
Visión Financiera
Gabinete y presupuesto: El vaso que se vacía
En una sola semana, que es la semana pasada, el gobierno mexicano hizo dos anuncios ‘trascendentales’. Sí. Y no. Se trata, primero, de cambios en el gabinete presidencial, y unas horas después la entrega del Presupuesto Federal para 2017 al Legislativo, para su aprobación.
Para empezar, el miércoles 7 de septiembre el presidente Enrique Peña Nieto dio a conocer la renuncia del secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso.
Digamos que este anuncio causó sorpresa en el país. No era para menos. Este personaje era –y es– uno de los hombres más cercanos al Ejecutivo de México. Es una especie de alter ego; una especie de conciencia promotora; o si se quiere, y para muchos dentro del mismo gabinete, una especie de Joseph Fouché.
Aquel personaje (1759-1820 en Francia), uno de los más poderosos de su tiempo y al mismo tiempo tenebroso; un poder tras el poder; un reino en la sombra que sobrevivió a figuras como Robespierre o el propio Napoleón. Fouché no tenía inconvenientes para cambiar de opinión y defender causas opuestas y contradictorias si con esto conseguía el poder e influir. Terriblemente omnipotente pero también muy temido durante la Revolución Francesa y aun después.
Así que Luis Videgaray renunció, según el anuncio presidencial. Las causas pueden ser varias, o todas juntas:
En primer lugar salta que él haya sido el promotor y ejecutor de la visita del candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos de América, Donald Trump. Una visita que ha traído muy severas consecuencias a la imagen y perspectiva del presidente Peña Nieto y su partido, el PRI.
La nación entera entró en furia luego de que Trump, desde junio de 2015, se ha referido a México de forma extremadamente indigna e insidiosa. No vamos a más en esto que todos sabemos y que nos causa indignación. Pronto se supo que el artífice de esta visita envenenada había sido Luis Videgaray, como consejero del presidente, por encima de cualquiera otra opinión del gabinete.
Otra de las razones de peso es que la economía mexicana está en uno de sus peores momentos en muchos años. Y en gran medida el responsable de esta situación es, precisamente, quien era secretario de Hacienda, que es decir, el encargado de resguardar nuestros recursos, administrarlos y fortalecerlos. Pues no. La situación es cada día peor aquí y, por lo mismo, su salida era indispensable para detener el deterioro económico del país y las críticas internas y externas.
Y otra más de las muchas razones de peso tiene que ver que está a punto de resolverse el tema de la elección del candidato priísta para gobernar el estado de México. Las elecciones son en 2017 y ya se trabaja ahí en la configuración del nuevo mandatario estatal. ¿Podría ser Videgaray? Si, su carrera política se construyó en el estado de México al lado de Enrique Peña Nieto siendo gobernador de aquella entidad. Por otro lado, se sabe la debilidad del Presidente mexicano por favorecer a sus amigos y a su círculo cercano por encima de capacidades o consideraciones. Este podría ser otro caso.
Y llega a Hacienda, José Antonio Meade; un político extremadamente consecuente. Carente de ideologías porque lo mismo ha trabajado para el Presidente Felipe Calderón Hinojosa (PAN) como para Enrique Peña Nieto (PRI). No importa. Sabe y ha sabido moverse en aguas distintas. Y ahora más que antes dio un paso adelante en las preferencias presidenciales para la candidatura de 2018.
Otra sorpresa fue la asignación de Luis Miranda en la Secretaría de Desarrollo Social; una secretaría que tradicionalmente se consideraba como caja de recursos para lo electoral; una secretaría que sonríe a la pobreza, sin solucionarla, porque mientras haya pobres habrá SEDESOL.
Miranda es otro de los hombres y amigos muy cercanos al presidente Peña Nieto y de todas sus confianzas desde que trabajaron juntos en el estado de México. Pero para muchos esta llegada comprueba el desinterés de gobierno por solucionar la pobreza y generar desarrollo social. A Miranda comienza a vérsele como presidenciable, aunque está difícil que así sea, en cambio sí podría ser el aspirante –otro más- al gobierno del estado de México.
De todas maneras, los primeros cambios en el gabinete presidencial, en este periodo de extrema vulnerabilidad gubernamental, son una señal de que son más en tono electoral-2018, que para encontrar salidas a la crisis de gobierno, gobernabilidad, económicos y sociales del país. Lástima.
Y aun así, el ex secretario de Hacienda tuvo tiempo para estructurar el presupuesto del Gobierno Federal para 2017. Un presupuesto “austero” según el mismo gobierno. Esto es: un presupuesto de 4 billones, 837 mil 512.3 millones de pesos, contantes y sonantes… O sea, 1.2 por ciento menos que el del año pasado por 239,700 millones de pesos…
El tema central y hasta trágico son los rubros a los que se les están disminuyendo recursos: Para educación en el país se disminuyen 265 mil 704.2 millones de pesos (10.6 por ciento); en Salud 10.8 por ciento menos que el año pasado; para cultura hubo una reducción del 30.7 por ciento así como también para Agricultura en 29 por ciento menos.
Por supuesto los poderes Legislativo y Judicial fueron beneficiados con un incremento del 4 por ciento lo que genera suspicacias indignantes. Lo mismo ocurre con espacios en donde también predomina el interés de partidos políticos como son el Instituto Nacional Electoral y los Tribunales Electorales, poco o casi nada afectados.
Así que el año que viene tendremos que tronarnos los dedos porque sin duda la austeridad en el gasto de gobierno tendrá que ver con despidos, falta de incrementos salariales o beneficios sociales. Inflación y desempleo… Ese es el panorama. Esas son las soluciones de gobierno.