Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
MORELIA, Mich., 25 de octubre de 2020.- Pese a que había compromiso y declaraciones respecto a un conflicto sobre derechos de autor en el que se acusa a Marco Flores y la Banda Jerez de plagiar y distorsionar las pirekuas michoacanas, este tema aún no se cierra.
Así lo acusó el Consejo Supremo Indígena de Michoacán (CSIM), que denunció públicamente que el robo, el plagio y el pirataje de pirekuas continúa, pues recordaron que a petición de la familia de Gervasio López, compositor de la Danza de los Viejitos, se inició una denuncia por plagio y violación de derechos de autor.
Este recurso legal se emprendió debido a que señalan que Marco Flores y la Banda Jerez utilizaron y distorsionaron la música de esta danza representativa de Michoacán, argumentando que había un acuerdo favorable.
Recordaron que el Gobierno de Michoacán, a través de la entonces Secretaría de los Pueblos Indígenas, encabezada por Martín García Avilés, anunció en 2017 que se iniciaría un proceso jurídico, pero este nunca se emprendió.
Por tal motivo, las autoridades que conforman el Consejo Indígena declararon persona no grata a Marco Flores y la Banda Jerez, y manifestaron que no son bienvenidos en las comunidades purépechas por robar, plagiar y denigrar su cultura ancestral.
Ante esto, los exhortan a que públicamente reparen el daño y violaciones de derechos de autor que han cometido, y en caso de que no ocurra así, deberán recurrir a la ruta de la judicialización del caso y la expulsión de sus comunidades.
“Exhortamos por única ocasión a los agentes comerciales sin escrúpulos, mestizos y purépecha que han lucrado indebidamente y han subido sin autorización de los autores pirekuas a las plataformas de Youtube, Spotify, Apple Music, Amazon Music y SoundCloud, a que de forma inmediata las liberen y dejen de robar y mercantilizar la música tradicional”, se lee en su posicionamiento.
Los representantes de este consejo invitaron a los compositores que tengan algún problema con el plagio de sus creaciones a que recurran a ellos para defender conjuntamente sus derechos de autor, para lo cual trabajan en una triple alianza internacional en defensa de los derechos colectivos y de autor.
La pirekua, en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad
La pirekua es un canto tradicional de las comunidades indígenas p’urhépechas del Estado de Michoacán en la República Mexicana, interpretado por hombres y mujeres.
La diversidad de sus estilos resulta de la mezcla de influencias africanas, europeas y amerindias, y se han observado variaciones regionales en 30 de las 165 comunidades p’urhépechas existentes, de acuerdo a la descripción de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
La pirekua, que se canta por regla general con un ritmo lento, puede presentar también estilos no vocales utilizando ritmos diversos como los sones y los abajeños.
La pirekua se puede cantar en solo, en dúo o en trío, y también puede ir acompañada por coros, orquestas de cuerda y conjuntos musicales de instrumentos de cuerda y viento a la vez. Los cantantes e intérpretes de la pirekua, denominados pirériechas, son reputados por su creatividad y sus interpretaciones de canciones antiguas.
La letra de las canciones, en la que se recurre con mucha frecuencia al uso de símbolos, abarca una amplia gama de temas: desde los acontecimientos históricos hasta la religión, pasando por las ideas sociales y políticas, el amor y los noviazgos.
La pirekua es un instrumento efectivo de diálogo entre las familias y las comunidades p’urhépechas que la practican, y contribuye al establecimiento y estrechamiento de vínculos entre ellas.
Los pirériechas cumplen también una función de mediadores sociales, al utilizar las canciones para expresar sentimientos y comunicar acontecimientos importantes a las comunidades p’urhépechas.
La pirekua se ha venido transmitiendo tradicionalmente por vía oral, de generación en generación, y no sólo es una expresión cultural que se mantiene viva actualmente, sino que también constituye un signo distintivo de identidad y un medio de comunicación para más cien mil p’urhépechas.
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