Abanico
(AMI) José Carreño Carlón al frente del Fondo de Cultura Económica, Enriqueta Cabrera, en el Canal Once y Raúl Cremoux en el 22, nombramientos de los que daba cuenta la agencia Quadratín México en su segundo corte informativo del martes 15 de enero, deben considerarse otros tantos aciertos del gobierno federal por la idoneidad en cada caso de los nuevos titulares de las entidades referidas, y por su calidad de referentes del gremio periodístico con el cual es evidente el propósito del régimen de mejorar las relaciones tan deterioradas por sus antecesores.
En su artículo Llegar al fondo, publicado en El Universal del miércoles, Pepe Carreño provee, con una prosa consistente y evocadora, las razones, más que simples causas, por las cuales su llegada a la ameritada casa de la cultura que fundó Cosío Villegas hace ya 79 años, en un recorrido que traslada al lector al que se antoja imposible México de una época durante la cual prevalecieron la inteligencia y el proyecto de nación que ahora han permitido a este país resistir los devastadores efectos del neoliberalismo. Inusual asociación de nostalgia y dato duro.
También El Día fue casa de Enriqueta Cabrera, quien sucedió a Socorro Díaz en la dirección del diario fundado por Ramírez y Ramírez, Dorantes, Sánchez-Arriola, Adelina Zendejas, Cortés Tamayo, y que albergó a la inteligencia latinoamericana dispersa por el terror cuartelero que entonces asolaba a los países que hoy son vanguardia en el rescate de sí mismos. Tan entrañable medio sería liquidado por el secuestro a que el lumpen le sometió tras el asalto dirigido desde las más oscuras cavernas de la corrupción. José Luis Camacho, su último director legítimo, apenas alcanzaría a rescatar el cascarón del edificio cuando el cártel judicial reconoció que la razón no estaba con los saqueadores; lo poco que el remate del inmueble redituó, fue para paliar la miseria de los viejos trabajadores despojados por los asaltantes. El Día ya es irrescatable. Pero Canal 11 tiene ahora, ante sí, un horizonte promisorio.
La misma UNAM de Enriqueta y Pepe es la casa de origen de Raúl Cremoux. También la suya es una vida transcurrida entre la academia, los medios, dedicada al oficio de escribir como resultado de un ejercicio de análisis conciente y acucioso. El que Eleanor Maccoby ha llamado el chicle de los ojos, la enajenante televisión comercial, es uno de sus temas de tratamiento más frecuentes, como se aprecia en la cédula bibliográfica que El Universal, una de sus tantas residencias periodísticas, dedica al nuevo director del 22: La publicidad os hará libres, ¿TV o prisión electrónica?, Democracia en marcha, Comunicación en cautiverio, Gajes y gajos de la Información. Tampoco la suya es una designación hecha al azar y eso habla de coherencia en los criterios que determinaron estos nombramientos.
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