El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
Cuando se pierde de vista el puerto, es muy fácil navegar a la deriva. Cuando no se comparten los destinos ni las metas, cualquier desacuerdo puede representar una confrontación que escale hasta niveles internacionales. Cuando la forma se convierte en el fondo, las batallas se vuelven superficiales y vagas. Así la ciudadanía cada vez se divorcia un poco más de la clase gobernante y de los políticos en general.
Hoy en el centro del debate nacional está la confrontación, no la resolución de los problemas, lo que domina el panorama son los desencuentros, las persecuciones, las amenazas, y la falta de propuestas reales para enfrentar problemas legítimos.
No son pocos los ejemplos de debates estériles, y podemos mencionar algunos que han resonado no por su impacto en políticas públicas o porque vayan encaminados a transformaciones de la vida pública, sino porque se quedan en escándalos.
Ayer por la tarde un colectivo de mujeres que busca mayores derechos, de acuerdo a su manera de concebir su realidad, nada favorable para ellas, en un país que no les garantiza seguridad, fueron encapsuladas por granaderos que no les permitieron avanzar por las calles del centro histórico, las cuales seguramente serían vandalizadas, pero de nuevo, sus motivos pasaron a segundo plano, lo que la gente supo de su manifestación fue la confrontación con el grupo policiaco.
El Frente Nacional Anti AMLO decidió tomar las calles del centro histórico. Primero se instalaron en la alameda y mediante la orden de un juez, lograron establecer su campamento en pleno zócalo de la capital. Hoy, nadie tiene claras sus motivaciones, porque no ha existido ese debate público. Lograron el encontronazo con el gobierno federal, y en voz del propio presidente López Obrador, los reta a aguantar hasta 2022, fecha en la que se podrá revocar su mandato.
El diálogo está agotado, y de nuevo, lo que priva es un ambiente hostil de intercambio de descalificaciones, de pretender imponer la visión de unos sobre los otros, sin mediar ningún síntoma de un posible entendimiento.
Pero la lista continúa, los gobernadores se han reagrupado en bandos. Nació una Alianza Federalista para poder exigir al gobierno mayor presupuesto para sus entidades, o que les respeten el anterior. Todo tendría una muy valiosa justificación, sin embargo, hasta el momento han sido incapaces de rendir cuentas sobre los logros que han tenido, y la aplicación de los dineros que por años han recibido.
Por el otro lado, la Federación los acusa se asumir estas posturas por claras conveniencias políticas y electorales, y que sólo estiran la mano, sin someterse a procesos de austeridad o que no quieren que la gente tenga una mala opinión de ellos porque vienen tiempos electorales, entonces no se van a atrever a imponerles más impuestos.
Quizá el caso más relevante sea el que padecen agricultores de Chihuahua por el pago de agua de la presa la Boquilla, y es que parece que están queriendo crear contrapesos contra dos gobiernos que están en contra de ellos, el de Estados Unidos por exigir el pago de un acuerdo, pero también sienten la opresión del gobierno mexicano, quienes están centrados en cumplir su parte más que en resolver el crimen de Jessica Silva, una víctima de una confrontación que pudo evitarse si se hubiera privilegiado el diálogo.
Ante este panorama, ocurrió todo lo contrario. El gobierno federal decidió suspender la coordinación con el gobierno estatal para brindar la seguridad de la entidad. Mientras Javier Corral sigue siendo descalificado, al señalarle que su palabra carece de valor; pero responde que López Obrador es un mandatario ruin.
Así podemos seguir sumando una lamentable lista de confrontaciones, de las cuales ninguna pone en el eje de la discusión, los problemas de fondo. Es más su amor propio, que la capacidad de ponerse en los zapatos del otro.
En México hoy no existe un diálogo, sólo son enfrentamientos de monólogos, y así, no habrá motor que nos impulse a alcanzar nuestra verdadera meta, vivir en paz, con seguridad y libertad.
El peor de los errores de la 4T, es que mientras los problemas crecen, el gobierno está enfocado en deslegitimar a quienes se oponen y la sociedad en sobreponerse a “los otros”.