
Morena y su fraude monumental
En lugar de avanzar, México retrocede. Lejos de consolidar una ruta de desarrollo, el país está atrapado en una espiral de deterioro institucional, parálisis económica y fractura social. El mal gobierno de Morena, sostenido en la propaganda y la improvisación, ha sembrado incertidumbre y cosechado crisis.
No se trata de una opinión aislada, sino de una realidad que se refleja en los bolsillos vacíos, en los empleos perdidos, en la inseguridad que paraliza comunidades enteras y en un entorno internacional que observa con preocupación la deriva mexicana.
La inversión privada, motor indispensable para el crecimiento, ha optado por esperar, cuando no por retirarse. Las reglas del juego han sido cambiadas a conveniencia del poder, sin certidumbre jurídica ni respeto institucional. En lugar de atraer capital, el gobierno ha expulsado oportunidades. El resultado es evidente: el consumo se ha debilitado, la economía se estanca y los pronósticos de crecimiento para este 2025 son francamente desalentadores. México no crece, se hunde en la inercia de los errores de AMLO y de Sheinbaum.
A ello se suma una tragedia humana ignorada: nuestros connacionales en Estados Unidos, que durante años han sostenido al país mediante el envío de remesas, hoy enfrentan un panorama más hostil. La cancelación de servicios consulares, el abandono diplomático y los recortes presupuestales han dejado a millones de mexicanos sin defensa ante políticas migratorias cada vez más duras.
Mientras tanto, la informalidad se expande como única salida para sobrevivir. No por elección, sino por necesidad. El sistema ha dejado de ofrecer alternativas reales: ni empleo formal ni servicios públicos de calidad. El acceso a salud, educación o seguridad social es un lujo para millones. Se vive al día, sin red, sin garantías, sin esperanza.
Y en medio de todo esto, el miedo. La violencia del crimen organizado ha ocupado los espacios que el Estado ha abandonado. Muchas zonas del país están controladas por grupos armados que imponen su ley. La delincuencia se ha normalizado, y el gobierno, incapaz o cómplice, ha optado por mirar hacia otro lado. Las instituciones de seguridad son inoperantes, rebasadas o infiltradas. La población vive secuestrada por la amenaza constante.
Este es el saldo de un régimen que prometió transformación y solo ha entregado ruina. Un gobierno que ha priorizado la complicidad sobre la capacidad, el discurso sobre los resultados, la confrontación sobre el consenso. La ausencia de rumbo, sumada a la corrupción e ineficacia, ha generado una tormenta perfecta.
México necesita un cambio profundo, urgente y real. No de eslóganes ni de colores, sino de visión, de talento y de compromiso con el presente y futuro. De lo contrario, no solo dejaremos de crecer: nos hundiremos más allá del punto de retorno.
*Presidente Nacional del PRI.