Visión financiera/Georgina Howard
Iglesia católica: la paja en el ojo ajeno
Así que los operarios de la Iglesia Católica en México, en su infinita bondad, en su amor al prójimo, en su amaos los unos a los otros que tanto pregonan en sus liturgias y en sus documentos de adoctrinamiento, ahora están de plácemes, porque según ellos la propuesta del presidente Enrique Peña Nieto, de aprobar el matrimonio entre personas del mismo sexo, hizo que perdiera estas elecciones… Y se frotan las manos diabólicamente.
En el editorial del 12 de mayo, en su órgano informativo Desde la Fe, de la Arquidiócesis, que se distribuye el domingo en parroquias de la Ciudad de México se lee: “Es de aplaudir la actitud madura de muchos mexicanos que salieron a votar. No hay duda de que la sociedad inconforme con esta imposición destructiva e inmoral, ha reaccionado y ha emitido un voto de castigo al Presidente y su parido político, el mismo que, cabe recordar, propuso en la Ciudad de México la ley criminal del aborto y que en varios estados, aun contra el sentir de la sociedad, ha aprobado los mal llamados matrimonio entre personas del mismo sexo”.
En un reduccionismo más en tono de propaganda católica que razonable, estos señores de falda y cinto púrpura, resumen así un problema político que va mucho más lejos que esta propuesta hecha apenas el 18 de mayo de 2016 cuando el Ejecutivo mandó al Congreso una iniciativa de reforma a la Constitución a fin de reconocer el derecho de los mexicanos a contraer matrimonio sin ser sujetos a discriminación por su origen étnico o nacional, discapacidad, condición social, salud, religión, género o preferencia sexual.
“La propuesta de reforma al artículo cuarto constitucional busca incorporar con toda claridad el criterio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de reconocer como un derecho humano que las personas puedan contraer matrimonio sin discriminación alguna.
Nada más que se da el caso de que el fracaso del Partido Revolucionario Institucional, que apenas pudo quedarse con 5 gubernaturas cediendo al PAN 7 –tres de ellas en alianza con el PRD–, tiene que ver con el hartazgo político de los habitantes de estas entidades; tiene que ver con el abuso de poder de mandatarios locales, tiene que ver con corrupción, con malos manejos administrativos y políticos y también que los habitantes de estados ahora perdidos por el PRI saben que sus gobernantes tienen mucha cola que les pisen, como es el caso de Veracruz.
El voto de castigo tiene que ver con la falta de liderazgo, tiene que ver con la frivolidad presidencial con la que se asume el gobierno, que con frecuencia se resumen en discursos pomposos pero que esencialmente son carentes de contenido y de certeza. Un gobierno de alfombra roja, apenas.
El PRI se confió. Manlio Fabio Beltrones que llegó a la presidencia de este partido con calzador, pero con una imagen de operario fuerte, tenaz, indestructible, no pudo con el paquete. En mucho, tuvieron que ver las divisiones internas del partido en el gobierno federal, y tiene que ver con la mala calidad de sus candidatos, más impuestos para pagar facturas y para poner ahí a gente manipulable que gente hecha por el Estado y por sus virtudes conocidas.
La dictadura de los partidos pasó factura al PRI esta vez. Y la pasará en 2018 si no se avispan e inician una reestructuración interna y de estrategias; una ingeniería político electoral en donde los candidatos sean cercanos y confiables por los electores y no advenedizos y sin cepillar, como es el caso de Oaxaca en donde Peña Nieto impuso al hijo de José Murar, aquel viejo político del que en Oaxaca no se quiere escuchar su nombre.
La Iglesia Católica aplaude el fracaso del PRI argumentando que fue por la reacción de mexicanos que no aceptan las bodas entre personas del mismo sexo. Casualmente la Ciudad de México lo tiene aprobado, como otros estados en la República y no pasó nada. Así que su felicidad ya pueden irla poniendo en el recipiente de agua vendida, para que se le salgan los diablos.
Porque si de perversiones y de diablos y de inmundicia se trata, la Iglesia Católica sabe mucho de esto: históricamente han hecho y deshecho de lo sexual su rincón obscuro en los recintos religiosos: Pederastia a raudales de curas incontinentes, homosexuales que se incorporan a la Iglesia Católica como refugio, perversiones de relación de curas con mujeres con las que procrean hijos. Así que si se trata de recordar el paso por la vida, la Iglesia Católica –sus operarios, digo—sí tienen mucho de qué presumir.
¿Por qué los curas no hablan de esto en su Desde la Fe de estos casos en los que han arruinado vidas de niños y jovencitos abusando de ellos? Existe una organización de hombres maduros que fueron abusados por el cura Marcial Maciel. Muchos padres guardan silencio por la amenaza de los curas de convertir su vida en un infierno terrenal y de su no entrada al “reino de los cielos”.
Aparte, también hay grupos ultra reaccionarios que están moviendo los hilos para impedir la aprobación. Periodistas o intelectuales de derecha lanzan su cuarto a espadas en busca de impedir el ejercicio de las libertades individuales y colectivas. Y están en su derecho; tienen su punto de vista y es respetable, como aquel de quienes buscan su aprobación.
Como en todo el mundo, existe homofobia en México, y pero aún más si los representantes del amor de Dios la estimula, y estimulan odios y venganzas.
Mejor sería que ponga sus barbas a remojar no vaya a ser que salgan trasquilados, que en el tema de las libertades, el mundo ha avanzado, las sociedades se construyen en base al reconocimiento de los derechos humanos individuales y colectivos y no a partir de la vela perpetua. O de perversiones en lo obscurito de los sagrarios.