Escenario político
***Serie de 10 retratos breves dedicada a mujeres de México cuya vida ejemplar es aporte imperecedero, dignas de ser memorables para su generación y la posteridad por sus contribuciones al arte, la ciencia o la cultura.
Al margen de su ideología política, todas ellas fueron y son congruentes con principios y valores inspiradores. Algunas alcanzaron la fama que trascendió a su tiempo, pero otras ameritan hacerse visibles para ser reconocidas y recordadas por su vida singular y sus valiosas aportaciones.
Su fulgurante carrera en la plástica mexicana, su exposición continua a los reflectores de la fama, no han logrado desposeer de una gran sencillez y autenticidad a Martha Chapa, la artista regia destacada a nivel internacional.
Nuestra mujer mexicana memorable es una distinguida pintora con 55 años de trayectoria profesional en la plástica mexicana, ha participado en más de 300 exposiciones individuales y alrededor de 1,800 colectivas realizadas tanto en México como en Europa, Asia, Estados Unidos y diversos países de América del Sur, Centro y el Caribe.
En forma simultánea ha investigado y publicado 37 libros sobre la rica y diversa gastronomía del país; fue 15 años conductora del programa televisivo El Placer del Sabor, diseñadora y productora de una gran cantidad de objetos-arte de venta en las principales galerías, y ha incursionado en el periodismo nacional.
Este es un retrato diferente de una mujer polifacética, fuera de serie, multipremiada a nivel nacional e internacional. Orgullo de México y de Nuevo León, su estado natal, donde cuenta con la Sala Museo Martha Chapa, dedicado a su obra plástica.
Es una de los pocos artistas plásticos mexicanos que han asistido y disfrutado de un homenaje en Bellas Artes, ocurrió en 2017, cuando en la sala Manuel M. Ponce celebró 50 años de carrera, rodeada de colegas, amigos y cientos de seguidores para quienes el recinto resultó insuficiente.
El misticismo y su vida espiritual
El encuentro es a las puertas de su casa, enclavada en una montaña, al sur de la ciudad de México. Llegó acompañada por su pareja, el licenciado Alejandro Ordorica Saavedra. Regresaban de comer, una tarde sabatina.
En su casa está su estudio rodeado por tres enormes ventanales donde ingresa la luz vespertina, un caballete mantiene una obra inconclusa, varios cuadros yacen en el suelo en espera de los últimos pincelazos.
Desde la terraza se disfruta de una vista estupenda, en el cielo ya se asomaba tenue la luna llena fría. Sentadas en una sala clásica, un gato enorme y amistoso da la bienvenida. En las paredes, cuadros de grandes formatos y de pequeñas dimensiones, imágenes religiosas, un reloj antiguo de pedestal, retratos familiares, manzanas de diferentes materiales.
Otros gatos misteriosos y juguetones, estáticos, se exhiben en diferentes pinturas. Destaca una pared con una colección de vírgenes de Guadalupe y la figura de Buda.
A los 78 años de edad, Martha Chapa sin maquillaje luce una piel blanquísima, sus facciones son bellas y armoniosas enmarcadas por su cabellera negra y su corte clásico. Sus ojos negros hablan al ritmo de su voz pausada y suave, sus manos alargadas se mueven en armonía. La artista cuenta de lo que espera de la vida, de sus anhelos:
–Quiero aún muchas cosas, espero seguir con vida, con lucidez. Concibo la vida como un sinónimo de reflexión, de compromiso, quiero seguir creciendo espiritualmente. Estoy comprometida con el budismo, seguiré estudiándolo en busca de lograr lo más cercano a la perfección humana, al refinamiento espiritual. Hace más de 20 años llegó a mi este conocimiento, y me ha traído un estado espiritual de paz.
Tony Karam es el presidente fundador de Casa Tibet, él ha sido su maestro, antes iba a sus instalaciones de la calle de Tehuantepec, ahora solo van sus hijas y actualmente lo sigue por zoom.
–¿Medita?
–Cuando menos una vez al día, aunque trato de hacerlo dos veces, en la mañana y en la noche. Ya me gustan los silencios, y cada vez más respeto mi interior, mis inquietudes espirituales. Entiendo la finitud, antes me daba miedo pensar en la muerte, ahora la veo como sinónimo de vida, la acepto. Todas las noches desconecto mi celular. Si es muy importante, ya me encontrarán, pero esos espacios son sagrados.
–Haciendo una recapitulación de su trayectoria ¿Cuál es su legado?
–Mi legado espero que sea espiritual y profesional, por supuesto, ahí está la Sala Museo Martha Chapa en la Universidad de Nuevo León. Ese era mi sueño, tener un sitio en donde se preservará y mostrará mi obra con la intención de inspirar a las futuras generaciones, y se me hizo realidad. Doné más de doscientas piezas, y la Universidad cuidará de ellas.
La infancia: una niña melancólica
Nació en Monterrey, Nuevo León, un 12 de junio de 1946, es la hija mayor de Esthela Benavides y Napoleón Chapa Garza. Fue la mayor de cuatro hermanos, dos hombres y una mujer.
Martha Chapa Benavides tuvo una niñez feliz, protegida por dos seres maravillosos, sus padres. Endulza la mirada y recuerda a su padre, Napoleón Chapa Garza, “un ser humano lleno de sabiduría, fuimos muy unidos, forjó mucho mi amor hacia la vida, hacia la cultura”.
Dice: “me dio ejemplo de voluntad, para especializarse como médico urólogo se esforzó mucho: se formó en Iowa, Estados Unidos, con el doctor Scott. Él nació en Los Herreros, Nuevo León, pero estudió la secundaria en otro lugar, el bachillerato y medicina en la Universidad de Nuevo León”.
Su carácter taciturno y emotivo era interpretado como tristeza por su madre, alguna vez buscó ayuda médica para entender por qué era diferente. A la niña Martha le gustaba leer y dibujar, para que no la reprendieran se escondía debajo de la cama.
También en la escuela generaba extrañeza que la niña se la pasara dibujando monos, aunque no tenía malas calificaciones, esa conducta era reportada a la mamá. Al tiempo todas esas experiencias confirmaron su vocación artística.
Su infancia transcurrió en la colonia Las Mitras, en el centro de la capital regiomontana, donde su padre compró una casa para la familia. Su madre fue una mujer fuerte y decidida que le dio ejemplo de fortaleza. Ella fue reina de belleza en Cerralvo, Nuevo León, lugar donde nació, nunca se vanaglorió o sintió que fuera una fortaleza, ella no le daba importancia, cuenta la artista.
Las tías Chanita y Cuquita Chapa Garza, su primera inspiración
“Mi padre tuvo dos hermanas para mi fundamentales”, cuenta Martha Chapa, dos tías a las que mi padre les tenía especial cariño, que habían decidido no casarse, bellas, grandotas, mujerones.
“Una de ellas fue Chanita, quien inició las clases de gastronomía en Monterrey de manera profesional, no había mujer casadera en aquellos tiempos, que no fuera a tomar clases de cocina con ella.
“La otra tía fue Cuquita, a quien por cierto no le gustaba mucho que le llamaran así, se llamaba Encarnación. Ella fue la primera pintora que conocí, tenía montado un estudio, ahí fue donde empecé a sentir el amor por los pinceles”.
Las tías fueron precursoras de la emancipación femenina en esa época de mitad del siglo XX. Lograron la independencia económica que les permitió viajar a Europa para prepararse más, asegura, orgullosa, la sobrina.
Sin duda son las primeras mujeres en quienes la artista se inspiró desde temprana edad en saberes, colores y sabores. “Me enseñaron mucho, una vez que me llevó mi padre con ellas, como su casa quedaba cerca de la escuela, las visité con frecuencia”.
Rememora que a los 5 o 6 años, caminaba con su padre por la Alameda Mariano Escobedo cuando descubrió a una mujer con el “cabello al viento» que hablaba frente a un montón de niños: era María de Jesús de la Fuente (1920-2021), usualmente identificada como María O’Higgins, por el apellido de su esposo, el pintor y muralista Pablo O´Higgins (1904-1983).
En el homenaje por sus 50 años en la plástica, celebrado en Bellas Artes, tuvo como invitada especial a quien fue su primera maestra de pintura, a quien reconoció en la ceremonia como la “detonante de su carrera”, su entrañable maestra María, quien entonces contaba con “97 gloriosos años”, dice una Martha Chapa gratificada y exultante.
Cómo llegaron las manzanas a su vida
Comparte Martha Chapa la anécdota de las primeras manzanas en su mundo: “Una amiga me contó que su padre llegaba tarde a su casa, y para dejar constancia de haberla visitado, él hacía un nudito en su ropa de cama.
Ella al ver el nudo durante la mañana sabía que su padre la había visitado. Yo le dije a mi papá: “ni un nudito me dejas, y la hija reclamosa tuvo así una respuesta muy bella, mi padre decidió ir a la frutería La Victoria, ubicada frente a su consultorio médico, comprar manzanas
“Al siguiente día, al despertar veo una bolsa de papel que decía La Victoria, hurgo en su interior y encuentro unas lustrosas manzanas, que luego comprobé, eran también sabrosas. Fue aquel un día inolvidable, qué hermoso detalle: No sabía si comérmelas, las puse en el quicio de la ventana, y las veía frente al cerro de la Silla, yo vivía en la colonia Las Mitras, y me acuerdo muy bien, en una casa sencilla y muy hermosa, hecha con el trabajo de mi padre y los cuidados de mi madre.”
La artista plástica guardó el símbolo en su inconsciente muchos años, hasta que montó la primera exposición en Nueva york y alguien le preguntó por qué el 90 por ciento de su obra tenía alguna manzana. Sin razonarlo, dijo que la manzana era un símbolo de la mujer y de la vida. Más tarde, al viajar en el avión de vuelta a México, tuvo una revelación: en su mente apareció la bolsa con el letrero en rojo: La Victoria
Lloró de emoción al descubrir que las manzanas que su padre dejaba al lado de su cama como prueba de amor, siempre la acompañan. Porque “lo que uno ama en la infancia se queda en el corazón para siempre”, como dijo el filósofo Rousseau.
La evolución de la manzana en su obra
Hay como una simbiosis entre Martha Chapa y la manzana, explica la artista plástica cuya obra sería inexplicable sin referirse al fruto del Edén: “Yo soy la manzana, la manzana soy yo. Es una simbiosis, aparecieron sin que yo las buscara.
“Llegaron a mi vida a través de un regalo hermoso de mi padre. Empecé a pintarlas y me di cuenta que era algo muy intenso en mi vida, se fue apoderando de mi consciencia. Yo volteo y todo lo estoy transformando en la posibilidad de una obra en la que esté presente ese símbolo.
“Las manzanas han sido importante no solo para mí, sino para la humanidad, desde la Biblia, y antes de ella, hay historias sobre su presencia e interpretación, su relación como símbolo en diferentes ámbitos, como en la literatura universal…”
Para Martha Chapa han evolucionado sus creencias junto con sus símbolos, y se ha transformado la manzana, un símbolo bendito, afortunado.
“La manzana es el aquí y el ahora: Si tú ves una obra de los principios hay diferencias con las actuales. La manzana mantiene en mi obra una presencia primaria, aunque ha tomado diversas perspectivas, adquiere diferentes interpretaciones. Para mí la manzana es la mujer, es igual a vida, a imaginación, es crecimiento, es todo: luz y sombra, paraíso e infierno.
–¿Nunca le ha abrumado el símbolo?
–No, responde de inmediato la pintora, y abunda: espero que nunca lo haga, ha sido una compañera existencial, he estado creciendo humanamente y he transitado por vivencias muy hermosas, muy complicadas y difíciles, las manzanas han plasmado mis emociones.
Se casó en la adolescencia
La joven Martha Chapa acompañó a su papá a una comida para celebrar el aniversario del pabellón 5 del Hospital General. Relata la historia: “Mi madre no pudo acompañarlo, estaba enferma, así que me pidió que yo lo hiciera. Siempre fui muy cercana a mi padre, intelectualmente me motivaba mucho, me regalaba libros, me iba en las tardes con frecuencia a su consultorio.
“Lo acompañé a la casa de don Aquilino Villanueva, muy trascendente por su profesión, fue de los primeros especialistas en Urología en México y mi padre tuvo su influencia maravillosa al desarrollar la urología en Monterrey, Nuevo León.
“Ya en la comida, pasa por ahí Martha Villanueva, hija de don Aquilino y dice por qué está aquí su hija, déjeme convocarla con sus colegas más jóvenes. Mi papá asintió, no de muy buena gana. Mi padre no me perdía de vista, yo era una chavita con costumbres de esa época.
“Al lado estaba sentado el doctor que fue mi compañero por 35 años, Federico Ortiz Quezada, quien ahora tiene 90 años. Un hombre muy fuerte, hijo de oaxaqueños. Me dijo: ´Oiga la quiero invitar…’ Así conocí al padre de mis tres hijos. Era médico como mi papá. A los 15 años me casé con él, a los 16 tuve a mi primera hija –Marta–, y poco después a la segunda –Laura–, más de 10 años después nació Federico.”
Recuerda: “Quise ser médico, pero mi padre siempre me dijo que era una profesión difícil para las mujeres. Cuando él murió, a los 49 años de edad, muy joven, quise continuar con su misión. Estudié medicina tres años, fue una etapa muy difícil, ya tenía a mis hijas, me enfermé. Tuve que decidirme por la vocación de pintar”.
No le tocaba morir el avionazo de 1969
Martha Chapa hace memoria de un hecho que pudo costarle la vida: “El abogado Generoso Chapa Garza, fue hermano de mi papá. De él, un político destacado, se decía en Nuevo León: “Al más generoso del Monterrey le pusieron Chapa. Y sí, fue un hombre muy generoso.
“Mi tío se mató en el avionazo donde murió Carlos Madrazo, y yo estaba programada para viajar a junto con él a Monterrey, a la boda a la que él asistiría. Pero me quedé dormida ese día. Mi tío me dijo: ´te llamo para pasar por ti´, sonó el teléfono, pero me quedé dormida. Cuando desperté ya no alcanzaba el avión.
“Más tarde me habló mi madre por teléfono, le ganó el sollozo, y me dice: ´¿No te has enterado? Fue durísimo, tu tío Generoso murió´. Fue en el fatídico vuelo 704 de Mexicana de Aviación del 4 de junio de 1969, viajaban junto al tabasqueño Madrazo, el tenista Rafael Pelón Osuna y muchos otros distinguidos regiomontanos que perecieron en ese avionazo acaecido en el Cerro del Fraile, que cobró 79 víctimas.”
Tenía 68 años de edad Generoso Chapa Garza al morir. Había sido gobernador interino en 1929, sustituyendo a Plutarco Elías Calles; fue alcalde de Monterrey; diputado federal y presidente del Tribunal Fiscal de la Federación (1954 -1961). Pudo haber sido gobernador del estado. (El Regio.com).
Solidaria con luchas y causas de la mujer.
A Martha Chapa le tocó incursionar en un mundo machista: Navegó contra corriente. Era difícil, pero se imponía su vocación, su fuerza y la influencia de su madre, quien se arrepintió de no haber estudiado….
Me decía: “Sé alguien. Yo soy tu hija, soy Martha Chapa, le contestaba. Para ella ser alguien no sólo era la realización humana, sino profesional, y ella vivió las consecuencias de no haber tomado las decisiones correctas, que les brindaran una independencia económica.
“Mi mamá decía siempre: ´mira, tu papá ha sido generoso, nos ha dado todo, pero yo lamento no haberme formado más´. Tenía dos, tres amigas qué sí habían logrado destacar, pero no se habían casado. En sus tiempos era una cosa u otra.
“El suelo sigue estando disparejo entre hombres y mujeres, aunque con el paso del tiempo sí ha habido un cambio fundamental, las mujeres tomaron consciencia de que hay que estudiar para poder ser independientes.”
Maestros y maestras
Evoca: “He contado con la dirección de muchos maestros y maestras, todos me han dado lo mejor de ellos y siempre reconozco que mi trabajo ha evolucionado gracias a sus aportaciones.
“Admiré mucho a Luis Sahagún Cortés, gran maestro de La Esmeralda, tuvo alumnos como Luis Nishizawa, vivía en la Colonia Portales, tenía un jardín precioso y como ya se había retirado quiso seguir enseñando. Hizo de su casa un espacio para apreciar el arte. Un hombre muy sabio, muy lindo, casado con una mujer italiana. El maestro Sahagún era bonachón conmigo, muy tolerante a las eventualidades que tenía por ser mamá, me permitía llevar a mi hija pequeña.
“Tuve otros maestros, todo lo contrario del carácter del maestro Sahagún… Juan Eugenio Mingorance y Bardasano, grandes pintores de origen español, llegaron con los refugiados republicanos a México. Fue muy interesante recibir sus enseñanzas.”
Sus primeros cuadros, retratos realistas
Conserva el primer retrato que hizo cuando vivía en Manzanillo 184 departamento uno. Señala el cuadro con el dedo índice:
“Este señor tenía una tintorería en la esquina, le dije: Venga un rato a mi casa, yo soy pintora. El pobre señor no sabía qué era ser pintora.”
–Intento descubrir lo que hay en su cara, le aclaré. Él me contestó:
–No se preocupe, yo se lo platico.
“Me tomó varias semanas pintarlo, primero hice el boceto, lo dibujé, tracé su rostro. El hombre se quería quitar el sombrero, se llevaba la mano derecha al corazón y la izquierda al abdomen. Todo un personaje.”
–¿Cómo se llama el cuadro?
–No tiene nombre, es mi viejito adorado.
–Es el retrato de El Tintorero…
–Observa bien el cuadro, desde el primer retrato que hice, me gustaba pintar las manos, para qué veas que también manejo la figura, responde la pintora.
También de aquella época de sus inicios, como joven pintora vecina de la colonia Roma, surgieron dos cuadros que aparecieron en la película Roma, de Alfonso Cuarón (ganadora del 0scar por mejor película, en 2014) para recrear la casa de aquella época: un retrato de Alfonso cuando niño y otro de Cristina, la madre de él, amiga de la autora.
–¿Cuál ha sido la importancia e influencia de su familia en su obra?
–Ha sido importante contar con el apoyo de mis hijos, de mi familia, en su momento de mis padres, quienes ya no están físicamente, pero espiritualmente me acompañan. Todos han sido buenos compañeros, respetuosos, inspiradores. La base de mi vida son mis hijos, muy importantes. Me han dado fuerza e inspiración porque si no tienes esos apoyos, sientes que transgredes a la vida misma.
“Mistres hijos, Martha, Laura y Federico, son egresados del ITAM: Martha estudió Ciencias Sociales, es brillantísima, comprometida al mil, estoy muy orgullosa de ella, es la directora del restaurante Filigrana, de cocina mexicana moderna.
“Laura, también estudió Economía, trabajó un tiempo, pero se ha dedicado más al hogar, tiene 4 hijos, le gustan cosas ligadas a la vida, cuida de sus hijos.
“Federico, es el más joven, es economista y tiene una empresa, vive en Nueva York, tiene un hijo, Cristopher, mi quinto nieto”.
Pita Amor y los sonetos que le dedicó
La pintora regia compartió amistad con su legendaria paisana, la escritora Guadalupe Teresa Amor Schmidtlein (1918-2000) conocida como Pita Amor. La incomprendida y talentosa poeta le dedicó: La Manzana de Martha Chapa. 20 sonetos y una carta
La pintora nos relata: “Con Pita Amor mantuve una relación sublime, tan importante que la veía con mucha frecuencia en los últimos años de su vida. A veces la sufría, era un personaje de muchas luces y sombras.
“Fue un personaje importante en mi vida. Sí influyó, reconoce, aunque al principio me molestaban ciertas actitudes, pero eso de defender su trabajo como lo hacía me parecía ejemplar. No solamente cuando yo la conocí, me remonté a leer quien era y fue un personaje importante de la vida cultural y literaria del país. Tuve la fortuna de conocer sus diferentes etapas.
“Ella sufrió una pena muy grande al perder a su único hijo, el niño se perdió en casa de su hermana Carito Amor de Fournier. Lamentablemente murió ahogado en la alberca. Es algo que ella me contó ‘para que me entiendas cómo y por qué soy así’.
“Los últimos años fueron muy duros, no sé si fue que su consciencia se trastocó”. Pita Amor, casi al final de su vida, transitaba por la Zona Rosa, con ropajes transparentes, declamando sonetos con voz altisonante.
Premios y reconocimientos
Martha Chapa ha recibido premios y reconocimientos dentro y fuera del país por su destacada obra y trayectoria, entre ellos: el Reconocimiento de la Cámara de Senadores a Mujeres destacadas en la Cultura y Artes, en 2013; la Medalla de Oro, del Festival Internacional de la Cultura Maya-2016; la Medalla al Mérito en las Artes-2017, otorgado por la H. Asamblea Legislativa del Distrito Federal; distinciones del Instituto Cultural México-Israel, la Medalla Sor Juana, del Gobierno del Estado de México y el Nombramiento de Socia Honoraria de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística.
Asimismo, ha obtenido varios e importantes reconocimientos de su tierra natal, entre otras: La Presea Estado de Nuevo León l991, al Mérito Cívico, el Premio Flama, Vida y Mujer-2011 de la UANL, y la Presea Pinacoteca de Nuevo León-2022.
–¿Qué aconseja a los jóvenes artistas?
–Que sean ellos, lo que quieren ser, que no titubeen ante su vocación, que trabajen cada día, que se expresen, que tengan la decisión absoluta de ser, hacer y trascender. Hay que aprovechar la oportunidad que la vida nos da, les aconsejo que sean lo que han soñado, que trabajen duro para que sus sueños se conviertan en realidad, esa es la única manera de irnos felices a otras dimensiones. Poder decir: misión cumplida.
La imaginación de Martha Chapa es innata, pero se acrecentó al ejercitarla con disciplina. Establece un diálogo permanente con la tela: el lienzo en blanco invita a crear con libertad; aunque ella acostumbra trabajar bajo bocetos, no siempre las ideas salen a la primera, hay veces hay que desechar la tela porque el proyecto no funcionó, y va de nuevo.
Sus pintores predilectos, Picasso, un hombre que practicó todos los estilos, y Diego Rivera, un muralista mexicano increíble.
En forma paralela a su carrera como pintora, ha dedicado medio siglo a la investigación gastronómica y es experta en la preparación de los tradicionales platillos de la cocina mexicana, motivada por la periodista Margarita Michelena quien le aseguró tenía los talentos para realizar el Atlas gastronómico de México.
Quince años de su vida fue conductora junto con Alejandro Ordorica del programa de cocina El Sabor del Saber, transmitido por Canal 34 de Mexiquense TV.
En las últimas dos décadas ha hecho equipo profesional con su pareja, el licenciado Ordorica, un comunicador egresado de la Universidad Iberoamericana, con amplia trayectoria profesional y política, actualmente docente universitario y quien como promotor cultural se ha sumado a la tarea de divulgación de la obra de Martha Chapa.
Sin duda, esta mujer mexicana memorable es un icono de la cultura nacional. Para el final, las palabras con que suele despedirse de sus audiencias:
–Va para ustedes mi corazón en forma de manzana. Gracias, siempre gracias.