
Libros de ayer y hoy
En un país donde la tragedia de la desaparición se ha convertido en una dolorosa constante, las madres buscadoras se han erigido como símbolos de valentía, lucha y resistencia. Sin recursos, sin apoyo gubernamental y enfrentándose a la indiferencia y, en ocasiones, a la complicidad de las autoridades, miles de madres y padres de familia han emprendido una cruzada incansable para encontrar a sus seres queridos.
Armadas únicamente con palas, varillas y la inquebrantable esperanza de hallar alguna pista que les devuelva a sus hijas e hijos, se internan en carreteras, lotes baldíos, montes, desiertos y pantanos, recorriendo el vasto territorio mexicano en busca de respuestas. Lo que debería ser una tarea primordial de los ministerios públicos locales y el gobierno federal, ha sido asumido por quienes, sin descanso, se niegan a olvidar.
Más de 130 mil personas desaparecidas en el país son el reflejo de una crisis humanitaria que el gobierno intenta minimizar. Mientras tanto, el trabajo de búsqueda recae en quienes deberían estar en casa esperando respuestas, no cavando fosas en la desesperada esperanza de hallar los restos de sus hijas, hermanos o padres. La desesperación no las ha doblegado, y el dolor no ha mermado su fortaleza, pero la carga emocional y física es inconmensurable.
Sin embargo, lejos de recibir apoyo, las madres buscadoras enfrentan constantes señalamientos y críticas. La propia Presidenta, quien presume cercanía con el Pueblo, ha expresado desaprobación y emitido insinuaciones malsanas, intentando desacreditar la genuina lucha que representa su incansable búsqueda. Mientras tanto, casos atroces como el del rancho del terror en Teuchitlán, Jalisco, se tratan de maquillar o minimizar ante la opinión pública, ignorando la realidad que también se vive en Tamaulipas, Sonora, Sinaloa y muchos otros Estados.
En un país que se jacta de ser humanista y cercano al pueblo, resulta irónico que sean precisamente las madres quienes deban alzar la voz para exigir justicia y exponer la impunidad.
Frente a un gobierno que se niega a enfrentar la magnitud de la tragedia, ellas representan el verdadero baluarte de la lucha por la verdad y la justicia.
Es momento de reconocerlas, de apoyarlas y de exigir que el gobierno del Estado asuma la responsabilidad que hasta ahora han cargado solas. Las madres buscadoras nos muestran que el amor no tiene límites, incluso cuando el gobierno los impone. Su lucha es un llamado urgente a la consciencia social y a la responsabilidad estatal, pues ningún padre o madre debería tener que cavar con sus propias manos para encontrar a sus hijos.
¡Yo sí les creo a las Madres Buscadoras!
*Presidente Nacional del PRI.