Visión financiera/Georgina Howard
Independencia electoral
De pronto, luego de una larga trayectoria como militante del Partido de la Revolución Democrática, el 14 de febrero de 2017 el senador Armando Ríos Piter decidió renunciar al PRD e iniciar camino político como independiente con rumbo a las elecciones de 2018.
Otro independiente de larga data, Jorge Castañeda, quien había hecho trabajo político construyendo su independencia electoral renunció a continuar su propio camino y anunció que apoyaría la independencia de Ríos Piter…
El 7 de febrero de este mismo año, el alcalde de San Blas, Nayarit, Hilario Ramírez Villanueva, conocido como “Layín” y que en junio de 2014 reconoció haber robado dinero de la Presidencia municipal, pero “sólo poquito”, se registró como candidato independiente a la gubernatura del estado ante el Instituto Estatal Electoral; esto a pesar de los escándalos al frente de su administración, como gastar millones de pesos en una fiesta de cumpleaños, levantarle el vestido a una mujer con quien bailaba y regalar autos…
En las elecciones del 7 de junio de 2015 ganó las elecciones para gobernar el estado de Nuevo León Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón, “El Bronco”, candidato independiente que obtuvo el 48.8% de los votos emitidos a su favor, equivalentes a 1,020,552 sufragios.
De ahí en adelante más candidatos independientes para gubernaturas o presidencias municipales han surgido por aquí o por allá. Es parte de la ley.
En la Reforma electoral de 2012 los legisladores aprobaron la figura de “candidato independiente”, pero es en 2014 cuando se consolida la Reforma y se describen las normas que habrían de dar paso a ciudadanos que quieran ser candidatos sin contar con respaldo de algún partido político, lo que tiene un alto significado democrático porque es la ruptura con el sistema de partidos políticos en un país en el que éste predominó por casi todo el siglo XX y parte del XXI.
“Es derecho de los ciudadanos ser votado para todos los puestos de elección popular, teniendo las calidades que establece la ley de la materia y solicitar su registro de manera independiente, cuando cumplan los requisitos, condiciones y términos que determine esta Ley”.
[Constituir una asociación civil, abrir una cuenta bancaria y registrarse ante el Servicio de Administración Tributaria (SAT); luego de conseguir el registro como aspirante, los interesados deben reunir el apoyo de 3% del total de la ciudadanía inscrita en el padrón de la localidad que buscan ganar; cumplidos los plazos obtendrán la candidatura y contenderán en la elección correspondiente con partidos y coaliciones también registrados]
Está bien. Durante muchos años los partidos políticos en México se fueron convirtiendo en refugio de intereses políticos, pero sobre todo de intereses económicos y de poder social, desvinculados de sus electores y de los grandes problemas nacionales. Esto es así aun.
Por tanto la idea de que hubiera candidatos que no participaran en procesos electorales con el membrete de alguno de los actuales institutos políticos era una forma de revolución electoral que significaría independencia de pensamiento…
Pero también es cierto que poco a poco esta figura se ha ido transformando en el arrimo de candidatos que provienen de partidos políticos con los que han roto lanzas porque no consiguieron concretar sus propios intereses.
Es frecuente escuchar a lo largo de la República mexicana que políticos integrantes de partidos políticos, que han trabajado para ellos y en sus administraciones tanto federales, como estatales o municipales y que han sido sus beneficiarios, al no conseguir las candidaturas a puestos de elección popular por sus institutos deciden que “se irán como independientes” porque consideran tener la fuerza y el arrastre popular suficiente como para ir por su propia cuenta.
Así, muchos de estos “independientes” no lo son tanto porque acumulan y arrastran tras de sí viejos intereses de partido, costumbres, formas, mañas, artificios y sobre todo rencores y desahogos. Nada para los electores. Ahí la independencia pierde sentido.
Sí es bueno que candidatos que no tienen ni han tenido vínculos o intereses de gobierno y partido participen con ideales renovados y con propuestas frescas de distintas líneas de pensamiento.
Sí es bueno que surjan de los espacios de la sociedad civil, de la academia, de las aulas, de la empresa, del día a día de trabajo, desde todo el país, gente que recupere el tiempo perdido para abrir cauces nuevos a la vida política de México y, como consecuencia, a su transformación.
Es tiempo aun de recuperar la importancia de esta participación autónoma y con ímpetus de transformación y hasta de revolución político-electoral.
Una reforma a la reforma indicaría que quienes quieran participar no deben haber sido militantes o parte de gobierno de partido por lo menos unos cuatro años previos a la elección que se busca. Esto acomodaría un poco más estas candidaturas y daría sentido a esa “independencia” que se pregona.