989-1993) y el Demócrata, Bill Clinton (1993-2001), las cosas no mejoraron para México, a pesar de los buenos deseos expresados por ambos mandatarios.
“El Muro de la Tortilla”, se empezó a construir gracias al apoyo de George Bush padre. Del famoso Tratado de Libre Comercio o Acuerdo Comercial entre Estados Unidos Canadá y México, mejor ni hablamos, porque los resultados en la economía y en la campo mexicanos, están a la vista.
En 2001-2009, otro Republicano, George Bush Jr estuvo en la Casa Blanca y fue relevado en el cargo por el Demócrata, Barack Obama (2009-?).
Una declaración de Bush Jr., ante Vicente Fox (5 de septiembre 2001) muestra la gentileza y la “grandeza” de gobierno de Estados Unidos: “Nuestras naciones tienen una oportunidad histórica para construir una auténtica sociedad basada en la confianza y en la libertad. Desde 1994, el Tratado de Libre Comercio entre nuestros dos países y Canadá ha creado millones de puestos de trabajo y sacó adelante a millones de vidas. El TLCAN es un modelo para los beneficios que son posibles cuando el comercio es libre y gratuito. Hoy en día, nuestras dos naciones están trabajando juntos para extender los beneficios del libre comercio en todo el hemisferio y en todo el mundo”.
Once años después, en México, hay pobre extrema, pobreza y muchas de sus variantes. El desempleo aumenta y no se ve la luz de salida del túnel. La política de “los changarros”, fueron y son un “éxito” nacional, porque, diariamente, los puestos de ambulantes se multiplican. El comercio y la economía informales predominan en nuestro país.
De Barack Obama (actual Presidente de EUA y candidato Demócrata a la reelecion), solamente se puede establecer que en materia migratoria y especialmente en el caso de “El Muro de la Tortilla”, su administración lo ha manejado como una obra que le fue heredada. Y se ha anunciado que construirán algunos kilómetros más de éste. Por cierto, una cifra inferior a lo que había proyecto al Congreso de Estados Unidos.
Mitt Romny, el Republicano aspirante a ocupar la Casa Blanca, en la actual coyuntura electoral, se refirió muy en corto a un sector de la población de Estados Unidos y manifestó:
“Hay estadounidenses gorrones que no pagan impuestos, que no asumen la responsabilidad de sus vidas, y que piensan que el gobierno debe hacerse cargo de ellos. mi trabajo no es para preocuparse por esas personas nunca (y) voy a convencerlos de que deben asumir la responsabilidad personal y el cuidado de sus vidas.”.
Este rápido recuento de lo que son Demócratas y Republicanos y en los que las diferencias ideológicas casi son las mismas, nos hace recordar algunos conceptos del escritor norteamericano Howard Zinn, quien en su libro “la Otra Historia de Estados Unidos”, expone lo que se buscaba en los años 30 del Siglo XIX:
“Cuando se entrevé el interés económico que yace en cláusulas políticas de la Constitución, el documento se convierte no ya en el trabajo de hombres sabios que intentan establecer una sociedad decente y ordenada, sino en el trabajo de ciertos grupos que intentan mantener sus privilegios, a la vez que conceden un mínimo de derechos y libertades a una cantidad suficiente de gente para como para asegurarse el apoyo popular”.
En su libro, Howard Zinn, agrega: “En el nuevo gobierno, Madison sería de un partido (los Demócratas-Republicanos), junto con Jefferson y Monroe. Hamilton pertenecería al partido rival (Los Federalistas), junto con Washington y Adams. Pero ambos acordaron — uno negrero de Virginia, el otro comerciante de Nueva York – los objetivos del nuevo gobierno que estaban estableciendo. Estaban anticipando el largo y fundamental acuerdo de los dos partidos del sistema americano”.
De ahí que, después de este breve recuento histórico, nadie debe estar a la expectativa de lo que pueda ocurrir el próximo 6 de noviembre en Estados Unidos. Porque la política exterior norteamericana seguirá siendo la misma. Al interior de Estados Unidos puede y debe haber variantes.
“Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos” (Porfirio Díaz dixit).
*Director de El Correo de Oaxaca
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