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MORELIA, Mich., 19 de diciembre de 2018.- Don M, el reportero de la triste figura, dejó al mundo terrenal.
A sus casi 73 años, Miguel Durán Juárez, falleció a consecuencia de una falla cardíaca.
Reportero, siempre reportero, Don M, como se firmaba en las páginas de la histórica Extra, el mini periódico de la calle Abasolo en la ciudad de Morelia, en Michoacán, era de los pocos reporteros de la denominada vieja guardia.
Hombre leal, atento, educado, caballeroso, picante en su prosa, Don M fue prácticamente un ápice en la fuente del Congreso, la cual cubrió por más de 40 años.
Sabía los recovecos, le conocía desde el vigilante hasta el jefe legislativo en turno. Amado por las secretarias, las asistentes, respetado por los diputados y admirado por los periodistas.
Bueno para la dominadas, Don M, solía masticar goma de mascar y remover una vieja placa dental que tenía, mientras chupaba del cigarrillo y tomaba de su corona.
Pareja de andanzas del Cabezón, Alfredo González Durán y de Ricardo Hidalgo Lugo, Don M, fue integrante del grupo de los Catrines, o también conocidos como el Club de Periodista, muchos de ellos ya fallecidos.
El flaco, como cariñosamente le conocían, fue baluarte y precursor de un periodismo poco ortodoxos, cuyo lenguaje sació la imaginación del colectivo.
Era directo, sin ambigüedades, pero con un tono irónico, sarcástico y humorístico, mucho de ello, creación del reportero de la triste figura.
Fue maestro y guía. Ahí están el Garnachas, el defensor de las de oficio, el agonías, solo por citar a algunos reporteros de esa redacción que dio vida a la Extra.
Ante del estrellato de la reporteada, Don Manuel inició como linotipista en los talleres de La extra, donde a la par se imprimían revistas de corte erótico en la década de los 70’s y 80’s.
Incluso, alguna vez confesó que ya entrado en aires, posó para la revista, llamada en ese tiempo Caballero, un simi del Playboy, pero en mexicano, y de dónde surgió el mote de El Caballero de la Triste Figura, por aquello de su delgadez física.
A Don M ya se le veía cansado. Portaba un bastón y recorría los cafés de los portales. Por lo regular se apostaba en el viejo edificio del Hotel Virrey de Mendoza, donde hacia ronda con Armando Saavedra, Raúl Puente y Arturo Estrada Chávez.
Ya presentaba los signos del decaimiento, producto de un enfisema pulmonar y de una diabetes que le persiguió por largos años.
Que en paz descanse Don M.