Abanico
Digamos que la sensación que queda en México por el asunto de Florence Cassez es de indignación-enojo-frustración y reproche: todo junto. Quizá el gobierno federal como la Suprema Corte de Justicia de la Nación no midieron la intensidad con la que los mexicanos habríamos de tomar una decisión que tiene más visos de ser político-diplomática que de justicia.
Los ministros de la Corte se han cuidado de no declarar inocencia o culpabilidad en el delito principal por el cual fue detenida la señora Cassez. Insisten-insisten-insisten en que ellos calificaron el procedimiento que se siguió luego de su detención, el cual –dicen- estuvo plagado de fallas, errores y daños a sus derechos fundamentales…
Pero cuando se les pregunta respecto de si los delitos de secuestro por los que estuvo detenida y procesada se corroboran, dicen “no es eso lo que nosotros estamos calificando o, calificamos”.
¿Hubo participación de esta señora nacida en Francia en los secuestros y daños a otros en sus personas y en su libertad? Según se le siguió procedimiento y se le dictó sentencia se presume que sí. Pero ahora resulta que nuestros encargados de hacer justicia dejan en entredicho aquella resolución y no se pronuncian: callan, luego otorgan, pero no se comprometen.
Durante la gestión del señor Felipe Calderón hubo presiones intensas del gobierno francés para liberar a la detenida y acusada. El presidente Sarkozy encabezó su defensa. Es que había surgido un escándalo mayúsculo cuando se supo que hubo un montaje elaborado por el entonces encargado de la investigación, señor Genaro García Luna, para mostrar a los mexicanos y mexicanas en tiempos del presidente Vicente Fox que consiguió desarticular a la banda y mostraba la detención de la presunta cómplice…
Bueno. Pues el numerito que nos presentaron a través de Televisa nos costó muy caro: nos costó el castigo a la justicia mexicana y nos costó el castigo a las víctimas de Los Zodiaco.
Así, para los franceses liberar a la señora Cassez, culpable o no, se convirtió en un asunto de “La Marsellesa”, en un asunto de nacionalismo puesto en los ojos y en las manos y en la persona de una persona de la que no pueden probar su inocencia.
En todo caso nadie puede probar ya su inocencia. Y no es este un triunfo de sus abogados porque no son ellos quienes resolvieron la situación. Fue la lógica política y diplomática. Fue la idea de que el mal menor era la encarcelación de esta persona frente a las relaciones entre Francia y México que “se encontraban muy dañadas”…
Y, bueno, ¿para qué se necesita tener muy buenas relaciones con Francia? ¿Cuál es nuestra balanza comercial con ellos? ¿Ellos –digo, su gobierno- ha apoyado a México en tiempos difíciles? ¿Han expandido sus inversiones con nuestro país?
Naturalmente importa mucho tener buenas relaciones con todos los países del mundo. Sobre todo con su gente. Mucha de la cual en Francia tiene cariño fraterno con los mexicanos: es verdad. Pero en lo institucional es una tarea de política exterior y diplomacia para obtener beneficios mutuos y respeto mutuo.
Pero los términos de esas relaciones deben estar fincadas en el respeto entre ambos y en el respeto a la justicia en cada país. No exigirle a otros lo que no estarían dispuestos a hacer en su propia tierra y con sus instituciones.
Y así, esta historia tenebrosa de secuestros, mutilaciones, daños a personas y abusos en los derechos humanos se convirtió de lo criminal a lo político y de ahí al nacionalismo de cada uno de los países.
El miércoles mismo, durante la transmisión en Francia del proceso en la Suprema Corte de Justicia de México, al saberse la resolución favorable a la señora Cassez la multitud francesa –incluidos periodistas- estalló en aplausos. Habían ganado. La Francia había ganado a un país lejano y vernáculo, según nos ven. No importa, no les importa si la señora es culpable o no de los delitos principales: el hecho, para ellos, es que es francesa y que en ella estaba depositada la dignidad y el honor y la respetabilidad gala.
Y el jueves mismo, al llegar a su país procedente de México, se le recibió por su gobierno en el lugar del aeropuerto Charles de Gaulle en el que se rinden honores a los honorables, a los hombres de Estado, a los seres más respetables y respetados: ahí se le rindieron honores franceses a la señora Florence Cassez…
Mientras, en México, la indignación es grande. El gobierno federal dejó correr una cortina de humo para sacar adelante “un asunto que no es su asunto” y así, de paso, ocultar el resolutivo del IFE en torno al sedicente exceso de gastos de campaña hechos por el PRI, de lo que ya fue exonerado.
En fin, que queda un mal sabor de boca en todo esto. Dudas grandes sobre lo justo de la justicia en México y la lección de que por encima de cualquier circunstancia cuando fuera el caso deberá predominar el buen procedimiento legal, el respeto, la presunción de inocencia hasta que no se demuestre lo contrario y el respeto a nuestros derechos humanos, aunque no seamos franceses sino puros mexicanos que fruta vendíamos. [email protected] Twitter: @joelhsantiago
QMX/jh