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CIUDAD DE MÉXICO, 24 de junio de 2018.- Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en 2015 el número de migrantes en el mundo fue de 214 millones; de éstos, 49 de cada 100 eran mujeres, es decir, 104 millones 860 mil dejaron sus lugares de origen
Así lo refirió Carolina Grajales Valdespino, de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, al advertir que la migración hacia países más industrializados en busca de mejores oportunidades laborales ya no es garantía de desarrollo personal o familiar; además, la mala calidad de los empleos vulnera más a las mujeres.
En cuanto a Latinoamérica, la proporción de mujeres migrantes es de casi 50 por ciento, mientras que para México, por cada tres hombres que van en busca de mejores expectativas, hay una mujer.
La especialista dijo que además de las modificaciones a la cultura laboral en nuestro país a partir de la implementación del modelo neoliberal (a partir de 1980), se incrementó la desigualdad y se disminuyó la calidad de los empleos, y esta situación encuentra su justificación en una tendencia cultural cuya base está en una doctrina económica de fines del siglo XVIII.
“El mercado es un modelo egoísta, y en la casa hay un modelo altruista, de ahí se origina la idea de que las mujeres hacemos trabajo gratuito. Cuando incursionamos al mercado laboral, en donde se hacen actividades remuneradas, muchas veces no son valoradas porque se ven como la extensión de la labor doméstica”, consideró.
Esto ha orillado a varias mujeres a dejar sus lugares de origen en busca de mejores oportunidades y expectativas de desarrollo en otros países, principalmente Estados Unidos, pero el modelo neoliberal también afectó al mercado laboral en la Unión Americana.
“Ahora compiten blancos con migrantes, porque el modelo neoliberal ha sido una fábrica de pobres en el mundo. Nunca como ahora se ve el golpe tan cruento que ha asestado el capital al trabajo: eliminar los derechos y prestaciones”, remarcó.
Finalmente, resaltó que no importa la capacitación que tengan las migrantes, pues además de los peligros que encuentran durante su viaje, se enfrentan a un mercado que sólo les ofrece opciones como cuidadoras de adultos mayores, servicio de limpieza, cocina o en la pisca.